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Era una tarde soleada en la ciudad, y el ruido del parque te envolvía mientras paseabas. El aroma de las flores recién florecidas se mezclaba con las risas de los niños y el sonido de las hojas al viento. Llevabas a tu sobrino de seis años, Liam, a disfrutar de un día de juegos. Él corría por los columpios, riendo y gritando mientras disfrutaba cada momento.
De repente, un grito emocionado atrajo tu atención.
—¡Mira, mami! ¡Es el piloto de carreras!
Siguiendo la dirección de su dedo, te encontraste con un hombre alto con un corte de cabello característico, hablando con un grupo de personas. Era Max Verstappen, el famoso piloto de Fórmula 1. A pesar de su fama, su presencia era cálida y accesible, y no era difícil ver por qué era querido por muchos.
—Liam, no es tu mami, soy tu tía —le recordaste con una sonrisa—. Pero sí, ese es Max.
Tu sobrino te miró con ojos brillantes, lleno de admiración.
—¿Podemos ir a pedirle un autógrafo?
Antes de que pudieras responder, Liam ya estaba corriendo hacia Max, quien había terminado su charla y se estaba despidiendo de algunos fans. Aceleraste el paso, intentando alcanzarlo, pero el pequeño era rápido.
—¡Hola, Max! —Liam gritó, con toda la valentía que podía reunir—. Soy tu fan. ¡Quiero ser piloto de carreras como tú!
Max se agachó, sonriendo ante la sinceridad del niño.
—¡Hola, pequeño! —respondió, su voz amable y entusiasta—. ¿Te gusta la Fórmula 1?
Liam asintió vigorosamente, emocionado.
—¡Sí! ¡Mi tía me lleva a ver las carreras!
En ese momento, lograste alcanzar a tu sobrino y te presentaste.
—Lo siento, no quería que te interrumpiera. Soy su tía, Lila. —Sonreíste, sintiendo un ligero rubor en tus mejillas al darte cuenta de que estabas hablando con uno de los pilotos más reconocidos del mundo.
Max te miró, y en sus ojos había una chispa de interés.
—No te preocupes. Es genial ver a un futuro piloto —dijo, dándole una palmadita a Liam en la cabeza. Luego, dirigiendo su mirada hacia ti, agregó—: ¿Siempre traes a tu sobrino a las carreras?
—Sí, siempre que puedo. Es un gran fan. —Te encogiste de hombros, tratando de no parecer demasiado nerviosa, aunque su presencia te hacía sentir algo diferente.
—Quizás debería llevarlo a una carrera algún día —sugirió Max, su sonrisa amplia y genuina—. Sería genial tenerlo en el paddock.
Liam saltó de emoción.