Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
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Era lunes por la mañana y el campus de la universidad estaba lleno de estudiantes que iban y venían, conversando animadamente y compartiendo risas. Sin embargo, para Peter, el ambiente era cualquier cosa menos alegre. A medida que caminaba por el pasillo, su mente aún estaba llena de la incertidumbre de la noche anterior con Amélie y de lo que eso significaba para ellos. No podía evitar pensar que tal vez, después de todo, su relación era más complicada de lo que parecía.
Al llegar a su clase de biología, se sentó junto a Ned, que ya lo esperaba con una sonrisa.
—¿Cómo fue tu fin de semana? —preguntó Ned, inclinándose hacia adelante con curiosidad.
Peter se encogió de hombros. No quería contarle sobre su encuentro con Amélie, pero el silencio entre ellos parecía pesado.
—Bien, solo vi algunas películas. —Mintió, esperando que Ned no presionara más.
Ned lo miró con desconfianza, como si sospechara que había algo más. Sin embargo, el timbre sonó y la profesora entró en el aula, obligando a Peter a concentrarse en la clase.
A mitad de la lección, un murmullo comenzó a extenderse por la sala. Peter levantó la vista y vio a un grupo de estudiantes populares en la parte trasera, riéndose de algo. Su mirada se encontró con la de Amélie, que se sentaba al otro lado del aula, con su mirada fija en el grupo, visiblemente incómoda. No podía ignorar la sensación de que algo estaba mal.
Tras la clase, Peter se acercó a Amélie, que estaba recogiendo sus cosas con rapidez.
—¿Qué pasó? —preguntó, intentando ocultar su preocupación.
Ella evitó su mirada, sus ojos centrados en su mochila.
—Nada, solo… cosas de la universidad —dijo con voz baja.
—¿No te vi mirar a esos chicos? —insistió Peter, sintiendo un nudo en el estómago.
Amélie suspiró, finalmente mirando a Peter.
—Estaban hablando de mí y de lo que pasó en la fiesta. Dicen cosas estúpidas… —sus palabras se desvanecieron, y su voz temblaba ligeramente.
Peter sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que el drama en la universidad podía ser cruel, pero no imaginó que afectaría a Amélie de esa manera.
—¿Qué dijeron? —preguntó, su preocupación creciendo.
Amélie miró hacia un lado, como si estuviera luchando con sus pensamientos.
—Que fui solo un "capricho" y que no fui nada comparada con otras chicas. Que solo estaba "jugando" —dijo con un tono triste.
Peter sintió una oleada de furia. Nadie debería tratar a Amélie de esa manera. Sin pensar en las consecuencias, se volvió hacia el grupo de populares que todavía reían al final del pasillo.
