El sol estaba en su punto más alto cuando Astrid se paró en medio del campo de entrenamiento, respirando hondo mientras preparaba su don. El aire alrededor de ella parecía vibrar mientras extendía las manos, haciendo que varias rocas a su alrededor comenzaran a elevarse. Algunas eran del tamaño de su puño, mientras que otras eran lo suficientemente grandes como para sostener su peso. Era una prueba de agilidad y control, y ella estaba decidida a superarla.
Con un chasquido de sus dedos, las rocas flotaron en el aire, creando un camino desigual pero transitable hacia la meta al otro lado del campo. Sabía que debía mantener su concentración al máximo para mantener las rocas estables, pero también tenía que moverse rápido.
Sin dudarlo, Astrid dio el primer salto, aterrizando en la primera roca con una precisión impresionante. Su don la rodeaba, permitiéndole mantener las piedras flotando bajo sus pies, pero con cada salto sentía cómo el esfuerzo drenaba su energía. A pesar de ello, siguió adelante. Saltó de una roca a otra, corriendo con agilidad, sus movimientos eran ágiles y calculados, como si el mundo alrededor de ella se moviera en cámara lenta.
A medida que avanzaba, los latidos de su corazón se aceleraban, y el sudor comenzaba a formarse en su frente. Cada roca flotante requería más esfuerzo para mantenerla en el aire mientras ella las usaba como soporte. Estaba casi a la meta cuando el peso de su fatiga empezó a hacerse evidente. Su cabeza comenzaba a dar vueltas, y el campo de visión se volvía borroso.
Cuando finalmente llegó a la última roca y saltó hacia la tierra firme, su cuerpo no pudo soportar más. El mareo se apoderó de ella, y sus piernas cedieron. Cayó de rodillas, jadeando por el esfuerzo, sintiendo como si el mundo estuviera girando a su alrededor. Apoyó las manos en el suelo, tratando de recuperar el equilibrio, pero el agotamiento la estaba venciendo.
—Maldita sea... —susurró para sí misma, tratando de estabilizarse, pero sintiendo cómo su energía se desvanecía rápidamente.
De repente, escuchó unos pasos apresurados acercándose. Antes de que pudiera levantar la cabeza, sintió unas manos sujetando sus brazos, ayudándola a incorporarse. Al abrir los ojos, vio a Shigaraki frente a ella, su expresión entre la molestia y la preocupación.
—Te dije que no fueras tan imprudente —gruñó Shigaraki, aunque su agarre en sus brazos fue sorprendentemente cuidadoso. La ayudó a sentarse en el suelo, aún sosteniéndola para que no volviera a caer.
Astrid, aún respirando con dificultad, intentó esbozar una sonrisa. —Tenía que hacerlo... mejorar mi control...
—Sí, y casi te desmayas en el proceso —replicó él, sin soltarla—. ¿De qué te sirve todo ese poder si te destruyes a ti misma?
Astrid apartó la mirada, sintiendo que la frustración se mezclaba con el agotamiento. Sabía que tenía razón, pero odiaba sentirse débil frente a él, especialmente después de todo lo que había logrado. —Solo necesito... un poco más de práctica.
ESTÁS LEYENDO
𝐋𝐚𝐳𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧 ᵗᵒᵐᵘʳᵃ ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ˣ ᵒᶜ
FanfictionDe pequeños se odiaban, pero de adultos se tienen ganas..