La habitación se queda completamente silenciosa durante un largo e incómodo minuto. Es tan denso, que Charlie siente que cualquier minúsculo sonido, como el de un alfiler cayendo, es capaz de romperlo en segundos. La escritora no sabe qué hacer o qué decir para que alguna excusa pudiera sonar factible en este caso. De todos los escenarios posibles, el que su bolso cayera y expusiera de forma tan vergonzosa los preservativos entregados por Ángel hacía que sus más grandes pesadillas palidecieran en comparación. Atrapada contra una pared, en medio de una gran residencia en soledad justo al objeto de sus deseos, en una situación sospechosa. No sabía como salir de ese enorme problema.
De repente, Alastor exhala algo revestido de burla, una gran y sonora carcajada que permanece, llamativa y sonora, avergonzando a la joven mujer que estaba escuchándola. El obispo casi no puede ni contenerse, riendo y riendo hasta que lanza un suspiro, su mirada está plagada de diversión, pero también hay un matiz oscuro que hizo que la espalda de Charlie se erizara con miedo.
—Vaya, vaya. No sabía que había venido tan preparada —comentó con otra carcajada mientras mostraba el pequeño preservativo en su mano. El rostro de Charlie se plagó de un rojo brillante—. Estoy en verdad sorprendido por su astucia, señorita Morningstar.
—N-No es lo que parece —dijo, su voz apenas un susurro.
Pero de forma rápida, uno de los brazos del obispo cerró el espacio sobre su cabeza, terminando de arrinconarla contra la pared.
—¿Entonces cómo debería interpretarlo? —pregunto, sus ojos denotan una gran diversión ante la situación desventurada de la escritora—. Viniste aquí esta noche, preparada para lograr un intrépido cometido con un respetable miembro de la iglesia, es un poco escandaloso
Ella apartó la mirada, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de su rostro.
—Usted fue quien me cito aquí en primer lugar, no hubiera venido si usted no lo hubiera pedido—respondió, intentando mantener la voz firme, aunque su cuerpo traicionaba su nerviosismo.
—Oh, pero viniste—dijo Alastor, disfrutando de su incomodidad. Se movió un poco más cerca, su presencia dominante llenando el espacio entre ellos—. Viniste aun sabiendo lo que podría pasar, notando el trasfondo de mi invitación y viniendo preparada con el afán de seducirme.
Ella tragó saliva, sintiendo la presión de su mirada intensa.
—No vine aquí con otras intenciones, Alastor. Estoy aquí para trabajar.
Él sonrió, un destello travieso en sus ojos.
—Y yo estoy aquí para disfrutar de tu compañía —dijo, acercándose aún más, casi acorralándola contra la mesa. —No tienes que pretender que no sientes nada, Charlie —expresó, su mano subió por su mentón, uno de sus dedos dibujando una línea imaginaria hacia el borde de sus labios—. Solo debes admitir que deseas la mía.
Charlie sintió cómo su corazón latía aún más rápido, una mezcla de ira y deseo burbujeando en su interior.
—No hay nada entre nosotros más allá de un acuerdo profesional—replicó, aunque su voz sonaba más débil de lo que esperaba.
—¿De verdad? —preguntó él, con su tono burlón. —Porque, desde donde estoy, parece que estás más que interesada en lo que podría suceder aquí.
Charlie se sintió atrapada, como si cada palabra de Alastor la empujara más cerca de la orilla de un abismo que no sabía si quería cruzar terminar de cruzar. Su mente distorsionada gritaba que debía mantenerse profesional, que todo podría volverse un arma de doble filo sino tenía el suficiente cuidado, pero el deseo que había reprimido comenzaba a abrirse paso.

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Divino pecado
FanfictionEn un pequeño pueblo de la vieja Luisiana donde las tradiciones se entrelazan con los secretos más oscuros, Charlie, una escritora de novela rosa, se encuentra atrapada en un bloqueo creativo. Desesperada por inspiración, su vida da un giro inespera...