Cap. 28

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Al día siguiente, el sol apenas había despuntado cuando Kakashi llegó al punto de reunión.

El claro estaba envuelto en una neblina matutina, y los pájaros comenzaban a despertar. Sabía que los demás no tardarían en llegar, pero por un momento, se permitió disfrutar de la soledad.

Las palabras de Jiraiya aún resonaban en su mente: "No lo enfrenten solos." Kakashi entendía la importancia de ese consejo

. Las sombras que se cernían sobre Konoha no eran las de un enemigo cualquiera. Orochimaru y Akatsuki eran amenazas que requerían la fuerza de todos. Y eso incluía a ninjas como Iruka.

El recuerdo de la noche anterior lo hizo reflexionar. Ver a Iruka más relajado, aunque fuese por un rato, le había ofrecido a Kakashi un respiro.

La paz que encontraba en su compañía era algo que empezaba a valorar más de lo que hubiera esperado.

Un suave crujido en el suelo lo sacó de sus pensamientos. Kurenai, Asuma y Guy aparecieron, caminando hacia él con expresiones serias pero determinadas.

—Buenos días —saludó Kurenai con un leve asentimiento.

—Espero que hayan descansado, porque tenemos mucho que discutir —respondió Kakashi, adoptando su tono habitual, calmado pero serio.

Guy, que por lo general llegaba lleno de energía, parecía más contenido. Aunque la chispa de su determinación seguía brillando en sus ojos.

—Lo de ayer ha estado dando vueltas en mi cabeza —dijo Asuma, apagando su cigarrillo en el suelo—. Sabemos que Akatsuki es peligrosa, pero si están involucrados con Orochimaru, entonces esto es más grande de lo que imaginamos.

—Jiraiya mencionó que están esperando algo grande —recordó Kurenai—. ¿Alguna idea de qué podría ser?

Kakashi sacudió la cabeza.

—Todavía no tenemos detalles claros, pero lo que sí sabemos es que debemos estar preparados. Akatsuki es una organización compuesta por ninjas de élite. No podemos enfrentarlos como lo haríamos con cualquier otro enemigo.

El grupo asintió en acuerdo.

—Tenemos que coordinar con nuestros equipos y asegurarnos de que todos estén listos para lo que venga —añadió Guy—. No podemos permitirnos ninguna distracción.

La conversación continuó por un rato más, discutiendo las posibles estrategias y los pasos a seguir. Sabían que esta era solo la calma antes de la tormenta, pero ninguno de ellos tenía intención de dejar que Konoha cayera sin luchar.

Después de un par de horas, decidieron dispersarse para empezar a preparar a sus respectivos equipos. Kakashi, sin embargo, tomó un desvío en su camino de regreso. Sabía que había una persona más con la que debía hablar.

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Iruka estaba en la Academia, como de costumbre, revisando algunos documentos en su escritorio. El sonido del bullicio de los estudiantes en el exterior le traía cierta tranquilidad.

A pesar de todo lo que estaba ocurriendo en el mundo de los shinobi, aquí dentro, los niños seguían siendo niños.

Un suave golpe en la puerta lo sacó de su concentración. Al levantar la vista, se sorprendió al ver a Kakashi apoyado en el marco.

—Kakashi-sensei —dijo Iruka, dejando los papeles a un lado—. ¿Qué te trae por aquí?

—Necesitaba hablar contigo —respondió Kakashi mientras entraba al salón. Cerró la puerta detrás de él, como si lo que fuera a decir requiriera cierta privacidad.

Iruka notó la seriedad en los ojos de Kakashi, lo cual lo puso alerta.

—¿Ha pasado algo?

—No aún, pero es posible que lo haga pronto —respondió Kakashi, tomando asiento frente a Iruka—. Las cosas están a punto de empeorar. Orochimaru y Akatsuki están moviéndose, y no podemos permitirnos bajar la guardia.

Iruka asintió lentamente. Sabía que, como maestro de la Academia, no estaría en el frente de batalla, pero también comprendía la gravedad de la situación.

Los niños que ahora enseñaba podían ser los próximos en estar en peligro si las cosas se salían de control.

—Entonces, ¿qué necesitas de mí? —preguntó Iruka, consciente de que Kakashi no había venido solo para informarle.

Kakashi lo miró directamente, con una franqueza inusual en él.

—Necesito que estés preparado. No solo por los niños, sino por ti mismo. Konoha va a necesitar a todos sus shinobi, sin importar su rol.

Iruka lo observó por un momento, tratando de medir el alcance de las palabras de Kakashi.

Sabía que, cuando él hablaba con esa seriedad, era porque la situación era verdaderamente crítica.

—Entiendo —dijo finalmente—. Haré lo que sea necesario.

Kakashi asintió, satisfecho con la respuesta.

—Gracias, Iruka. Sé que no siempre te pido estas cosas, pero confío en ti.

Iruka esbozó una sonrisa, aunque sus ojos reflejaban la tensión del momento.

—Siempre puedes contar conmigo.

El silencio que siguió fue de esos que hablan más que las palabras. Kakashi se levantó lentamente, dirigiéndose hacia la puerta, pero antes de irse, se giró para mirar a Iruka una vez más.

—Cuídate, Iruka. No sabemos cuándo vendrá la tormenta, pero debemos estar listos.

Y con esas palabras, se despidió, dejándolo en el aula en silencio.

Iruka observó cómo la puerta se cerraba tras él, un nudo formándose en su estómago. Sabía que Kakashi tenía razón. Esta vez, no habría espacio para la duda o el error.

Aferró los documentos frente a él con más fuerza, decidido a no fallar cuando llegara el momento.

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Esa noche, Kakashi regresó a su apartamento. La luz de la luna iluminaba débilmente la habitación, y el silencio era lo único que lo acompañaba.

Se dejó caer en la cama, su mente todavía ocupada con todo lo que había discutido esa mañana.

Por un instante, pensó en Iruka, en la tranquilidad que encontraba en su compañía. Kakashi sonrió detrás de su máscara, sabiendo que, sin importar lo que viniera, al menos no estaría solo.

 Kakashi sonrió detrás de su máscara, sabiendo que, sin importar lo que viniera, al menos no estaría solo

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ᴀᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴇʟ (ᴋᴀᴋᴀɪʀᴜ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora