Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tres semanas después, la vida de Amélie había tomado un giro inesperado. Se despertó una mañana y, al vestirse para ir a la universidad, se dio cuenta de que sus pantalones favoritos no le cerraban. Frustrada, se miró en el espejo, observando cómo la ligera redondez de su vientre se había convertido en algo más evidente. La realidad de su situación se hacía más difícil de ignorar cada día.
Amélie intentó ponerse un par de pantalones diferentes, pero la historia era la misma. Después de varios intentos infructuosos, se dejó caer en la cama, sintiéndose abrumada. Había estado tratando de ocultar su condición, pero era evidente que no podría hacerlo por mucho más tiempo. La incomodidad física era una señal de que algo había cambiado irrevocablemente.
─¿Qué voy a hacer? ─murmuró para sí misma, sintiendo una mezcla de miedo y emoción.
Tomó su celular y le envió un mensaje a Peter.
Amélie: ¿Podemos hablar más tarde?
Peter respondió rápidamente, como siempre.
Peter: Claro, ¿todo bien?
Amélie dudó un momento antes de contestar.
Amélie: Sí, solo que necesito hablar contigo de algo importante.
Después de unos minutos de nerviosismo, se vistió con una falda que le quedaba bien y salió de su habitación, tratando de mantener la calma. Sabía que no podía seguir escondiendo su secreto por mucho más tiempo, especialmente con Peter. Cuando llegó a la universidad, se sintió un poco más tranquila al ver a su novio esperándola en la entrada.
─Hola, preciosa ─dijo Peter, sonriendo al verla.
Amélie sintió una punzada de amor y tristeza a la vez. Quería compartir su vida con él, pero el miedo a su reacción la paralizaba.
─Hola ─respondió, intentando sonar alegre.
Mientras caminaban hacia la cafetería, Peter la miró con curiosidad.
─¿Estás bien? Te ves un poco... diferente ─dijo, su tono casual, pero su mirada era de preocupación.
Amélie sintió que su corazón latía con fuerza. Se detuvo y se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.
─Peter, hay algo que necesito decirte ─empezó, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.
Él la miró fijamente, y en su expresión podía ver la mezcla de amor y preocupación.
─¿Es algo malo? ─preguntó, inclinándose un poco hacia ella.
Amélie tragó saliva, sintiendo que era ahora o nunca.
─No es malo, pero... creo que te sorprenderá. ─Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas.─ Estoy... estoy embarazada.
Peter se quedó en silencio, sus ojos abiertos como platos. El mundo alrededor de ellos parecía desvanecerse mientras su mente procesaba la noticia.