Peter era un héroe que no le tenía miedo a nada ni a nadie, pero....había un problema, y si,si tenía miedo, miedo de invitar a salir a una chica y ser rechazado cruelmente.
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Peter se dio cuenta de que algo había cambiado en Amélie. Era sutil al principio; ella parecía tener más antojos y, a veces, se comía su almuerzo y el de él sin pensarlo dos veces. En una de esas ocasiones, mientras compartían una comida en la cafetería de la universidad, Peter observó cómo Amélie devoraba un plato de pasta y luego se dirigía a la barra de postres como si no hubiera comido en días.
─¿Tienes un agujero negro en el estómago o qué? ─bromeó, sonriendo mientras la miraba.─ Te veo comiendo más que nunca.
Amélie, con la boca llena, se detuvo un momento y se rió.
─¿Qué puedo decir? ¡La comida está deliciosa! ─respondió, aunque en el fondo sabía que no era solo eso. El bebé dentro de ella estaba exigiendo atención y nutrientes, algo que ella todavía no podía revelar. Aún no se sentía lista para compartir esa parte de su vida con Peter.
Mientras él continuaba hablando sobre lo que habían hecho en clase, Amélie se perdió en sus pensamientos. Sentía una mezcla de emoción y nerviosismo, especialmente cuando pensaba en cómo Peter reaccionaría si llegara a enterarse. ¿Sería capaz de manejarlo? Se preguntaba si se vería a sí misma como una madre joven, y aún no había encontrado una respuesta a esas preguntas.
Después de su almuerzo, caminaron juntos hacia la clase de biología. Mientras subían las escaleras, Peter la miró de reojo, y ella pudo notar su preocupación en la forma en que entrecerraba los ojos.
─¿Estás bien? Te veo un poco distraída últimamente ─preguntó él, tocando suavemente su brazo.
─Sí, estoy bien ─respondió Amélie rápidamente, dándole una sonrisa amplia para ocultar su ansiedad.─ Solo he estado pensando en algunas cosas.
─¿Cosas sobre el baile de graduación? ─preguntó Peter con una sonrisa cómplice.─ Porque tengo algunas ideas locas.
Ella se rió y asintió, aunque su mente seguía volando hacia la posibilidad de su situación.
─Sí, eso. También he estado pensando en lo que quiero hacer después de la universidad ─dijo, tratando de mantener la conversación ligera.
Peter sonrió, sin darse cuenta de la lucha interna que ella estaba experimentando. Para él, la vida era un mar de posibilidades y sueños, y quería que Amélie fuera parte de todo eso. Sin embargo, lo que él no sabía era que la vida se había complicado de una manera que cambiaría su futuro para siempre.
Cuando llegaron a clase, se sentaron juntos y comenzaron a hablar sobre el trabajo que tenían por delante. Amélie trataba de concentrarse, pero había un peso en su pecho que no podía ignorar. La emoción de tener una nueva vida creciendo dentro de ella se mezclaba con el miedo de lo que eso significaba.
A medida que la clase avanzaba, ella se dio cuenta de que tenía que empezar a hacer planes, no solo para su propio futuro, sino también para el futuro del pequeño ser que llevaba dentro. La idea de ser madre era abrumadora, pero también hermosa. Por primera vez, se sintió verdaderamente conectada con la vida que estaba creando.
