Capítulo 41

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La noche estaba tranquila cuando Peter llegó a casa

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La noche estaba tranquila cuando Peter llegó a casa. Después de casi cuatro meses de estar fuera, la emoción de volver a ver a Amélie y Benjamin lo llenaba de alegría. La oscuridad de la casa contrastaba con la luz tenue de la lámpara en la sala, donde se podía escuchar el sonido suave de un televisor. Sin hacer ruido, abrió la puerta y se asomó a la sala.

Al entrar, sus ojos se posaron en una escena adorable: Benjamin estaba saltando en su cuna, riendo y aplaudiendo mientras sus pequeñas manos agarraban los barrotes con entusiasmo. Era un espectáculo que lo hizo sonreír de inmediato.

—¿Y tú qué estás haciendo, pequeño saltarín? —susurró Peter, acercándose con cuidado para no despertar a Amélie, quien dormía plácidamente en el sofá.

Benjamin se dio cuenta de que su padre estaba allí y, emocionado, comenzó a señalarlo, repitiendo una y otra vez: “¡Papá! ¡Papá!” Peter sintió que su corazón se derretía al escuchar la voz de su hijo. En ese instante, todo lo que había vivido en las últimas semanas se desvaneció.

—Sí, soy yo, campeón —dijo Peter, agachándose para levantar a Benjamin con cuidado. El pequeño se lanzó a sus brazos, riendo y dejando escapar un pequeño chillido de felicidad.

—¡Papá! —exclamó, su carita llena de alegría.

Peter lo sostuvo contra su pecho, sintiendo cómo su pequeño se aferraba a él. Benjamin había crecido tanto en esos meses, y ver su carita iluminada le recordaba lo importante que era estar presente en su vida.

Mientras abrazaba a su hijo, Peter no pudo evitar mirar a Amélie. Ella estaba allí, hermosa y tranquila, con el cabello desordenado sobre el sofá, una manta cubriéndola. El cansancio y el estrés de los últimos meses se evaporaron al ver la escena familiar ante él.

—Mira quién ha vuelto, Benjamin —susurró, levantando al pequeño para que pudiera ver a su madre—. La mamá ha estado esperando verte también.

Benjamin, con su energía característica, se movió en los brazos de Peter, señalando a Amélie con una risa contagiosa. Fue un momento tan tierno que Peter se sintió abrumado por el amor.

Decidió que era hora de despertar a Amélie. Se acercó lentamente y le dio un suave beso en la frente. Ella se movió un poco, entreabriendo los ojos antes de sonreír al ver a Peter y a Benjamin en su regazo.

—Hola, hermosa —dijo Peter, su voz llena de cariño.

—¿Peter? —preguntó, aturdida y aún medio dormida. Pero luego se sentó de golpe, los ojos bien abiertos—. ¡Estás aquí!

Amélie se levantó rápidamente, casi olvidando que aún estaba envuelta en su manta.

—No puedo creer que estés de vuelta —dijo, con una sonrisa brillante en su rostro.

—Sí, y más feliz que nunca de estar aquí —respondió, mirando a su hijo en sus brazos.

Benjamin, emocionado por la reacción de su madre, extendió sus brazos hacia ella, y Amélie lo tomó con delicadeza. Su expresión de amor era indescriptible, como si cada segundo de espera hubiera valido la pena.

—Te extrañamos mucho, Peter —dijo Amélie, mirándolo a los ojos.

—Yo también los extrañé, más de lo que pueden imaginar —respondió, acercándose a ambos y abrazándolos con ternura. El amor de su familia lo envolvía, y en ese instante, supo que todo sacrificio había valido la pena.

Mientras se acomodaban en el sofá, Peter acarició el cabello de Amélie, sintiéndose en casa por fin. Aunque los días anteriores habían sido duros, este momento hacía que todo valiera la pena. Benjamin balbuceaba felizmente en los brazos de su madre, mientras Peter los observaba, sintiéndose agradecido por cada segundo que pasaba con ellos.

Peter se despertó temprano aquella mañana, sus ojos parpadeando lentamente mientras el sol comenzaba a iluminar la habitación. Giró la cabeza hacia Amélie, que aún dormía profundamente a su lado. Una sonrisa suave apareció en su rostro mientras observaba cómo la luz dorada acariciaba sus rasgos.

Con cuidado, Peter se incorporó un poco y dirigió su mirada al vientre de Amélie, que ahora estaba claramente redondeado por el embarazo de casi seis meses. El corazón le dio un vuelco. Era un sentimiento que nunca había experimentado antes, una mezcla de asombro, gratitud y emoción al ver cómo su hijo crecía dentro de ella.

Se deslizó lentamente hacia abajo en la cama, colocándose al nivel de su vientre. No quería despertarla, así que acercó una mano con suavidad, apenas rozando la piel tensa y cálida de su abdomen. El simple hecho de sentir ese ligero contacto lo llenó de una felicidad indescriptible.

Mientras acariciaba el vientre de Amélie, sintió un ligero movimiento. Su hijo estaba despierto y activo, y eso lo hizo sonreír aún más.

—Hey, pequeño —susurró Peter, con la voz llena de cariño—. Es papá.

En ese momento, una pequeña patada respondió a su toque, como si el bebé estuviera reconociendo su voz. Peter se emocionó al sentir la vida que crecía en su interior. Era increíble pensar que en tan solo unos meses tendría a su segundo hijo en brazos, un pequeño ser que ya formaba parte de su corazón.

Amélie, sintiendo el toque de Peter y el movimiento del bebé, comenzó a despertarse lentamente. Se estiró un poco y luego abrió los ojos, encontrándose con la imagen de Peter acariciando su vientre con una expresión de ternura absoluta.

—Buenos días —dijo ella con una voz suave y adormilada, sonriendo al verlo tan embelesado.

Peter levantó la mirada, con sus ojos brillando de emoción.

—Buenos días, hermosa —respondió, y luego bajó la mirada de nuevo a su vientre—. Estaba saludando a nuestro pequeño o pequeña. No puedo creer lo rápido que ha crecido.

Amélie sonrió y colocó su mano sobre la de Peter, sintiendo el calor de sus dedos sobre su piel.

—Sí, ya no falta mucho —dijo ella, con una mezcla de ilusión y nerviosismo—. Cada día se siente más real.

Peter la miró con un amor inmenso, sus ojos llenos de orgullo.

—Estás increíble, Amélie. No puedo creer lo afortunado que soy de tenerte, y de estar creando una familia contigo —dijo, inclinándose para darle un suave beso en el vientre antes de levantar la vista nuevamente.

Amélie se rió ligeramente, acariciando el cabello de Peter.

—Es una locura pensar que todo esto empezó hace no tanto tiempo —comentó ella, sus ojos llenos de amor por él y su pequeño hijo.

—Y pensar que Benjamin ya va a ser hermano mayor —dijo Peter, con una risa suave—. Será interesante ver cómo lo toma.

Amélie asintió, también riendo ante la idea de su hijo mayor explorando su nuevo rol de hermano. Pero en ese momento, solo disfrutaban del presente, del vínculo que los unía aún más mientras esperaban la llegada del nuevo miembro de su familia.

—Te amo, Peter —murmuró Amélie, sus ojos brillando de emoción.

—Y yo a ti —respondió él, besando suavemente su vientre una vez más antes de subir y besar sus labios—. A los dos.

 A los dos

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ᴀ ᴛʀᴀᴠᴇs ᴅᴇ ʟᴀ ᴠᴇɴᴛᴀɴᴀ ᵖᵉᵗᵉʳ ᵖᵃʳᵏᵉʳ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora