Capítulo 12: Madrugada

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Astrid dio vueltas en su cama, incapaz de conciliar el sueño

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Astrid dio vueltas en su cama, incapaz de conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, su mente volvía a la escena anterior en la habitación de Shigaraki. El contacto de sus manos seguía quemando en su piel, y su mirada la había dejado más inquieta de lo que quería admitir.

Finalmente, con un suspiro frustrado, decidió levantarse. El ambiente en la base estaba extrañamente silencioso, lo cual solo intensificaba la sensación de soledad en su mente. Se puso una chaqueta ligera sobre su ropa de dormir y salió de su habitación, dirigiéndose instintivamente hacia donde sabía que encontraría a Shigaraki.

Al llegar a su puerta, se detuvo por un momento. No estaba segura de qué esperaba encontrar ni por qué había sentido la necesidad de buscarlo. Pero algo en su interior le decía que él tampoco estaba durmiendo. Tomando una respiración profunda, tocó suavemente la puerta.

—¿Tomura? —susurró, esperando alguna señal de que estaba despierto.

La puerta se abrió lentamente, y allí estaba él. Shigaraki estaba apoyado en el marco, aún con la misma ropa desaliñada de siempre, su cabello celeste despeinado cayendo sobre sus ojos. Parecía cansado, pero sus ojos brillaban con la misma intensidad que antes.

—¿No puedes dormir? —preguntó, su tono seco pero curioso.

Astrid negó con la cabeza, sintiéndose un poco vulnerable bajo su mirada, pero se mantuvo firme.

—No, y... pensé que tal vez tú tampoco —admitió en voz baja.

Shigaraki no dijo nada por un momento, pero luego dio un paso atrás y dejó que ella entrara en su habitación. El espacio era oscuro, apenas iluminado por la luz tenue de una lámpara de mesa. Astrid se acercó lentamente, sintiéndose extrañamente tranquila a pesar de la tensión latente entre ellos.

—¿Por qué me buscaste? —preguntó Shigaraki, su tono algo más suave de lo habitual, mientras se sentaba en el borde de la cama y la observaba.

Astrid se encogió de hombros, pero su mirada lo dijo todo. Había una conexión entre ellos que, por más que intentaran ignorar, seguía tirando de ambos. Se quedó de pie cerca de él, sintiendo el peso del momento.

—No lo sé —admitió—. Supongo que necesitaba... compañía.

Shigaraki esbozó una media sonrisa, pero no era de burla como de costumbre. Parecía entender lo que no estaba siendo dicho.

—Siéntate —dijo, señalando el espacio a su lado.

Astrid dudó por un segundo, pero luego se sentó junto a él. El silencio entre ellos era cómodo, pero lleno de posibilidades no dichas. Se quedó allí, mirando las sombras moverse en la pared, mientras sentía su presencia a su lado.

Después de un momento, Shigaraki rompió el silencio.

—Siempre que no puedas dormir... puedes venir. Pero no esperes que te deje tranquila —añadió con un tono que sugería tanto advertencia como tentación.

𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora