El aire estaba cargado de tensión. Cada segundo que pasaba parecía estirarse interminablemente mientras Iruka mantenía su posición delante de Kakashi, quien seguía concentrado en formar los complicados sellos para su próxima técnica.Los pasos de Kabuto resonaban en el suelo de piedra, acercándose lenta pero decididamente hacia ellos, con una sonrisa de triunfo en su rostro.
Iruka sabía que no podía fallar. Con cada respiración, podía sentir el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Kakashi confiaba en él para protegerlo, y aunque no era tan fuerte ni tan experimentado como su compañero, había algo que Kabuto subestimaba: su determinación.
—No puedo permitir que nos derrotes —murmuró Iruka para sí mismo, apretando su kunai con fuerza.
Kabuto, ya a unos pocos metros de ellos, levantó una mano cubierta de chakra, lista para cortar con precisión quirúrgica.
Sus ojos brillaban con arrogancia mientras se preparaba para atacar.
—Pueden intentarlo una y otra vez, pero el resultado será el mismo —dijo Kabuto, con esa sonrisa burlona que Iruka ya comenzaba a detestar—. Ustedes no pueden ganar.
Antes de que Kabuto pudiera lanzarse, Iruka reaccionó. Con una rapidez sorprendente, arrojó un kunai directo al rostro de Kabuto.
El shinobi médico esquivó con facilidad, pero fue solo una distracción.
En ese instante, Iruka se desplazó a su lado derecho, utilizando todo su entrenamiento en taijutsu para asestar una serie de golpes rápidos dirigidos a puntos clave en su cuerpo.
Aunque Kabuto bloqueó la mayoría, Iruka logró conectar algunos impactos en su costado y piernas, obligándolo a retroceder. Pero, a pesar del esfuerzo, Kabuto seguía sonriendo.
—Interesante, Iruka-sensei. Parece que no eres solo un profesor después de todo —comentó Kabuto con burla mientras se recuperaba de los golpes.
Iruka retrocedió, jadeando. Su cuerpo comenzaba a sentir los estragos de la batalla, pero no podía detenerse ahora. Kakashi necesitaba más tiempo.
Kabuto avanzó de nuevo, esta vez con mayor velocidad. En un abrir y cerrar de ojos, apareció frente a Iruka, su mano envuelta en chakra dirigida hacia su pecho.
Iruka apenas tuvo tiempo de bloquear el ataque, pero el golpe lo lanzó hacia atrás, haciéndolo caer al suelo con fuerza.
—¡Iruka! —gritó Kakashi desde atrás, su voz llena de preocupación, pero su técnica aún no estaba lista.
Kabuto se acercó, su mirada oscura fija en Iruka mientras este trataba de ponerse de pie, el dolor corriendo por su cuerpo.
Sabía que no podía rendirse ahora, pero también era consciente de que su fuerza estaba al límite. Si caía ahora, Kakashi estaría solo.
—Deberías haberte quedado enseñando en la Academia —dijo Kabuto con desprecio—. Esto no es para alguien como tú.
Iruka levantó la vista, sus ojos llenos de determinación. No era solo un maestro, y Kabuto lo iba a entender ahora.
—Tal vez tengas razón —dijo Iruka, luchando por respirar—, pero los niños en la Academia me enseñaron algo importante. Me enseñaron que incluso alguien sin grandes habilidades puede proteger lo que ama. Y por eso, aunque no sea el más fuerte… no me daré por vencido.
Con una última oleada de energía, Iruka se lanzó hacia Kabuto, buscando cualquier apertura, cualquier debilidad. Tenía que seguir luchando, por Kakashi, por la aldea, por todos.
Kabuto, sorprendido por la tenacidad de Iruka, intentó bloquear, pero en ese instante, Kakashi gritó:
—¡Ahora, Iruka, retrocede!
Iruka obedeció al instante, saltando hacia atrás justo cuando una luz brillante comenzó a envolver a Kakashi.
El Raikiri se había activado, pero esta vez era diferente. Kakashi había infundido el jutsu con una cantidad masiva de chakra, y la electricidad que lo rodeaba chisporroteaba violentamente, iluminando el oscuro campo de batalla.
Kabuto se giró hacia Kakashi, pero ya era demasiado tarde. Kakashi apareció frente a él en un abrir y cerrar de ojos, su Raikiri preparado para el ataque final. Kabuto intentó reaccionar, pero la velocidad de Kakashi lo superaba por completo.
—Este es el final —dijo Kakashi, su mirada fija en la de Kabuto—. Por todas las vidas que has destruido.
Con un movimiento decisivo, Kakashi lanzó su Raikiri directamente hacia el corazón de Kabuto.
El shinobi intentó regenerarse, pero la intensidad del ataque era tal que ni siquiera sus habilidades médicas podían salvarlo. La electricidad atravesó su cuerpo, quemando cada fibra y cortando su chakra.
Kabuto soltó un último grito de dolor antes de caer al suelo, inmóvil.
El silencio cayó sobre el campo de batalla. Kakashi permaneció en su lugar, respirando con dificultad mientras observaba el cuerpo inerte de Kabuto.
A su lado, Iruka se dejó caer al suelo, exhalando profundamente, aliviado de que la batalla había terminado.
—Lo logramos… —susurró Iruka, con una pequeña sonrisa en sus labios.
Kakashi lo miró y asintió, dejando que el cansancio se apoderara de él por un momento. Se dejó caer junto a Iruka, ambos exhaustos pero vivos.
—Sí, lo hicimos —respondió Kakashi, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió genuinamente.
Ambos quedaron en silencio, permitiéndose disfrutar de la paz momentánea. Pero en lo profundo de sus corazones, sabían que aún quedaba un largo camino por recorrer.
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ᴀᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴇʟ (ᴋᴀᴋᴀɪʀᴜ)
FanfictionSinceramente no tengo ni idea de qué hago con mi vida, solo me dejo llevar por el aburrimiento y la esquizofrenia jaja. No puedo decir mucho de esta historia, la imagen de portada y el título dicen mucho. Esto es una Au (universo alterno) por lo que...