Capítulo 10: Celos

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La noche caía sobre la ciudad, sumida en una quietud inquietante mientras las sombras de la Liga de Villanos se movían a través de las calles vacías

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La noche caía sobre la ciudad, sumida en una quietud inquietante mientras las sombras de la Liga de Villanos se movían a través de las calles vacías. Esta vez, la misión recaía en Astrid, quien debía infiltrarse en un depósito de suministros propiedad de una agencia de héroes, recolectar información y, si era necesario, sabotear los recursos.

La joven se ajustó la capucha oscura y echó un último vistazo a los alrededores. Se encontraba en una azotea, esperando la señal para descender. Sin embargo, antes de que pudiera moverse, sintió una presencia conocida a su lado.

—No pensé que necesitaras ayuda para algo tan simple —dijo una voz rasposa y burlona. Dabi apareció en las sombras, con su típico aire de despreocupación, las manos metidas en los bolsillos.

Astrid lo ignoró, concentrándose en su misión. Sabía que Dabi era propenso a intervenir, pero esta vez tenía órdenes claras de actuar sola. Aun así, el villano no parecía dispuesto a dejarla en paz tan fácilmente.

—¿Vas a quedarte callada toda la noche? —Dabi sonrió torcidamente mientras se acercaba, su voz teñida de un tono descarado—. Podrías divertirte un poco, ¿no crees?

Astrid entrecerró los ojos, irritada por la interrupción. —Tengo trabajo que hacer. Si no vas a ser útil, desaparece.

Dabi soltó una risa suave, como si su actitud fría no lo afectara en absoluto. Al contrario, parecía disfrutar de su seriedad. Dio un paso más cerca, hasta quedar a unos centímetros de ella, su aliento cálido chocando contra el aire frío de la noche.

—¿Siempre tan profesional, eh? —murmuró, inclinando un poco la cabeza, su mirada descendiendo brevemente a los labios de Astrid antes de volver a sus ojos—. Pero apuesto a que te diviertes de otras formas… cuando nadie está mirando.

Astrid sintió el calor subir a su rostro, pero se negó a dejar que él la afectara. Su autocontrol era impecable, pero no podía negar que la presencia de Dabi, con su confianza descarada y su forma de mirarla sin ningún pudor, comenzaba a alterarla.

—¿Qué demonios quieres, Dabi? —espetó, manteniendo su tono bajo para no llamar la atención de posibles vigilantes.

Él se encogió de hombros, como si su sola presencia fuera justificación suficiente. —Solo estoy disfrutando de la vista.

Astrid frunció el ceño, pero antes de que pudiera responderle, Dabi alzó una mano, casi como si fuera a tocar su mejilla, pero se detuvo a unos milímetros de su piel.

—Podrías relajarte un poco, ya sabes. No siempre hay que ser tan seria —susurró, su tono ahora bajo y grave, lo suficiente para hacerla sentir incómoda por la cercanía.

Ella le apartó la mano con brusquedad, sus ojos destellando de irritación. —Aléjate de mí.

Dabi rió nuevamente, pero esta vez retrocedió un paso, alzando las manos en señal de rendición. —Tranquila, tranquila. Solo estoy jugando. Pero si alguna vez te cansas de estar tan tensa, ya sabes dónde encontrarme.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora