Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
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La habitación estaba sumida en una cálida penumbra, con solo el tenue resplandor de la lámpara de mesa iluminando suavemente el espacio. Peter y Amélie estaban acurrucados en la cama, envueltos en las mantas. La tranquilidad del momento contrastaba con el bullicio del día, y Peter, con un brazo rodeando la cintura de Amélie, disfrutaba del calor que ella emanaba.
De repente, sintió un movimiento inusual. Una fuerte patada provenía del vientre de Amélie, haciendo que Peter se despertara lentamente. Aún aturdido por el sueño, se incorporó un poco, observando el rostro de su novia, que dormía plácidamente. Sin embargo, la patada llegó de nuevo, esta vez más fuerte, como si el pequeño dentro de ella estuviera reclamando su atención.
─ Wow ─murmuró Peter, sonriendo mientras se inclinaba hacia ella. ─ ¿Sientes eso?
Amélie abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras se despertaba.
─ ¿Qué? ─preguntó, algo confundida, antes de sentir otra patada, esta vez más fuerte. Sus ojos se iluminaron, y una sonrisa apareció en su rostro. ─ Oh, sí. ¡Está muy activo esta noche!
Peter se acomodó más cerca de ella, colocando una mano suavemente sobre el vientre de Amélie, justo donde había sentido las patadas.
─ ¡Es increíble! ─dijo, su voz llena de emoción. ─ Puedo sentirlo.
Amélie asintió, disfrutando del momento.
─ Ha estado moviéndose mucho últimamente ─confesó, sintiendo una mezcla de alegría y sorpresa. ─ A veces me hace sentir que tengo una fiesta dentro de mí.
─ ¿Debería ir a buscarle un pastel? ─bromeó Peter, sintiéndose aliviado de ver la sonrisa en el rostro de Amélie. ─ Parece que está celebrando algo.
Amélie se rió, sintiéndose más cómoda en su abrazo.
─ Tal vez debería llevarme un cupcake para compartir ─respondió, disfrutando de la cercanía de Peter.
Peter se quedó allí un momento, sintiendo cómo el pequeño se movía bajo su mano, como si supiera que su padre estaba allí. Era un momento extraordinario, uno que recordaría para siempre.
─ Nunca pensé que podría sentir algo así ─dijo Peter, su tono más serio ahora. ─ Es… mágico.
Amélie lo miró, su corazón lleno de amor y gratitud.
─ Y pensar que esto es solo el comienzo ─murmuró, sonriendo al imaginar el futuro que les esperaba. ─ Seremos una familia, Peter.
─ Sí, lo seremos ─respondió él, mirando a los ojos de Amélie con ternura. ─ Y no hay nadie más con quien preferiría compartirlo.
Peter se inclinó hacia adelante, plantando un suave beso en los labios de Amélie. Ella se sonrojó, y ambos compartieron una risa ligera, sintiéndose más unidos que nunca.