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Rivalidad.

NARRADOR OMNISCIENTE.
Miles de años atrás.

El demonio vagaba por las calles de una Inglaterra que era completamente diferente a la que ahora se conoce, lo hacía en un plano en el que era imperceptible para los humanos. El plano astral. En aquella civilización, la humanidad no había alcanzado tales hazañas tecnológicas como ahora, mucho menos había evolucionado en manera de pensar. Era la época en que en esta civilización se conoce como el medievo.

Mujeres de largos vestidos, hombres con ropajes elegantes y finos, carruajes llevados por caballos, edificaciones antiguas con detalles sumamente elaborados, así era aquella ciudad. Habían pasado algunos años desde su última posesión, cada una de las veces que tomaba un cuerpo olvidaba todo sobre él, pero era solo cuestión de tiempo para que sus recuerdos volvieran de manera definitiva, una vez consiguiéndolos, su naturaleza, su esencia, todo lo que él era gritaba por salir, corrompía, mataba, jugaba y llevaba directo a la perdición a tanta alma humana como le era posible, a raíz de esto, y cuando Dios se enteraba, enviaba a su hijo, a Adán junto a sus serafines más confiables para acabar con su vida, la historia de sus posesiones y de las veces que era asesinado se repetían, una y otra vez. Estaba más que harto, pero no podía hacer nada, era su condena después de todo, sin embargo, cuando conoció a aquella mujer su mente ideó algo que le divirtió en exceso.

Los humanos empezaban a aburrirle, no había nada interesante en ellos, excepto en aquella que a simple vista podría parecer una humana. Aquella mujer sostenía en su brazo una canasta repleta de manzanas, el lugar donde estaba era una especie de mercado. Amon la vio por primera vez en dicho lugar mientras merodeaba entre los mortales buscando a su futura presa, la mujer tenía cabellos negros, piel ligeramente clara, ojos negros y un vestido verde cubría su cuerpo, aunque no a totalidad, bastante provocativa para aquella época, pero no fue eso lo que captó la atención del demonio, sino, su aroma tan diferente del resto, no olía como un humano, para Amon los humanos tienen un olor tan desagradable que solo puede describirlo como podredumbre, algo que está echado a perderse, una mezcla de falsa pulcritud y latente ingenuidad, en cambio la mujer de ondulado cabello negro olía a inocencia, una falsa que escondía un lado trastornado y ligeramente perturbado. Olía, según él, a un ángel atraído por la oscuridad.

La mujer en apariencia era hermosa, pero en su interior ocultaba muchas cosas que fueron las que provocaron que Amon llegara a obsesionarse con la idea de corromperla. La vigilaba, la seguía a donde quiera que ella fuera, la manipulaba, era su juguete preferido. Todo continuó así, hasta aquella noche.

Ella dormía plácidamente en su cama, Amon la miraba con insistencia, la había usado tanto que quería descifrar porqué se había vuelto una adicción para él, algo hasta cierto punto prohibido que deseaba profanar. Se mantuvo así por largos minutos, si no es que horas, pero se vio interrumpido de continuar, cuando una molesta voz resonó.

—Amon. —pronunció, la voz tenía cierto toque melódico que a él logró desconcertar.

Él miró a todas partes, intentando descifrar de donde provenía aquello, pero no lo conseguía.

—Amon. —dijo una vez más.

—¿Quién es?, no seas cobarde, preséntate ante mí.

De todo aquello solo una cosa lograba inquietarlo, por qué había alguien ahí en ese plano que lograba reconocerlo, después de tanto tiempo vagando, nadie jamás, ni siquiera alguno de los suyos, ni alguno de sus enemigos, lo habían intentado contactar por ese plano.

Él miró el cuerpo de la humana, estaba en cama, dormida totalmente, pero arriba de ella, sobre su estómago emergieron unos pies que luego levitaron sobre ella, poco a poco su vista se alzaba observando mejor lo que realmente estaba sobre la mujer. Tenía alas blancas resplandecientes, su cuerpo era como el de un humano, mejor dicho, como el de una mujer, de cabellos oscuros, piel blanca y ojos negros. Amon al verla supo quién era, y todo recobró sentido para él, porqué tal humana había captado su atención. El olor que despedía... Definitivamente no era humana, al menos lo que estaba en su interior no lo era, era un ángel, la mitad de su eterno enemigo, Eva.

Uzellb & Lubriel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora