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Killy estaba limpiando las últimas mesas del Boulevard Café, el lugar con temática aesthetic donde trabajaba los fines de semana. Las luces cálidas del local se reflejaban en las superficies brillantes, dándole un aire acogedor mientras la tarde comenzaba a caer en Seúl. Con una mano pasaba el trapo húmedo por la mesa, mientras con la otra revisaba su móvil. Un mensaje reciente de Luna iluminaba la pantalla:

"La nena: Ya vuelvo a Seúl en unos días, prepárate porque vamos a salir sí o sí, Kiki. Te extraño."

Killy sonrió para sí misma al leer el mensaje. Luna siempre tenía ese toque optimista que lograba animarla, incluso cuando el cansancio del trabajo comenzaba a hacerse sentir. Iba a responderle algo sarcástico, como de costumbre, pero en ese instante, la campanilla de la puerta de la cafetería sonó, indicando la entrada de nuevos clientes.

-Lo sient-...-comenzó Killy, levantando la vista para ofrecer su cordial saludo, pero las palabras se detuvieron en su garganta al reconocer quién había entrado.

Nicholas. Y no estaba solo. Entraba con la misma energía despreocupada de siempre, su pelo rojo aún algo desordenado después de una tarde de baile. 

Lo acompañaban Mingyu y Maki, los dos chicos con los que había bailado en la calle esa misma mañana. Killy se quedó congelada por un segundo, el trapo húmedo en sus manos sin moverse. Sentía un nudo en el estómago, como si algo estuviera a punto de suceder.

Nicholas, por su parte, no pareció sorprendido al verla, pero sí le dirigió una sonrisa amplia que la hizo sentir un extraño calor en las mejillas.

-¿No me digas que trabajas aquí, Killy?-preguntó con esa voz grave y relajada que tanto la desconcertaba. Sus amigos detrás de él saludaron con la mano, algo más tímidos.

Killy parpadeó, sacudiéndose la confusión antes de forzar una sonrisa profesional.

-Sí, eh... aquí trabajo. ¿Van a pedir algo o solo pasaban a saludar?-Intentó sonar casual, pero notó que su voz temblaba un poco. 

No estaba preparada para esto, para verlo después de la sensación extraña que había experimentado al verlo bailar.

-Ambas cosas, creo-Nicholas se acercó a la barra, donde Killy había dejado el trapo de limpiar- ¿Tienes algo bueno para recomendar?-preguntó, sus ojos brillando con diversión.

Mingyu y Maki se quedaron más atrás, explorando el ambiente de la cafetería, pero Nicholas no apartaba la vista de ella. La cercanía era casi abrumadora, y Killy sintió que su corazón latía con más fuerza de lo normal. ¿Por qué Nicholas siempre lograba ponerla tan nerviosa?

-Depende de lo que te guste-respondió Killy, intentando recuperar la compostura. Giró sobre sus talones y comenzó a preparar una bebida, algo que pudiera calmar el ambiente tenso que se estaba creando en su cabeza-¿Eres más de café o prefieres algo más dulce?-añadió, levantando la mirada brevemente para encontrarse con la de él.

Nicholas apoyó un codo sobre la barra, observándola con una sonrisa que parecía conocer el efecto que causaba en ella.

-Sorpéndeme. Confío en tu criterio, Killy.

Eso la descolocó aún más, pero no dejó que se notara. Con una pequeña sonrisa, empezó a preparar un café con leche y un toque de vainilla, una de las bebidas favoritas de la casa. Mientras lo hacía, los otros dos chicos se acercaron, hablando entre ellos y echando un vistazo al menú colgado en la pared.

-Así que, ¿siempre trabajas aquí los fines de semana?-preguntó Nicholas, sin dejar de mirarla.

-Sí, cuando no tengo clases de ballet-respondió Killy sin apartar la vista de la máquina de café, concentrándose en no parecer más afectada de lo que ya estaba.

WOULD YOU KISS MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora