Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
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Esa noche, Peter se preparó mentalmente para la conversación más difícil que había tenido con Amélie. Se sentó en su cama, revisando sus palabras una y otra vez en su mente. Sabía que debía ser honesto con ella, pero el temor de su reacción lo mantenía inquieto.
Cuando Amélie llegó, se le iluminó la cara al verlo. La alegría en sus ojos lo llenó de calidez, pero a la vez, lo hizo sentirse más ansioso. Se abrazaron, y el contacto fue un alivio momentáneo ante la tensión que sentía.
—¿Qué tal tu día? —preguntó Amélie, sentándose a su lado en la cama.
—Bien... bueno, en realidad he estado pensando mucho en nosotros. —Peter tomó un respiro profundo—. Hay algo que necesito decirte.
Amélie frunció el ceño, notando la seriedad en su voz.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?
—Sí, sí. —Peter sacudió la cabeza, tratando de despejar la confusión—. Es solo que... soy Spider-Man.
Amélie soltó una risita, pensando que era una broma.
—¿En serio? —dijo, con una sonrisa burlona—. Muy ingenioso, Parker. ¿Y yo qué soy, tu chica araña?
Peter la miró con seriedad, sin rastro de una broma en su rostro.
—No estoy bromeando, Amélie. Soy Spider-Man.
Amélie se quedó en silencio, observándolo con incredulidad.
—¿Estás... hablando en serio? —preguntó, su tono cambiando lentamente a una mezcla de confusión y curiosidad.
—Sí, lo estoy. —Peter se levantó y se alejó un poco. Con un movimiento rápido, saltó hacia el techo de su habitación, adhiriéndose a él como una araña. Se quedó allí, boca abajo, mirando a Amélie con una sonrisa.
Sus ojos se abrieron como platos, completamente sorprendida.
—¡No! ¡Esto no puede ser real! —exclamó, dando un paso atrás.
Peter se bajó y se acercó a ella, notando cómo su expresión de incredulidad cambiaba gradualmente a asombro.
—Mira esto. —Peter extendió su mano y disparó una telaraña hacia el ventilador de la habitación, sujetándola firmemente antes de soltarla, volviendo a caer suavemente en el suelo—. No es solo un disfraz, Amélie. Tengo poderes.
Amélie no podía apartar la vista de él, su mente luchando por procesar lo que estaba viendo.
—Eres... realmente Spider-Man. —susurró, mientras sus ojos recorrían cada detalle de su rostro.
—Sí. Y sé que esto es mucho para asimilar, pero he estado luchando con esto. No quería ocultarte mi identidad, pero hay muchas cosas en mi vida que son complicadas.
Amélie dio un paso hacia atrás, su mente aún intentando aceptar la revelación.
—¿Y todas esas veces que salías a “dar una vuelta” o te desaparecías de repente... era porque estabas siendo Spider-Man?
