Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
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Amélie se sentó en la clase de biología, tratando de concentrarse en la lección sobre la genética. El profesor hablaba sobre la herencia de los rasgos y cómo se transmiten de una generación a otra. Sin embargo, la atención de Amélie era difícil de mantener. Desde que comenzó a avanzar en su embarazo, especialmente en esta última semana, el bebé parecía tener una energía inagotable.
Mientras el profesor explicaba un concepto importante, Amélie sintió una serie de movimientos en su vientre, como si el pequeño estuviera dando patadas o revolviéndose. Intentó ignorar la incomodidad, pero cada vez que su concentración comenzaba a mejorar, otra serie de movimientos la distrajo.
Amélie se recargó en el respaldo de su silla, llevando una mano a su vientre para calmar al bebé. Miró a su alrededor y notó que algunos de sus compañeros estaban tan absortos en la lección que no parecían darse cuenta de su lucha interna. Ella sonrió débilmente, sintiéndose un poco fuera de lugar en ese momento.
Al final de la fila, Ned se dio cuenta de que Amélie parecía inquieta. Le lanzó una mirada preocupada y, al ver que ella seguía tocándose el vientre, se inclinó un poco hacia adelante.
─ Oye, ¿estás bien? ─preguntó en voz baja, intentando no interrumpir al profesor.
Amélie asintió, aunque sabía que su rostro mostraba un poco de frustración.
─ Solo un poco inquieta… El bebé no deja de moverse ─murmuró, sin querer distraer a los demás.
Ned sonrió comprensivamente.
─ ¿Quieres salir un momento? A veces un poco de aire fresco ayuda ─sugirió, sabiendo que la situación podía volverse incómoda para ella.
Amélie dudó por un momento, pero al sentir otra serie de patadas, decidió que era una buena idea.
─ Sí, creo que eso podría ayudar ─respondió, levantándose y despidiéndose del profesor con un gesto de mano.
Salieron del aula y se dirigieron al pasillo, donde el aire fresco del lugar alivió un poco la tensión acumulada en su cuerpo. Amélie se apoyó en la pared, cerrando los ojos por un momento.
─ A veces siento que es como si estuviera haciendo una danza dentro de mí ─dijo, riendo suavemente.
Ned se rió también.
─ A lo mejor está practicando para ser un bailarín ─bromeó. ─ O tal vez simplemente le gusta el ritmo de la clase.
Amélie sonrió, pero luego se volvió un poco más seria.
─ A veces me preocupa si le estoy dando todo lo que necesita. No puedo evitar sentir que no soy lo suficientemente buena como mamá.
Ned frunció el ceño, sintiendo la preocupación de su amiga.
─ No pienses así. No puedes controlar todo lo que hace el bebé. Solo asegúrate de cuidar de ti misma. Peter y tú serán geniales como padres, créeme ─la animó, tocando su hombro con confianza.