ESTRELLA FUGAZ

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Te despertaste esa mañana con una extraña sensación de vacío. Habían pasado días, casi dos semanas desde la conversación en Valencia, desde que Rus salió por la puerta dejándote sola con su promesa y el eco de sus lágrimas. Tomaste el teléfono y lo miraste una vez más. Ningún mensaje nuevo. Ninguna llamada perdida. El nombre de Rus seguía ahí, entre las últimas conversaciones, como un recordatorio constante de lo que habíais sido y lo que ahora faltaba. Cada vez que desbloqueabas el móvil, esperabas encontrar algo, una señal de que Rus estaba pensando en ti tanto como tú lo hacías. Pero siempre te encontrabas con esa pantalla vacía, sin respuestas

Te levantaste de la cama, arrastrando los pies por tu apartamento. El eco de tus pasos resonaba en el espacio solitario. Todo en ese lugar te recordaba a ella: las risas compartidas en la cocina, las noches en las que os quedabais despiertas hasta tarde hablando de vuestros sueños, los conciertos y el caos que era estar con alguien como Rus. Pero ahora todo era distinto, y el vacío era casi insoportable. Decidiste salir. Necesitabas despejarte, huir de esos recuerdos.

En Bilbao, esperando el siguiente concierto, Rus también se encontraba atrapada en su propio caos. Cada día de la gira era una lucha. Los conciertos eran espectaculares, el público entregado, pero algo faltaba. Kiki había intentado hablar con ella, pero Rus siempre evadía el tema. No quería lidiar con los sentimientos que la invadían. Sentía que cualquier conversación sobre ti la desgarraría aún más, y ya estaba al límite de lo que podía soportar

Se tumbó en la cama, mirando el techo de la habitación. Sus dedos jugueteaban con el teléfono, deslizándose por el hilo de mensajes antiguos entre ella y tú. Cada palabra, cada foto, era un recordatorio de lo que había perdido por su propia incapacidad de equilibrar su vida personal y la profesional. Hoy sólo había revisado tu perfil unas cinco veces. Había noches en las que pensaba en llamarte, decirte que todo esto era un error, que quería volver a estar contigo. Pero luego recordaba todas las discusiones, todas las palabras duras que habíais intercambiado, y se convencía de que daros espacio era lo mejor

Pero esa noche, Rus no pudo más. Cogió el teléfono y empezó a escribir

"Te echo de menos."

Quería enviarlo, deseaba hacerlo. Pero el miedo la paralizó. Sus dedos flotaron sobre el botón de enviar por lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente cerró la aplicación sin más

Tú, por tu parte, te habías refugiado en un pequeño parque cerca de tu casa. Sacaste tu libreta de notas, pero cada vez que intentabas escribir, las palabras simplemente no salían. Era como si hubieras perdido la capacidad de expresarte, como si todo lo que querías decir estuviera atrapado en algún lugar al que no podías acceder. De pronto, el sonido de tu teléfono te sobresaltó. Lo sacaste rápidamente, con el corazón acelerado, esperando que fuera Rus. Pero no lo era. Era Vio.
- Tn? - la voz de Vio sonaba suave al otro lado de la línea - estaba pensando en ti, Cómo estás?
- No lo sé, mal, creo - admitiste, frotándote los ojos para contener las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo - siento como si todo estuviera en pausa... cada día que pasa me siento más perdida

Vio guardó silencio un momento, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.
- Daros un tiempo no significa que se haya acabado - dijo finalmente - a veces, lo que más duele es esperar, pero también es necesario. No puedes apresurarte a sanar. Y puede que Rus también esté lidiando con sus propios miedos
- Pero y si este tiempo solo nos aleja más?- preguntaste, tu voz quebrándose al final.
- Es un riesgo — admitió Vio - Pero también es un riesgo no tomar ese espacio para pensar. A veces, hay que confiar en que el tiempo hará su parte

Dejaste escapar un suspiro. Sabías que Vio tenía razón, pero eso no hacía que doliera menos. Colgaste la llamada y te quedaste en silencio

Esa noche, ambas os encontrasteis mirando al cielo, Rus desde su habitación de hotel y tú desde tu propia casa en Zararoza

Rus, después de darle vueltas a su decisión, abrió su teléfono una vez más y miró el mensaje no enviado. No podía quitarse la sensación de que estaba perdiendo algo importante. La duda la consumía, pero no podía tomar una decisión apresurada. Cerró los ojos, tratando de calmar su mente

Tú, por tu parte, te tumbaste en la cama, abrazada a la almohada donde tantas veces habías sentido el calor de Rus. Te giraste hacia la ventana, buscando una distracción, algo que calmara esa inquietud que llevaba semanas creciendo dentro de ti. La luna, redonda y brillante, se alzaba en el cielo como una vieja amiga. No sabías qué esperar, pero una parte de ti anhelaba desesperadamente algo. Una señal. Solo una señal, pensaste. Algo que te dijera que, a pesar de todo, lo vuestro no estaba acabado.

A kilómetros de distancia, Rus estaba tumbada en la cama de su habitación de hotel. Llevaba horas dando vueltas en la cama, sin poder dormir, con el eco de tu ausencia llenando cada rincón de su mente. Se levantó y fue hacia la ventana, buscando el alivio de la noche. Encendió un cigarro de nuevo, pero se le apareció una imagen de tu mirada de decepción y lo tiró rápidamente.  Sus ojos se posaron en la luna, brillante y constante en el cielo de Bilbao . La misma luna que tantas veces habíais mirado juntas. Necesito una señal, pensó. Algo, cualquier cosa que le dijera que no era el final

En ese instante, sin que ninguna de las dos lo supiera, el universo respondió. Una estrella fugaz cruzó el cielo, rápida y brillante, rompiendo la oscuridad como una chispa que lo ilumina todo durante un breve segundo. Ambas, desde lugares distintos, levantasteis la vista al mismo tiempo, siguiendo el trazo de la estrella en el cielo.

Sonreíste, sin entender por qué, pero sintiendo que esa pequeña chispa de luz significaba algo.

Rus también sonrió al ver la estrella desaparecer, susurrando en la oscuridad. Por primera vez en semanas, sintió algo parecido a paz

Sin saberlo, habíais compartido un deseo, un pensamiento, una misma estrella fugaz. Y aunque ninguna lo sabía, en ese momento, el amor que os unía había vuelto a brillar.

RUSLANA Y TN OT2023 | EL DÚO PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora