Kill Me || Sungsun

Soledad

Sunghoon estaba casi igual de dañado que Sunoo, a pesar de todo, Sunghoon nunca lo dejaría. Se había enamorado perdidamente de él. 
 
De la forma en la que sonreía, de su manera de hablar y de moverse. Incluso se enamoró de sus cicatrices, de sus pesadillas, de su parte que olvidaba por completo la razón, de su lado más frágil. 

Sunghoon no sabía cómo, pero estaba enamorado de aquel chico de ojos tristes y pensamientos suicidas.

Aquella noche habían intentado volver a tener un bebé, esta vez sería diferente. Sunghoon le aseguró que sería diferente y Sunoo aceptó, decidió confiar en él porque de igual manera estaba muy enamorado.

Enamorado de sus malos hábitos, de su mirada intimidante, de la forma en la que se concentraba al disparar, pero se había enamorado mucho más de la persona que era cuando estaban en su casa. La persona que lo besaba con cariño en las noches y que lo acompañaba en sus malos ratos, de la persona que lo perdonó. Sunghoon se había convertido en alguien importante para él. Algo que jamás pensó sentir.

Ambos estaban muy enamorados, querían estar juntos por siempre, pero había algo que no podían olvidar y era que Jay vigilaba a Sunghoon, había una probabilidad de que supiera sobre Sunoo, pero Sunghoon no quería arriesgarse más por lo que Sunoo ya no podía acompañarlo a ningún lado y él aceptó porque Sunghoon le prometió que se irían juntos y que tendrían un bebé, no había nada que lo hiciera más feliz que eso.

Comenzar una vida desde 0.

Esa semana habían tenido sexo con la esperanza de algún embarazo, pero la prueba marcaba negativo.

—Quizás es demasiado pronto—dijo Sunghoon—, tuvimos sexo también ayer.
 
—Quizás—Sunoo tiró a la basura la prueba.

Sunghoon estaba vestido con su traje negro, listo para ir con Jay, había dicho que necesitaba verlo de inmediato, que era una emergencia. 

Sunghoon le dio un beso y luego frotó su nariz con la suya.

—Cuando regrese te daré una sorpresa.

—¿Qué sorpresa?—preguntó Sunoo.
 
—Si te la digo tendría que adelantarla—mordió su labio y Sunoo se soltó a reír.
 
—Será cómo todas, entonces—bromeó.

—Esta vez te va a gustar mucho más.

Sunoo sólo se rio, se despidieron y lo vio irse. Cerró la puerta con candado y se asomó por la ventana mirando a Sunghoon irse por la calle.
 

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—Los Kang saben dónde vives—le dijo Jay. Sunghoon se quedó con la boca abierta.—Tuviste suerte que sean tan estúpidos como para amenazarme.
 
—En ese caso debo regresar por-

—Puede que sea parte del plan—dijo Jay—, pero no podemos arriesgarnos a que te quedes ahí, es decir, eres el mejor asesino, estoy seguro que podrías asesinar a los Kang, pero no me quiero arriesgar a nada así que te compré un boleto para otro país. Estarás lejos por un tiempo y después regresarás. 

—Yo no me puedo ir—dijo Sunghoon enojado.

—No tienes nada aquí, es mejor que te vayas o vas a morir.

Sunghoon tragó saliva.

—Entonces, déjame regresar por mis cosas.

—El vuelo sale en diez minutos ya está todo listo. Igual estarás muy ocupado así que no son vacaciones.

Sunghoon se quedó serio por unos momentos y se dio la vuelta pateando la puerta.

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