Cap. 20

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El campo de batalla se desplegaba ante ellos, un caos de gritos, acero y polvo. El aire estaba cargado con la tensión de una guerra que aún no había terminado.

Sin embargo, para Kakashi e Iruka, algo había cambiado. Aunque sus cuerpos estaban tensos, listos para pelear, la sombra de la soledad que los había acompañado durante tanto tiempo ya no pesaba sobre ellos de la misma manera.

—Ahí están —murmuró Kakashi, señalando a un grupo de ninjas enemigos que avanzaban desde las ruinas cercanas.

Iruka asintió, apretando los puños mientras sus ojos seguían los movimientos calculados de Kakashi.

Aún estaban en guerra, pero la presencia de Kakashi a su lado le daba una sensación de seguridad que no había sentido antes. Se movieron al unísono, como si siempre hubieran luchado juntos.

—Cuidado a la izquierda —advirtió Kakashi, lanzando un kunai hacia un enemigo oculto entre los escombros.

Iruka giró rápidamente, bloqueando un ataque que venía de otro lado con su kunai, su cuerpo respondiendo casi por instinto.

La batalla los envolvía, pero a diferencia de antes, no sentía ese vacío interno que solía acompañarlo en medio del caos.

Lucharon codo a codo, repeliendo ataques y contraatacando con precisión. Pero a medida que la batalla continuaba, el agotamiento comenzaba a hacerse sentir.

El enemigo era implacable, y aunque sus habilidades combinadas los mantenían con vida, sabían que no podían seguir así por mucho más tiempo.

De repente, una explosión sacudió el campo, lanzando una nube de polvo y escombros al aire. Iruka sintió el impacto antes de verlo, y cuando el humo se disipó, notó a Kakashi a unos metros de distancia, cayendo de rodillas.

Su instinto fue correr hacia él, pero otro grupo de enemigos lo interceptó.

—¡Kakashi! —gritó Iruka, mientras bloqueaba desesperadamente los ataques de los oponentes que lo rodeaban.

Kakashi, jadeando, se levantó lentamente, limpiándose el polvo del uniforme. Con su Sharingan destellando en el ojo visible, lanzó una mirada rápida a Iruka antes de desaparecer en un parpadeo, reapareciendo junto a él.

—No puedes librarte de mí tan fácilmente —dijo Kakashi, con una leve sonrisa, bloqueando el ataque que estaba dirigido a Iruka.

Juntos, terminaron con los últimos enemigos que los rodeaban. Las explosiones y los gritos aún resonaban a su alrededor, pero por un momento, parecían estar en su propio mundo, el uno con el otro.

—¿Estás bien? —preguntó Iruka, su voz mostrando la preocupación que sentía.

Kakashi asintió, aunque su rostro mostraba signos de cansancio.

—He tenido días peores —respondió, tratando de quitarle importancia a su estado—. Pero necesitamos reagruparnos. Esto no ha terminado.

Antes de que pudieran avanzar, una nueva figura emergió entre las sombras, avanzando lentamente hacia ellos.

Kakashi se tensó, su mano instintivamente alcanzando su kunai, pero al darse cuenta de quién era, sus ojos se abrieron con sorpresa.

—No puede ser… —murmuró Kakashi, sus palabras apenas audibles.

Frente a ellos, con una expresión desafiante y fría, estaba un viejo conocido: Kabuto. Sus ojos brillaban con malicia, y el aire alrededor de él parecía volverse más pesado.

—Así que han sobrevivido hasta aquí, ¿eh? —dijo Kabuto con una sonrisa torcida—. Lástima que no vayan a durar mucho más.

Kakashi entrecerró los ojos, evaluando rápidamente la situación. Sabía que Kabuto no era alguien a quien subestimar, y si estaba aquí, significaba que las cosas podrían complicarse rápidamente.

—Iruka, mantente alerta —susurró Kakashi, poniéndose en posición de ataque—. Este no es un enemigo cualquiera.

Iruka asintió, sintiendo un nudo formarse en su estómago. Sabía de Kabuto, de su participación en innumerables atrocidades durante la guerra y de su capacidad para manipular cuerpos y mentes.

Este sería un desafío diferente a cualquiera que hubieran enfrentado hasta ahora.

Kabuto avanzó lentamente, sus manos brillando con un chakra afilado. Cada paso que daba parecía estar calculado, como si ya supiera cómo iba a terminar este enfrentamiento.

—Hace tiempo que no veía a Kakashi Hatake en acción —dijo Kabuto con burla—. Aunque parece que el hombre detrás de la máscara finalmente ha decidido mostrarse. Qué patético.

Iruka sintió cómo sus manos se tensaban alrededor de su kunai, pero antes de que pudiera reaccionar, Kakashi dio un paso adelante.

—Este no es tu campo de juego, Kabuto —dijo Kakashi, su voz baja pero firme—. Te sugiero que te retires antes de que sea demasiado tarde.

Kabuto soltó una carcajada fría, y en un instante, desapareció de la vista. Iruka se giró rápidamente, buscando a su alrededor, pero Kakashi ya estaba en movimiento, anticipando el ataque.

Kabuto reapareció detrás de ellos, pero antes de que pudiera lanzar un ataque, Kakashi bloqueó su movimiento, sus ojos rojos brillando intensamente.

—No vas a tocarlo —dijo Kakashi en voz baja, sus palabras llenas de determinación.

La batalla entre los tres fue rápida y feroz, Kabuto mostrando su habilidad para anticipar y contrarrestar los movimientos de ambos.

Sin embargo, Kakashi y Iruka se movían como si fueran uno solo, cubriéndose las espaldas mutuamente, cada ataque sincronizado con precisión.

A pesar de la dificultad, había algo que les daba fuerza: la confianza mutua que habían cultivado en ese oscuro sótano.

—No importa lo que pase, Iruka —murmuró Kakashi mientras luchaban—. No estamos solos.

 No estamos solos

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ᴀᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴇʟ (ᴋᴀᴋᴀɪʀᴜ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora