Deditque parit geminos.
NARRADOR OMNISCIENTE.
21 de junio de 2,035, residencia de Amon y Gabriel.La noche era fría, lluviosa. Los truenos sonaban estruendosamente, acompañados de los sonoros gritos de Gabriel, estaba acostada en la cama, sudando, agarrándose con fuerza de la sábana, sus piernas estaban abiertas, solo llevaba un vestido que su esposo había subido para tener absoluta visión de ella, él estaba atento a lo que sucedía, estaba esperando el momento en que la cabeza de su hijo o hija se aproximara, para ayudarle a salir.
—Vamos Gabriel, empuja, hazlo, es el momento.
Le pidió Amon a su mujer, no habían ido a un hospital, tampoco tenían una partera para que les auxiliara en esto, él era el único que estaba con Gabriel, ayudándola y alentándola a hacer fuerza en su labor de parto. Gabriel no decía nada, y es que el inmenso dolor que sentía no se lo permitía, era un dolor indescriptible que jamás había sentido, como si su espalda se le partiera en dos, como si algo en ella se desencajara. Pujó, quería terminar con ese terrible dolor, y quería tener a su bebé en brazos.
—Vamos, hazlo, puedo ver su resplandeciente cabello saliendo de ti, su pequeña cabeza.
Musitó Amon totalmente emocionado, con sus manos le ayudó con mucha cautela comenzó a jalar la cabeza, a modo de que saliera poco a poco, Gabriel siguió empujando con todas sus fuerzas mientras gritaba de dolor, sus manos presionaron con más fuerza la sábana, e incluso el colchón. Fueron solo pocos minutos para que el bebé saliera completamente, Amon lo tomó en sus brazos, importándole poco el llenarse de sangre, cuando lo miró detenidamente no fue necesario quitarle los restos de sangre de encima para ver cómo lucía, no era un bebé normal, había dicho que había visto su resplandeciente cabello, y no era una mentira, el cabello de aquel bebé era resplandeciente, era blanco, transparente y brillante, su piel era blanca, sus brazos, no eran dos, eran cuatro, los dos primeros tal como los de un humano y los otros como unas garras, como un demonio, eso explicó la exorbitante cantidad de sangre que salió de Gabriel. Y su rostro, no había uno, no lloró, no se movió, pero estaba vivo, respiraba, él veía su pecho inflarse.
Amon pensó que nacería siendo como él y Gabriel, como un humano en apariencia, pero no fue así, aquel bebé había nacido con su verdadera apariencia, como la de un auténtico Diangelus, un hijo de un demonio y un ángel. Aquel bebé era un niño.
—Es Uzellb.
Él pronunció el nombre que habían pensado darle a su hijo si fuese varón.
—Es realmente hermoso. —agregó Amon, teniendo a su hijo en brazos, admirándolo, completamente cautivado por su belleza.
Gabriel no tuvo oportunidad de verlo, porque volvió a retorcerse, volvió a gritar, los dolores habían continuado, y ahora con más fuerza, Amon al ver aquello tomó la pequeña tijera que reposaba sobre uno de los muebles donde también había unas toallas blancas, tomó el cordón umbilical de su hijo y lo enrolló para después con sutileza cortarlo, al hacerlo dejó las tijeras donde estaban y rápidamente dejó al bebé ya envuelto en una manta sobre la cuna que él mismo había construido. Luego de hacerlo se volvió a su esposa, y la miró, otro bebé venía en camino.
—Hay otro, viene otro bebé. —rio con alegría— Serán dos, serán mellizos.
Y eso no lo sabía, pues, ellos pensaban que solo recibirían a uno, sin embargo, Amon había engendrado a dos. Gabriel volvió a sujetarse de donde pudo para hacer fuerza, y él como con el otro bebé hizo lo mismo, ayudarle a sacarlo, tomando su cabeza delicadamente hasta que lo sostuvo en sus brazos, como con su primer hijo revisó cada parte de su anatomía, eran idénticos, con ese cabello; la piel blanca brillante y ese rostro sin rostro, notó que no era un niño, era una niña, sonrió al ver eso, con Gabriel había planeado los nombres que le pondrían a su hijo, el de niña y el de niño, pues no sabía qué sería, pero jamás pensó que esos dos nombres los llevarían sus ahora hijos, sus mellizos.

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Uzellb & Lubriel ©
FantastiqueTodo ha cambiado. El juicio final se ha ejecutado. Desde ese día el mundo se volvió mejor, pero los impíos siguen habitando las Tierras que Dios ha creado, ellos no se fueron, solo se ocultaron. Viven con la esperanza de ser liberados, de ser visibi...