ᴀᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴇʟ (ᴋᴀᴋᴀɪʀᴜ)

Cap. 18

La oscuridad de la cámara subterránea seguía envolviendo sus cuerpos, pero ahora era una oscuridad que parecía haber sido invadida por algo mucho más cálido.

El aire pesado que antes les oprimía el pecho se sentía más ligero, casi reconfortante. Kakashi e Iruka seguían cerca, pero esta vez, no era solo el calor de sus cuerpos lo que compartían, sino algo mucho más profundo y sincero: el entendimiento mutuo.

El tiempo, que había sido un testigo silencioso de su conversación, parecía haberse detenido una vez más. Los labios de Iruka se separaron suavemente de los de Kakashi, dejando un leve rastro de aliento compartido en el aire.

Kakashi mantuvo los ojos cerrados un poco más, como si quisiera preservar el eco del beso en su memoria.

El silencio se rompió con un susurro, la voz de Kakashi más suave que nunca.

—Nunca imaginé que alguien pudiera atravesar mis barreras de esta manera.

Iruka lo miraba con atención, su corazón todavía latiendo fuerte, pero ahora de una forma diferente. Había algo más, algo que lo llenaba por completo, un sentimiento que no podía describir con palabras.

Lo único que sabía era que, en ese momento, Kakashi se había convertido en alguien mucho más que un compañero de batalla o un colega. Se había convertido en una persona a la que podía llamar suya.

Kakashi abrió los ojos lentamente, dejando que su mirada se encontrara con la de Iruka una vez más. Había una suavidad en su expresión, una vulnerabilidad que rara vez mostraba, pero que ahora estaba presente, expuesta al mundo.

—Es extraño, ¿no? —murmuró Kakashi—. Pensar que después de todo lo que hemos pasado, después de tanto dolor y sufrimiento… todavía podemos encontrar algo que nos dé esperanza.

Iruka asintió, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa.

—No es extraño —dijo en voz baja—. Es humano. No importa cuánto intentemos alejarnos del dolor, siempre buscamos la luz, incluso cuando parece que no hay ninguna.

Kakashi dejó escapar una risa suave, casi inaudible, y sacudió ligeramente la cabeza.

—Siempre tienes una manera de hacer que todo suene más simple de lo que es.

Iruka se encogió de hombros, su sonrisa ensanchándose un poco más.

—Solo intento verlo desde otro ángulo.

El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era incómodo. Kakashi se inclinó hacia atrás, apoyando la cabeza contra la fría pared de la cámara, su mirada perdida en algún punto del techo. Iruka lo observaba, sintiendo una extraña paz en el ambiente.

De repente, Kakashi habló nuevamente, su tono más firme.

—Iruka, quiero prometerte algo.

Iruka lo miró, intrigado.

—¿Qué es? —preguntó, inclinándose un poco hacia él.

Kakashi tomó una respiración profunda antes de continuar.

—Cuando salgamos de aquí, cuando todo esto termine… quiero intentar algo diferente. Quiero aprender a vivir de una manera en la que no me esconda detrás de esta máscara, detrás de todas las paredes que construí. Quiero… vivir de verdad, contigo.

Las palabras de Kakashi parecían colgar en el aire, llenas de una sinceridad que resonaba profundamente en el corazón de Iruka.

Era una declaración más poderosa que cualquier promesa de victoria en una batalla, porque significaba que Kakashi estaba dispuesto a luchar por algo más importante: por él mismo, por ellos.

Iruka no necesitaba pensar en su respuesta. Era algo que había estado sintiendo desde que ese beso había sellado su conexión.

—Yo también quiero eso, Kakashi —respondió suavemente—. Vamos a construir algo juntos. Algo real.

Por primera vez en mucho tiempo, Kakashi sonrió, una sonrisa completa que alcanzó sus ojos. Era una sonrisa que Iruka no había visto antes, pero que sabía que llevaría consigo para siempre.

En ese momento, la oscuridad ya no era su enemigo. Sabían que, pase lo que pase, no estarían solos en la lucha que los esperaba afuera. Habían encontrado algo más valioso que la victoria en el campo de batalla: habían encontrado el uno al otro.

Y eso era todo lo que necesitaban.