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Astrid estaba de pie frente al espejo, examinando el nuevo traje que AFO le había dado. Ajustado en todas las áreas correctas, resaltaba su cintura, caderas y pecho de una manera que no esperaba. El material oscuro brillaba bajo la luz tenue, marcando cada curva, y dejaba al descubierto gran parte de sus muslos. Suspiró, ajustando el traje con las manos, mientras sus pensamientos giraban en torno a lo incómodo que era mostrar tanto.
Se giró, evaluando cómo el traje se movía con ella, y aunque entendía que tenía un propósito para la misión, no podía evitar sentirse un tanto expuesta. Decidida a no darle más vueltas, salió de su habitación, lista para reunirse con el resto de la Liga de Villanos.
Al entrar en la sala principal, notó cómo las conversaciones se detenían. Todos los ojos se posaron sobre ella, y la incomodidad creció un poco más.
─ ¡Astrid! ¡Te ves increíble! ─ exclamó Toga, quien estaba sentada en un sillón, mirándola con admiración.
Twice soltó un silbido bajo. ─ ¡Wow, eso es nuevo! Pero... ¿es demasiado? ¡Es perfecto! No, tal vez no... ─ murmuraba, perdido en su propia confusión.
Dabi, apoyado contra una pared, sonrió ligeramente. Sus ojos recorrieron la figura de Astrid con descaro. ─ Vaya, parece que alguien decidió ponerse seria hoy.
Astrid ignoró los comentarios, aunque el calor en sus mejillas la traicionaba. Pero su verdadero desafío estaba al fondo de la sala, donde Shigaraki estaba revisando unos documentos.
Él levantó la mirada lentamente, sus ojos se detuvieron en ella, y por un instante, no dijo nada. Solo la observó con una expresión inescrutable.
─ Bonito traje ─ murmuró finalmente, su tono frío, pero había una chispa de algo más en su mirada. ─ ¿Quién te lo dio? ¿AFO? ─ Su irritación era evidente.
Astrid cruzó los brazos, intentando mantener la compostura. ─ Es solo un traje para la misión ─ respondió con indiferencia, pero sabía que Shigaraki no la dejaría ir tan fácil.
Shigaraki dejó los documentos y se levantó, caminando hacia ella con pasos lentos y calculados. ─ ¿Solo un traje? ─ repitió, su mirada bajando brevemente antes de regresar a sus ojos. ─ No parece solo un traje.
─ Lo que importa es la misión, no lo que llevo puesto ─ replicó Astrid, manteniendo su tono firme.
Shigaraki se detuvo frente a ella, demasiado cerca, creando una tensión palpable. ─ Claro... pero asegúrate de no distraer a los demás, ¿entendido?
Astrid lo miró desafiante. ─ ¿Preocupado por mí o por los demás?
Shigaraki no respondió de inmediato. En su lugar, inclinó un poco más su cabeza hacia ella, su voz baja y amenazante. ─ Solo asegúrate de que nadie más se acerque demasiado. O podría haber problemas.
El corazón de Astrid latió más rápido, pero no le daría la satisfacción de mostrar nerviosismo. Se sostuvo firme, manteniendo el contacto visual.
Dabi, disfrutando del momento desde su lugar, intervino con una sonrisa. ─ Relájate, Shigaraki. No puedes culpar a los demás por fijarse, con ese traje cualquiera lo haría.
