La luz del sol se filtraba suavemente por las ventanas, iluminando la habitación con un brillo cálido y sereno. El sonido lejano de los pájaros anunciaba el amanecer, pero dentro del cuarto, el tiempo parecía detenerse. Eunmin dormía plácidamente de lado, su respiración rítmica llenando el aire con una paz que contrastaba con la tormenta emocional que Jay sentía en su interior.
Jay estaba recostado a su lado, observándola, acariciando su cabello con cuidado como si tuviera miedo de despertarla. De vez en cuando, dejaba mechones de su suave pelo detrás de su oreja, memorizando cada detalle de su rostro, cada línea de su expresión tranquila. Quería retener este momento para siempre, grabarlo en su memoria, porque sabía que las cosas no serían tan fáciles a partir de ahora.
El peso de la verdad lo aplastaba. Su padre no había aceptado a Eunmin, y el futuro que tanto temía se acercaba más rápido de lo que deseaba. El matrimonio arreglado con Giselle era inminente. Esa realidad lo carcomía por dentro. ¿Cómo iba a explicarle a Eunmin que no importaba lo que él deseara, que había cosas fuera de su control?
Jay cerró los ojos por un segundo, tragándose el nudo que sentía en la garganta. Sabía que debía contarle, pero no podía reunir el valor suficiente. ¿Cómo podría decirle que, a pesar de todo lo que habían compartido, todo lo que él sentía por ella, sus padres ya lo habían decidido todo? Que él iba a ser el novio de otra chica, alguien que no era Eunmin.
Pero el hecho de separarse de ella lo corrompía, le desgarraba el alma. No podía imaginar su vida sin esos momentos en los que su risa iluminaba todo a su alrededor o cuando sus ojos se entrecerraban ligeramente cuando estaba concentrada en algo. Era como si en el mundo de caos que los rodeaba, Eunmin fuera el único lugar donde encontraba verdadera paz.
Mientras la observaba dormir, no pudo evitar que su mente viajara al pasado, a ese día en que todo comenzó, el día que su corazón había caído en picado sin que él se diera cuenta.
Era una tarde cálida de otoño, pero el viento soplaba lo suficiente como para enfriar la piel y darle un toque de dramatismo a la atmósfera. Las carreras de la noche estaban por comenzar, y todo el mundo estaba emocionado por ver el enfrentamiento entre Soojin y Heeseung. Era la primera carrera en la que todos estaban reunidos, la adrenalina palpable en el aire, pero Jay estaba lejos de la emoción.
Estaba sentado solo en las gradas viejas, apartadas del bullicio. Encendió un cigarrillo y exhaló el humo lentamente, viendo cómo se disipaba en el aire. Había algo en las carreras que le daba una sensación de libertad, pero no ese día. Su mente estaba ocupada en otros asuntos, pensando en el peso de las expectativas de su padre, en el futuro que se le estaba trazando sin siquiera haberlo pedido.
Fue en ese momento cuando la vio. No recordaba haberla visto antes, pero en cuanto sus ojos se posaron en ella, algo dentro de él cambió.
Eunmin estaba de pie junto a una moto en particular, observándola con una mezcla de admiración y concentración. Había algo hipnótico en la manera en que su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia la moto, como si la estuviera estudiando. El viento soplaba con fuerza, y su cabello se balanceaba en el aire, ondulando con cada ráfaga. Pero lo que más le llamó la atención fue la sonrisa que se formó en la comisura de sus labios. No era una sonrisa grande, era casi imperceptible, pero lo suficiente para que Jay se quedara paralizado por un momento.
Ese fue el instante. El momento en que algo se encendió dentro de él.
Su cigarrillo quedó olvidado en sus dedos mientras no podía apartar los ojos de ella. Había algo en la forma en que miraba la moto, en la manera en que se movía con esa naturalidad, que le hizo sentir que no había visto a alguien tan viva en mucho tiempo. En ese instante, ella era todo lo que importaba, como si el resto del mundo se hubiera desvanecido.
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WOULD YOU KISS ME
Teen Fiction𝓔𝓷 𝓮𝓵 𝓫𝓾𝓵𝓵𝓲𝓬𝓲𝓸𝓼𝓸 𝓪𝓮𝓻𝓸𝓹𝓾𝓮𝓻𝓽𝓸 𝓭𝓮 𝓘𝓷𝓬𝓱𝓮𝓸𝓷, 𝓭𝓲𝓮𝔃 𝓬𝓱𝓲𝓬𝓪𝓼 𝓼𝓮 𝓬𝓻𝓾𝔃𝓪𝓷 𝓹𝓸𝓻 𝓬𝓪𝓼𝓾𝓪𝓵𝓲𝓭𝓪𝓭, 𝓾𝓷𝓲𝓭𝓪𝓼 𝓹𝓸𝓻 𝓾𝓷 𝓭𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓪𝓾́𝓷 𝓷𝓸 𝓬𝓸𝓶𝓹𝓻𝓮𝓷𝓭𝓮𝓷 𝓭𝓮𝓵 𝓽𝓸𝓭𝓸. 𝓒𝓪𝓭𝓪...