La casa era más luminosa de lo que Minseok recordaba, o tal vez simplemente la veía con otros ojos ahora que estaba ahí, listo para quedarse. Desde la entrada, podía sentir cómo todo se acomodaba a su alrededor: las paredes, los espacios, hasta el silencio le sonaba distinto, más acogedor. Había perdido la cuenta de cuántas veces, en el último año, había caminado por ese mismo lugar imaginando que un día no tendría que irse, que algún día no sería la casa de "Minhyung y Dahye", sino la de "Minhyung y Minseok." Ahora, ese día por fin había llegado, y no podía ser más perfecto.
—Entonces... ¿qué te parece? —La voz del mayor lo sacó de sus pensamientos.
Minseok giró y vio al más alto apoyado en el marco de la puerta, observándolo con una sonrisa tranquila y esos ojos que parecían comprender todo sin que él dijera nada. Minhyung se acercó, metió las manos en los bolsillos y lo miró con la paciencia de alguien que sabe que el otro tiene todo el tiempo del mundo para contestar.
—Aún me cuesta creerlo —murmuró Minseok, recorriendo con la vista el espacio—. Es como si... como si al fin todo lo que imaginé estuviera pasando.
Minhyung sonrió y se encogió de hombros con un toque de picardía.
—Sigues en las nubes... —bromeó—. Ya me tienes aquí, no tienes que preocuparte más.
El más bajo dejó escapar una risa baja, incapaz de contener la felicidad que sentía. Era tan fácil reírse ahora, tan fácil sentirse completo con solo esa broma ligera y la cercanía de Minhyung. No tenía que esforzarse más por alcanzar algo imposible porque ya lo tenía: tenía a Minhyung.
Se volvió hacia sus cajas, las pocas cosas que había traído desde los dormitorios del equipo. Empezó a sacarlas, y mientras acomodaba las cosas en la habitación —su habitación—, una calma increíble lo envolvió. Por fin había llegado a donde quería estar. Cada prenda doblada, cada pequeño objeto, hasta las cosas insignificantes como su taza de café favorita o los libros que nunca terminaba de leer, todos tomaban su lugar en una vida que ya no le parecía prestada. Ahora, todo lo que era de Minhyung también le pertenecía, y sentía que no había un rincón en esa casa que no lo incluyera
Minhyung caminó hacia él, deteniéndose solo un momento antes de deslizar los brazos alrededor de su cintura, apoyando la barbilla en su hombro. El menor se giró un poco, lo suficiente para ver el rostro de Minhyung desde el ángulo perfecto, como si aquel fuera un retrato majestuoso que quería guardar en su mente. Antes habría sentido la necesidad de comprobar que Dahye no estaba en algún rincón de la casa, recordándole de manera incómoda que él siempre sería la segunda opción, la sombra. Pero ahora, no había dudas ni competidores.
El mayor pareció captar el peso de su mirada y, más serio, le acarició el rostro con suavidad.
—Minseok... ¿estás bien con todo esto? —preguntó, refiriéndose claramente a la casa que antes compartía con Dahye—. No quiero que te sientas incómodo, no quiero que te parezca... raro.
Minseok lo miró con una mezcla de sorpresa y ternura, porque para él no había nada raro en esto, no en lo absoluto. Al contrario, sentía que al fin estaba reclamando todo aquello que siempre había deseado, que por fin tenía la vida que tanto anhelaba y que esa casa no era más que una confirmación de ello.
—¿Incómodo? —repitió, riendo y mirando a su alrededor con satisfacción—. Minhyung, esta casa es nuestra ahora, y cada rincón aquí me dice eso. No me molesta, al contrario, siento que finalmente estoy... reclamando lo que es mío.
Minhyung lo miró un momento en silencio, como si procesara sus palabras, y luego una sonrisa amplia se extendió en su rostro mientras apretaba más el agarre en la cintura del menor.
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Homewrecker ;; Keria x Gumayusi
FanficMinseok ha vivido a la sombra del éxito toda su vida, siempre el segundo mejor en todo lo que hace. Pero cuando el nuevo coach, Lee Minhyung, entra en escena, la oscuridad de su insignificancia comienza a desvanecerse, y con ella, nace en el joven j...