Dinero

132 22 7
                                    

Sunghoon entró a la farmacia mirando a la mujer por un largo tiempo intentando hacer que las palabras salieran de su boca.

—¿Sí?—preguntó ella y Sunghoon tuvo que hablar. 

—Me da una caja de condones—dijo casi audible.
   
—¿De cuáles?

Sunghoon tragó saliva y miró los condones pensando en cuáles podrían ser buenos para usar, habían demasiados.

—De los normales.

Pagó los condones y salió de la fría farmacia.

El día estaba algo nublado, en realidad era extraño ver días soleados allí, ese lugar era horrible. Deseaba algún día poder salir de ese lugar, lo único bueno que podía pensar de ese lugar era haber conocido a Sunoo.

Lo conocía de poco, pero sentía que lo suyo iba a durar y mucho. 

Sunoo era el tipo de persona que Sunghoon buscaba. Un chico muy inteligente, hábil, puede deducir que es tierno y sentimental y a pesar de su espíritu quebrado sentía que podía ayudarlo o al menos protegerlo.

Por otro lado, Sunoo revisaba los cajones de Sunghoon hasta que dio con una calceta negra que servía de bolsa para unos billetes.

Sonrió enormemente al dar con el clavo de Sunghoon. Fue sencillo hacer que se retrasara.

Tomó el dinero y se quedó mirando el cuarto entero. Era extraño el sentimiento, sentía mucha culpa, pero lo ignoró y en la puerta de entrada observó una vez la acogedora casa y salió.

Unos minutos después, Sunghoon llegó y no había nadie. 

Se quedó con la boca abierta al darse cuenta que Sunoo se había ido, sacó la caja de condones y la lanzó al suelo, caminó a su habitación y el miedo le recorrió por todo el cuerpo.

Su dinero no estaba, el dinero de su deuda. Tenía que salir a buscarlo, sino jamás saldría de eso.

No conocía a Sunoo, pero una corazonada lo llevó a su antiguo edificio abandonado, pero él no se encontraba allí porque habían personas preparando la demolición del edificio.

Siguió caminando sintiéndose decepcionado hasta llegar a un puente en un canal.

Estaba atardeciendo debía encontrarlo, estaba por darse por vencido hasta que lo escuchó hablar

—Sé que te mentí, pero no quería ser una carga—Sunoo lo miró serio y le mostró la calceta.

—Ven, podemos arreglarlo—dijo y se acercó hasta él.

—Sunghoon... ¿arreglar qué cosa? Sólo sientes que me quieres porque al igual que tú tampoco tengo a alguien.

—No es verdad—Sunghoon se acercó un poco más y Sunoo estiró la mano hacia el puente con la calceta colgando—sólo lo siento, ¿no es así como funciona el amor?

—No sé, pero te haré elegir, sólo quiero acabar con todo y tú estás ahí de pie y siento que no puedo—suspiró.—Mátame, si no lo haces tiraré tu dinero al canal.

Sunghoon se lamió los labios y negó con la cabeza. Caminó a paso lento hacia él y le dio un abrazo.

Sunoo se quedó quieto, estaba completamente desconcertado y soltó el dinero. El abrazo permaneció hasta que Sunoo le correspondió.

—Mátame—dijo con la voz quebrada—, tire tu dinero, mátame.

—Ya estás bien—dijo acariciando su cabello—, estarás bien. Es sólo dinero, tú vales más que eso.

Sunoo se soltó a llorar en el hombro de Sunghoon mientras él le acariciaba la espalda consolandolo.

༺☆༻

—Esta semana no puedo pagar—mencionó Sunghoon—perdí el dinero.

—Sunghoon qué estúpido—soltó Jay—, ¿Sabes lo que va a pasar?

—¿Una semana más? 

—¡No idiota! ¡Tengo que matarte!

Sunghoon se quedó con la boca abierta.

—Una semana, no seas imbécil ¡Soy tu hermano!

Jay negó con la cabeza y le entregó un expediente.

—Tendrás que pagarlo de otra forma—señaló la foto de un señor con el rostro algo arrugado y su cabello peinado de una forma en la que no se mirara su calvicie—. Este hombre, ¿lo conoces?

—Claro, es el gobernador.

—Bien, lo quiero muerto.

—¿Por qué?

—Porque sí, ya sabes, tu vida o la de él—dijo. Sunghoon negó sin quitar la molestia en su rostro—. Si te hace sentir mejor, él no es una buena persona.

El sicario golpeó con fuerza el escritorio.

—¿Quién de nosotros es verdaderamente una buena persona?

Jay sonrió con sorna y su hermano se giró saliendo del cuarto.

Se llevó ambas manos a la cabeza pensando en lo problemático que podría ser que lo descubrieran, se supone que eran asesinatos a gente común, pero hacerle eso a un hombre de gobierno. Fácil podían localizarlo. 

Llegó a su casa desganado, pero su rostro cambió al ver a Sunoo sentado leyendo un libro. Bajó el libro quitándose sus lentes y se levantó para darle un pequeño beso en sus labios.

Después del puente Sunoo no quería ir de regreso, temía que Sunghoon estuviera muy enojado con él, pero parecía más preocupado. Lo abrazó toda la noche y no hubo zona de su cara que se quedara sin beso.

Sunghoon en verdad había sido un ángel todo el tiempo. No podía simplemente dejarlo y huir. Él ya había demostrado que en verdad le importaba y eso a Sunoo lo enamoró.

—¿Todo bien, bebé?

—El trabajo es una mierda—dijo sentándose en el sillón y estirando todo su cuerpo sobre él.

—Es una vida de mierda—dijo regresando su atención a su libro "Las ventajas de ser invisible"—incluso en mi libro.

Cerró el libro de nuevo y miró a Sunghoon por unos momentos y luego sonrió para ir a sentarse en el regazo de Sunghoon.

—¿Qué haces?

Sunoo se movió lento y soltó un gemido. Sunghoon dejó caer su cabeza hacia atrás y por instinto puso sus manos en su cintura y lo acomodó sobre su entrepierna.

Sunoo se movió lento y Sunghoon reaccionó sintiendo que eso no estaba bien, no quería que Sunoo hiciera algo sólo porque estaba en su casa.

—No lo hagas—Sunoo se giró a verlo con una ceja enarcada—, no quiero que lo hagas por compromiso, sino quieres está bien.

Sunoo asintió, se levantó de las piernas y fue al cuarto de Sunghoon. Mientras él se quedó procesando lo bien que se sintió aquello y una parte de él se lamentó por haberlo detenido, pero estaba bien, Sunoo estaba bien.

Regresó y le lanzó la caja de condones a la cabeza.

—No tengo problema.

Kill Me || SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora