Esa noche, después de aquel beso tierno, Astrid se encontraba en su habitación, tumbada en la cama, mirando el techo mientras pensaba en lo que había sucedido con Shigaraki. A pesar de lo que solía decirle —que todo lo que pasaba entre ellos era un error—, algo en su interior le hacía volver una y otra vez. Él tenía una forma de atraparla, como si fuera imposible mantenerse lejos de él.
Suspiró, girándose en la cama, mirando su ventana. Sabía que, al final del día, siempre volvía a lo mismo. Estaba confundida, sí, pero también había una especie de conexión entre ellos que no podía negar.
Al día siguiente, mientras la Liga de Villanos se reunía en la base, Shigaraki estaba organizando los detalles de su próxima misión. Él se veía concentrado, pero Astrid podía notar cómo, de vez en cuando, su mirada se desviaba hacia ella. Era sutil, pero lo suficiente para que sintiera una ligera tensión en el aire.
Dabi, como siempre, no perdió la oportunidad para molestar.
—Oye, Shigaraki, ¿ya pensaste en qué parte de la misión va a encargarse Astrid? —preguntó con su tono despreocupado, aunque su mirada estaba fija en ella—. Con esos movimientos que tiene, seguro impresionará a más de uno.
Shigaraki lo miró con frialdad, pero no dijo nada en ese momento. Astrid solo levantó una ceja y suspiró, consciente de que Dabi solo lo hacía para molestar a ambos.
—No te preocupes, Dabi, sé hacer mi trabajo —respondió ella con calma, cruzándose de brazos.
Shigaraki apretó los labios, claramente irritado, pero decidió ignorar los comentarios de Dabi. Sin embargo, más tarde, cuando estaban solos en una de las habitaciones de la base, él no pudo evitar dejar salir algo de esa frustración contenida.
Astrid estaba revisando algunos papeles cuando sintió que Shigaraki se acercaba por detrás. Sin decir nada, él la abrazó por la cintura, apoyando su barbilla en su hombro.
—¿Qué haces? —preguntó ella, aunque su tono no mostraba resistencia.
—Nada importante —murmuró él, apretando un poco más su abrazo—. Solo quiero asegurarme de que no olvides quién manda aquí.
Astrid sonrió ligeramente, sabiendo que esto era más que una simple broma. Shigaraki siempre tenía esa forma de marcar su territorio, especialmente cuando se trataba de ella.
—¿Ah, sí? —preguntó ella en un tono juguetón—. ¿Y quién sería ese?
Shigaraki giró su rostro para besar suavemente el costado de su cuello, su respiración cálida contra su piel.
—Yo —susurró con firmeza—. Y no dejaré que Dabi ni nadie más se meta en esto.
Astrid se giró un poco para mirarlo directamente a los ojos, sus rostros a solo centímetros de distancia. Ella sabía que Shigaraki era posesivo, pero había algo en su forma de ser que le hacía sentir protegida de una manera retorcida.
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𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜ
FanfictionDe pequeños se odiaban, pero de adultos se tienen ganas..