Cap.23

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El aire en la caverna seguía cargado con el residuo del Raikiri, el eco de la electricidad chisporroteaba suavemente en la oscuridad antes de apagarse por completo.

Kakashi, jadeando, bajó la mano con la que había lanzado el ataque final, observando el cuerpo de Kabuto desplomarse sin vida. El silencio que siguió fue ensordecedor.

Iruka se dejó caer, exhalando profundamente mientras su cuerpo finalmente cedía al cansancio.

Sus manos temblaban, no solo por el agotamiento físico, sino por la tensión emocional que había soportado durante toda la batalla.

Habían ganado, pero el peso de lo que significaba esa victoria aún no se había asentado del todo.

—Lo logramos… —susurró Iruka con la respiración entrecortada.

Kakashi, aunque igual de agotado, no pudo evitar una pequeña sonrisa, sincera y cargada de alivio.

—Sí —respondió, dejándose caer a su lado—, lo hicimos.

Ambos se quedaron allí por un momento, disfrutando de la quietud que traía la victoria.

El sonido de sus respiraciones pesadas llenaba el espacio, pero en sus corazones sabían que aquello no era más que un pequeño respiro en medio de una guerra mucho mayor.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Kakashi después de unos minutos, su voz suave pero preocupada. Giró ligeramente la cabeza para observar a Iruka, quien intentaba regular su respiración.

—Agotado —respondió Iruka con una pequeña risa, casi incrédulo de que estuvieran vivos—, pero al menos estamos enteros. Tú, ¿estás bien?

Kakashi asintió con la cabeza, aunque su expresión mostraba señales de cansancio y dolor acumulado.

—Hemos pasado por algo peor, ¿no? —intentó bromear, pero la seriedad del momento lo mantuvo en silencio después de su comentario.

La sonrisa de Iruka se desvaneció lentamente mientras observaba las sombras de la caverna, su mente retrocediendo a los últimos minutos, a la desesperación que había sentido enfrentando a Kabuto.

No era un guerrero, no como Kakashi. Y sin embargo, había dado todo lo que tenía para proteger a su compañero.

Iruka desvió la mirada hacia Kakashi, quien ahora mantenía los ojos cerrados, intentando recuperar algo de energía. Había sido increíble, como siempre.

Pero en medio de su admiración, Iruka no podía evitar sentir una profunda preocupación por el hombre que había luchado tantas batallas, cargando el peso de innumerables pérdidas y sacrificios.

El silencio entre ellos se prolongó hasta que Kakashi habló nuevamente, sin abrir los ojos.

—Iruka, lo que hiciste hoy… fue increíble.

Iruka sintió una leve punzada de sorpresa al escuchar las palabras de Kakashi.

A pesar del cansancio, el ninja copiador se había dado cuenta del esfuerzo que Iruka había puesto en protegerlo. Iruka, incómodo por el elogio, desvió la mirada hacia el suelo.

—Solo hice lo que tenía que hacer —respondió en voz baja—. No podía dejar que te ocurriera algo.

Kakashi abrió lentamente los ojos, observando a Iruka. En su mirada había algo más que simple reconocimiento.

Era gratitud, pero también una conexión más profunda, algo que no necesitaba ser expresado en palabras.

—Lo sé —dijo Kakashi con suavidad—. Pero te pusiste en peligro por mí. Y no puedo… no quiero que eso vuelva a pasar.

Iruka se giró hacia él, frunciendo el ceño.

—¿Qué estás diciendo? No voy a quedarme al margen mientras luchas solo. Somos compañeros en esto. No me puedes pedir que te deje pelear sin mí.

Kakashi sostuvo su mirada, su expresión tan calmada y firme como siempre, pero en el fondo había una tensión que Iruka podía percibir.

—No se trata de pelear solo —dijo finalmente Kakashi—. Se trata de que no quiero verte herido, o peor. He perdido a demasiadas personas que me importan. No podría soportar perderte a ti también, Iruka.

Las palabras de Kakashi cayeron pesadamente en el silencio que los rodeaba. Iruka sintió su corazón dar un vuelco al escuchar la sinceridad en la voz de Kakashi.

No había rastro de su habitual indiferencia, ni de la frialdad que solía mantener para protegerse.

Iruka tragó saliva, su propia voz se sintió más pequeña cuando habló.

—Kakashi… no voy a irme. Estoy aquí para ti, en todo momento. No importa cuántas veces intentes alejarme, no voy a dejar que cargues con todo tú solo. Eso es lo que significa para mí estar a tu lado.

Kakashi lo observó en silencio por un momento, y luego, sin previo aviso, dejó escapar una risa suave, cansada, pero genuina.

—Eres demasiado terco —dijo Kakashi, sacudiendo la cabeza—, pero creo que eso es lo que me gusta de ti.

Iruka sintió su rostro calentarse ligeramente ante la confesión, y miró hacia otro lado, un tanto avergonzado.

Sin embargo, no pudo evitar sonreír también. Después de todo, no era común escuchar a Kakashi ser tan directo sobre sus sentimientos.

—Será mejor que salgamos de aquí —dijo Iruka, aún con la sonrisa en los labios mientras se ponía de pie con esfuerzo.

Kakashi asintió y se levantó también, aunque de manera más lenta, debido a las heridas acumuladas durante la batalla.

—Sí —respondió Kakashi—, pero primero, ¿qué tal si descansamos unos minutos más? No creo que pueda moverme mucho por ahora.

Iruka rió suavemente y se sentó de nuevo junto a Kakashi, permitiéndose un último momento de tranquilidad antes de enfrentarse al mundo exterior.

Ambos sabían que la batalla que acababan de librar era solo un preludio de lo que vendría, pero por ahora, se conformaban con la pequeña victoria compartida, y el simple hecho de no estar solos.

Ambos sabían que la batalla que acababan de librar era solo un preludio de lo que vendría, pero por ahora, se conformaban con la pequeña victoria compartida, y el simple hecho de no estar solos

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ᴀᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴇʟ (ᴋᴀᴋᴀɪʀᴜ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora