Habían pasado unos meses desde el nacimiento de Asterion, y la dinámica en casa había cambiado considerablemente. Ahora, con 5 meses, Asterion comenzaba a mostrar más curiosidad por su entorno. Sus pequeños ojos castaños, herencia de su madre, se abrían con atención cada vez que algo captaba su interés, y aunque aún no hablaba, su forma de balbucear y observar el mundo lo hacía parecer un bebé atento y tranquilo.
Hiroshi, por otro lado, había cumplido 4 años y su energía parecía haberse duplicado. Aunque ya entendía mejor que Asterion era parte de la familia, no dejaba de mostrar su rebeldía. Le encantaba ser el centro de atención, y aunque a veces sentía celos de su hermano, se esforzaba por competir con él en cualquier cosa, incluso si Asterion no era consciente de ello.
Aquella mañana, Shigaraki estaba en la cocina preparando un desayuno sencillo mientras Astrid jugaba con los niños en la sala. Asterion estaba sentado en su pequeña sillita, observando con interés todo lo que su madre y su hermano hacían. Balbuceaba alegremente, moviendo las manos como si intentara imitar los gestos de Astrid. Hiroshi, por su parte, corría de un lado a otro, jugando con sus juguetes y haciendo ruido con todo lo que encontraba.
—¡Mira, mamá! —exclamó Hiroshi, mostrando una torre de bloques que había armado—. ¡Es más alta que Asterion!
Astrid sonrió, aunque no pudo evitar notar el tono competitivo en la voz de su hijo mayor. Se acercó a él y le acarició el cabello, con ternura.
—Es una torre muy alta, Hiroshi. Asterion aún no puede hacer algo así, pero seguro le encantaría que le enseñaras cuando sea más grande.
Hiroshi frunció el ceño, como si la idea no le entusiasmara del todo.
—No quiero que me copie —respondió, cruzando los brazos—. Yo soy el mayor.
Astrid se agachó a su altura, mirándolo con paciencia.
—Ser el mayor no significa que tengas que hacer todo solo, Hiroshi. Ser el mayor también significa cuidar de tu hermano y enseñarle cosas.
Hiroshi parecía pensativo por un momento, pero luego soltó un suspiro, claramente no convencido de esa responsabilidad. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Asterion balbuceó algo que sonaba a risa, como si estuviera disfrutando del espectáculo que su hermano le ofrecía.
Astrid rió suavemente mientras tomaba a Asterion en brazos, acariciando su cabello oscuro.
—Parece que a tu hermano le gusta lo que haces, Hiroshi. Mira cómo te observa.
Hiroshi miró a su hermano por unos segundos, notando cómo Asterion seguía cada uno de sus movimientos. Aunque seguía algo renuente, no pudo evitar sonreír, aunque fuera solo un poco. Pero rápidamente se puso serio otra vez y dijo:
—Bueno, entonces que no me copie demasiado.
Shigaraki entró en la sala en ese momento con un plato de tostadas y algo de fruta para los niños. Observó la escena, notando cómo Asterion parecía completamente fascinado con Hiroshi, mientras este trataba de ignorarlo y mantener su orgullo.
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𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜ
ספרות חובביםDe pequeños se odiaban, pero de adultos se tienen ganas..