CAP 11

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Diez años habían pasado desde la última vez que Sana había visto a Jihyo y a Tzuyu en persona. El tiempo había volado, pero los recuerdos de su infancia seguían tan vivos como siempre. Japón se había convertido en su hogar, pero ahora, por fin, regresaría a su ciudad natal. No podía contener la emoción mientras escribía un correo a "Jihyo".

Sana: "¡Jihyo! Tengo una noticia increíble: ¡voy a regresar a la ciudad en dos semanas! No sabes lo emocionada que estoy de verte a ti y a Tzuyu. Ha pasado tanto tiempo... pero también me pone un poco nerviosa. Después de tantos años, creo que sería bueno que me envíes una foto para reconocerte cuando llegue. ¿Te parece?"

Sana sonrió mientras enviaba el mensaje, imaginando la sorpresa de su amiga. Sabía que la vida en la ciudad había cambiado mucho desde que se fue, y estaba ansiosa por ver todo con nuevos ojos. Sin embargo, lo que no sabía era que Tzuyu, no Jihyo, sería quien recibiría el mensaje.

Esa misma tarde, Jihyo tenía una importante competencia de voleibol. Su equipo había llegado a la final del torneo, y todos estaban expectantes. Como siempre, Tzuyu estaba en las gradas, apoyándola. Jihyo era la estrella del equipo, y Tzuyu, aunque había seguido un camino más académico, siempre estaba a su lado.

El partido estaba reñido, pero en el último minuto, Jihyo realizó el mate definitivo, dándole la victoria a su equipo. El estadio estalló en aplausos, y todos corrieron a levantarla, lanzándola al aire en celebración. Entre risas y vítores, Jihyo fue bajada de nuevo al suelo, donde, sin pensarlo, corrió a abrazar a Tzuyu.

Jihyo: "¡Lo logré, Tzuyu! ¡Somos campeonas!"

Tzuyu la abrazó de vuelta, sonriendo con orgullo. Después del partido, todo el equipo decidió ir a celebrar a una fiesta. Entre el bullicio y la alegría, todos pidieron tragos para festejar, pero Tzuyu, fiel a sí misma, solo pidió una Coca-Cola. Observaba desde su asiento cómo el ambiente se volvía cada vez más animado. Una chica muy hermosa no dejaba de coquetear con Jihyo, y esta, entre risas y bromas, le seguía el juego.

Tzuyu (pensando): "Qué gracioso... Siempre dice que no tiene tiempo para esto."

Tzuyu no pudo evitar sonreír ante la escena, recordando cuántas veces Jihyo había afirmado que su vida estaba demasiado ocupada como para tener citas. A pesar de la escena, sabía que Jihyo solo estaba disfrutando del momento, sin ninguna intención seria.

Ya avanzada la madrugada, la fiesta comenzaba a desvanecerse. Tzuyu, como siempre, se ofreció a llevar a Jihyo a su casa. Jihyo estaba visiblemente ebria, apoyándose pesadamente en Tzuyu mientras caminaban.

Jihyo: "Tzu, eres la mejor... siempre cuidándome..."

Con una sonrisa, Tzuyu la guió hasta su habitación y la ayudó a tumbarse en la cama. Mientras Jihyo se acomodaba, Tzuyu se sentó por un momento frente al ordenador de su amiga. Al encenderlo, vio el mensaje de Sana. Al leerlo, no pudo evitar saltar de la emoción.

Tzuyu (en voz baja): "¡Sana va a regresar! ¡Va a regresar!"

La emoción la invadió y, sin darse cuenta, hizo más ruido del que debería. Despertó a Jihyo y hasta asustó a algunos miembros de la casa.

Jihyo (adormilada): "¿Qué pasa, Tzu...? ¿Qué estás haciendo?"

Tzuyu: "¡Sana va a volver a la ciudad! Me acaba de enviar un correo diciendo que viene en dos semanas."

Jihyo murmuró algo entre sueños y se volvió a dormir, completamente agotada por el alcohol y el partido. Pero Tzuyu no podía calmarse. Estaba emocionada, pero también nerviosa. Sana había pedido una foto para reconocer a Jihyo cuando llegara, pero... ¿qué debía hacer?

Tzuyu (pensando): "¿Le mando una foto mía o de Jihyo? Si le envío la de Jihyo, continuaré con esta mentira... pero si le mando la mía, todo se descubrirá. ¿Qué debo hacer?"

Las dudas la invadieron. Después de tantos años respondiendo en nombre de Jihyo, se había acostumbrado a la cercanía que compartía con Sana. Pero ahora que Sana iba a regresar, la verdad parecía inevitable. Tzuyu se quedó observando la pantalla del ordenador, tratando de decidir qué hacer, mientras el rostro de Sana, sonriente en sus recuerdos, la hacía sentir una mezcla de miedo y esperanza.

EL DILEMA DEL CORAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora