Los ángeles y demonios sí existen.
Mi vista volvió al instante en que aquella escena atroz que se presentó ante mis ojos culminó. A diferencia de las otras veces que el libro me mostró esas visiones no me sentía tan agotado, como si cada vez que el libro me diera información me hiciera más resistente a lo que este provoca, sin embargo, retrocedí unos pasos, negando lo que había visto, eso no existe, por favor, ¿un demonio y un ángel? No podía negar que cada una de las cosas que el libro nos había brindado parecían tan reales, eran nuestros padres, éramos nosotros los que nos vimos, pero ahora esta visión fue distinta.
Lubriel estaba a mi costado, esta vez no perdió el equilibrio, ni pareció quejarse de dolor, solamente se sostenía de mi hombro, mientras sus ojos se abrían poco a poco.
—¿Cómo? —escuché a Lubriel hablar, estaba asombrada, quizás de la misma manera en que yo lo estaba— Ella le llamó Amon, pero él no es nuestro padre, él no... no era físicamente parecido a él, era...
—Esta es una estupidez. —eso era lo que me parecía, ver eso, lo que pasó en esa escena que no puede salir de mi mente, es algo totalmente irreal, el que haya dicho el nombre de nuestro padre pudo haber sido solo una coincidencia— Esas cosas no existen.
—Uzellb. —pronunció mi hermana, con una voz ligeramente débil— No te cierres, no seas escéptico respecto a esto, estoy tan impactada como tú, pero esto...
—No me pidas algo así, jamás he creído en esas cosas, ni siquiera en fantasmas. No te atrevas a pensar en que esa bestia puede ser nuestro verdadero padre.
—Eso lo sé muy bien, de pequeña jamás creíste en mí, ni siquiera cuando te contaba que solía ver una extraña sombra en mi habitación. Pero decirme que no crea en esto me es imposible, viste lo mismo que yo, escuchaste lo mismo que yo. No sé qué pensar.
—Solo eran historias, desde pequeña tu mente se llenó de esas cosas paranormales y cuanta tontería leías en los libros que estaban en la biblioteca de nuestra escuela, solo eran relatos que te inventabas para llamar la atención de todos. Y eso, no fue real.
No medí mis palabras, estoy casi seguro de que decirle aquello con tanta rudeza le molestó, su mirada cambió y su entrecejo se frunció.
—Lo lamento.
—No. —espetó— No intentes disculparte, sé muy bien que siempre has pensado eso de mí, que inventaba todas esas cosas para obtener atención, y quizás tienes razón, pero la verdadera razón del por qué contaba todas esas historias era para desahogarme, para expresar el miedo que llegué a sentir de esa extraña entidad o como quieras llamarle. Pero no me digas ahora que lo que acabamos de ver es algo irreal, porque ambos sabemos que esto es tan real como el libro que está en este momento frente a nosotros.
—Es solo que me resulta difícil creer que existen más seres en este mundo.
—Lo sé, siempre has pensado así, pero mira ahora, tenemos en nuestro poder este libro que de una extraña manera nos muestra cosas del pasado, de nuestro pasado, Uzellb, no puedes negar que esto en sí mismo no es algo normal, ¿cómo lo explicas?, dime, porque yo no encuentro ninguna explicación lógica. Solo recuerda cada visión que esto nos ha mostrado, ¿qué tienen en común cada una de ellas?
Sabía a lo que quería llegar, me era difícil de asimilar que estuviésemos teniendo esta conversación, estábamos considerando la posibilidad de que aquellos seres en los cuales jamás creí fueran reales, de que nuestro padre pudiera incluso ser uno de ellos, me parecía una tontería, pero debía admitir que todo esto no era algo propiamente humano, esa me parecía la mejor forma de explicarlo. Me aparté de Lubriel y caminé directo a la ventana. Me coloqué frente a ella con mis brazos cruzados, mirando fijamente el lugar en el cual minutos atrás permanecía ese ente, solté un suspiro, intentando digerir todo esto.

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Uzellb & Lubriel ©
ParanormalTodo ha cambiado. El juicio final se ha ejecutado. Desde ese día el mundo se volvió mejor, pero los impíos siguen habitando las Tierras que Dios ha creado, ellos no se fueron, solo se ocultaron. Viven con la esperanza de ser liberados, de ser visibi...