Capítulo 32: Cariño

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La luz del sol se filtraba suavemente a través de las ventanas de la base, creando un ambiente cálido en el que Astrid se movía con una determinación tranquila

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La luz del sol se filtraba suavemente a través de las ventanas de la base, creando un ambiente cálido en el que Astrid se movía con una determinación tranquila. Había decidido ayudar a Dabi a curar sus recientes quemaduras, las cuales, aunque ya estaban sanando, aún requerían atención. Al entrar en la habitación, encontró a Dabi sentado en una silla, con su camiseta ligeramente arrugada, mostrando las marcas de su batalla reciente.

—¿Listo? —preguntó Astrid, sosteniendo un pequeño botiquín con varios frascos y vendas en sus manos.

Dabi levantó la mirada, mostrándole una sonrisa socarrona.

—Si no me matas en el proceso, tal vez esté listo —respondió, tratando de hacer una broma mientras se acomodaba en la silla.

Astrid soltó una pequeña risa mientras se acercaba.

—Tranquilo, solo quiero asegurarme de que no se infecten —dijo, abriendo el botiquín y sacando un frasco con un ungüento que olía a hierbas.

Mientras aplicaba el ungüento con cuidado sobre sus quemaduras, Dabi se quedó en silencio, observando cada movimiento de Astrid. Ella era meticulosa, su enfoque era sereno, y a pesar de que él a menudo mostraba una actitud despreocupada, podía sentir su atención y su cuidado.

—¿Te duele? —preguntó ella, mirando de reojo su rostro mientras extendía el ungüento.

—Solo un poco —respondió Dabi, haciendo una mueca leve cuando ella aplicó un poco más de presión—. Pero sabes que puedo aguantar.

—Lo sé —dijo ella con una sonrisa—. Solo quería asegurarme de que no estés actuando como un héroe por ahora.

Dabi soltó una risa, disfrutando del momento.

—No soy un héroe, ya lo sabes. Soy un villano —dijo, haciendo un gesto despreocupado—. Pero no me molestaría tener un poco de cuidado de vez en cuando.

—Eso es lo que estoy haciendo —respondió Astrid, aplicando una venda con delicadeza—. Es mi trabajo cuidar de los que me importan.

Dabi la miró, sorprendido por su sinceridad. Por un momento, la habitación se llenó de una quietud que solo era interrumpida por el suave susurro de la venda al ser colocada.

—Gracias —dijo él, su tono más serio—. A veces, parece que nadie se preocupa, y tú siempre estás ahí para ayudar.

Astrid levantó la vista, encontrando sus ojos.

—Siempre estaré aquí —le aseguró—. No tienes que lidiar con esto solo. Todos nosotros somos un equipo, incluso en la Liga.

Con una sonrisa, Dabi se inclinó un poco hacia adelante.

—¿Y qué hay de Hiroshi? —preguntó—. ¿Le has dado más de sus purés extraños?

—¡Oye! —exclamó Astrid, riendo—. ¡Los dinosaurios son una buena forma de hacer que coma!

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora