XI

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Los poderes surgen y el ángel de la muerte.

NARRA LUBRIEL.

No sabía si esto iba a funcionar, solo junté mi mano con la de mi hermano, mis ojos ardían mientras miraban los suyos con fijeza, lo vi quedarse estático, pero lo que más me intrigó y sorprendió ya que jamás había visto algo igual, fue como sus amarillos ojos poco a poco se teñían de un negro a plenitud, quizás ver aquello no me pareció tan impactante, al contrario de Uzellb, me sentía familiarizada con todo esto, pero ver eso fue algo completamente nuevo, de todas formas, tanto él como yo estábamos conscientes de que no éramos normales, éramos hijos de un demonio y esa visión que ahora compartía con él nos había confirmado que también lo éramos de un arcángel. Mi mano comenzó a hormiguear, un hormigueo interminable durante el tiempo en que mi mano tocaba la suya. Indoloro, pero mientras más tiempo pasaba se volvía insoportable.

Jamás había visto a mi hermano llorar, pero de sus ojos derramaron lágrimas negras, no sabía por qué habían salido de ese color, con mi otra mano intenté quitarle esas lágrimas, pasando mi dedo por sobre las mismas, pero al hacerlo pasaron dos cosas, al impactar el líquido con mi dedo me quemó y mi hermano dejó de juntar su mano con la mía y se levantó de la cama con brusquedad, sus ojos ahora ya no eran negros, seguían siendo los mismos de siempre, noté que su pecho se inflaba con rudeza, respiraba de una forma ofuscada, él retrocedió, manteniendo una expresión de desconcierto y confusión.

—Uzellb... sé que lo que viste fue algo distinto, ahora vimos cómo somos en realidad, ahora sé que esos seres que vi eran de los nuestros.

Traté de decirle, de explicarle lo que pasaba, lo que éramos, pero él estaba en trance, parecía estar en cualquier otra parte menos aquí, me sentía triste y a la vez molesta por ver que nuestra propia madre no nos quiso, pero de mi hermano sentí algo más fuerte, algo más potente que me hizo sentir extraña, no sabía qué podía sentir lo que él, pero comenzaba a hacerlo, tal vez sea porque somos mellizos y estamos conectados de alguna forma, sin embargo, lo que comenzaba a sentir, una mezcla de ira, tristeza, y... venganza, no es algo que yo sienta, lo estaba sintiendo de mi hermano, él volvió a retroceder, buscando la salida de mi habitación, cuando lo hizo no contó con que detrás de él había un mueble, por el impacto de su cuerpo con aquello las cosas que estaban encima cayeron, incluyendo los libros de las jerarquías que ahí estaban, yo me levanté de la cama para ayudarle, cuando quise tomar su brazo él lo quitó con brusquedad, no dejó que lo tocara siquiera, me apartó y buscó el camino a la puerta, quitó la llave como pudo y salió de mi habitación.

Había pensado en seguirle e intentar hablar, pero por cómo se veía no parecía la mejor de las ideas, si él estaba sintiendo todo eso sería capaz de olvidar quien era yo, y podría terminar en algo desagradable, añadiendo a eso sus escenas de ira e impulsividad que tenía últimamente. Ahora fui yo quien fue hacia la puerta y la cerré, estaba dispuesta a hablar con él de lo que esa visión me mostró, pero así como él yo necesitaba procesar lo que había visto, la forma, la apariencia con la que habíamos nacido, lo que dijo nuestra verdadera madre, lo que nuestro padre tuvo que hacer para que pudiéramos encajar aquí y lo que aquel hombre de cabello negro largo había hablado con él, eso solo me llevó a recordar aquel sueño que tuve, donde estaba en un baño público, me miraba en el espejo y frente a mi estaba un ser con la misma apariencia con la que nacimos golpeando el vidrio con rudeza, acaso, ¿era mi verdadero yo queriendo salir de su escondite?. Era mucho por analizar, y aunque yo era más analítica y racional que Uzellb hasta para mí esto resultaba complicado.

Había leído los libros de las jerarquías, y pude encontrar una de las mayores diferencias entre esas dos razas, dejando de lado la apariencia y sus orígenes, los demonios son todo lo contrario a un ángel, incluyendo las emociones y los sentimientos, un demonio puede amar, querer, puede sentir tantas cosas como un humano, compasión, empatía, lástima, pero los ángeles no son así, los ángeles se pueden definir con una sola palabra: insensibilidad. Sin sentimientos, sin emociones, solo se dejan llevar por lo que Dios les dicta, no tienen permiso de sentir nada, pero esto no quiere decir que no sean capaces de hacerlo. Lo que mi madre expresó cada vez en las visiones, es la viva prueba de que un ángel puede amar, no obstante, con nuestro nacimiento fue distinto, ella se mostró recelosa, hiriente, y lo que Kaynan dijo lo explicó claramente, los ángeles no toleran a su descendencia con demonios, así como tampoco los demonios lo hacen a excepción de algunos, en este caso nuestro padre era la excepción. Así que mi hermano y yo debíamos prepararnos para esto que había cambiado totalmente la percepción que yo tenía de este mundo, de nuestro mundo. Nos querían cazar, matar, hacer desaparecer, extinguir, y nosotros para evitar ser atrapados teníamos que buscar más respuestas sobre nosotros, y sobre nuestros iguales, sobre nuestra raza.

Uzellb & Lubriel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora