IX

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La mañana era un lienzo de luces y sombras, desde muy temprano, Alastor había estado apegado al marco de su propia ventana, consumido por varios pensamientos que habían estado flotando en su mente desde el evento de beneficencia. Había sido bastante aburrido la verdad, mantener conversaciones banales, con rostros disfrazados de buenos samaritanos cuando en realidad estaban desviando una sección importante de sus fondos a elementos personales y disfrazaban una parte de su patrimonio como si hubiera sido donado a la caridad. El único que no parecía formar parte de ese circo era el mismo organizador del evento, un hombre que Alastor siempre olvidaba, y que no le interesaba en lo más mínimo, aunque este intentara ganarse su favor de mil y un maneras.

Aun así, se vio gratamente sorprendido cuando la encontró entre el número elevado de participantes y la escandalosa risa de los niños del orfanato. Charlotte, la joven escritora, se movía entre la multitud como un pez fuera del agua. A pesar de estar rodeada de gente, su esencia parecía atraerlo, como si fuese un imán en medio de la vorágine. Era en verdad extraño, él no se sentía interesado fácilmente por otras personas, especialmente por las mujeres, quienes siempre eran vanas o extremadamente obscenas, sin nada que importante que aportar. Pero había algo en la señorita Morningstar que no podía ignorar. Su risa, su luz, sus dejes de vergüenza e incluso, también su propio autodesprecio, todo en ella lo llamaba, y en su mente, algo oscuro se gestaba, un instinto similar a la selección de una valiosa presa en medio de una singular cacería.

Él la contemplaba con un interés casi primitivo, sintiendo que la vida que emanaba de ella era un manjar que no podía resistir. Aun así, parecía no ser el único en notar ese potencial. Sir Pentious, el excéntrico director del orfanato, se acercó a ella con una fraternidad clara que captó una pisca de un malestar un poco desconocido en él. En su cabeza, lo sintió como un estorbo, un recordatorio de que había otros que también deseaban protegerla. Pero él no era como los demás. No estaba allí para ser un guardián, sino un depredador, y Charlotte era su presa.

Así que se acercó a ella, notando que había un matiz de vulnerabilidad que hizo que su mente se llenara de pensamientos oscuros. ¿Qué pasaría si la atrapaba en su red? ¿Qué secretos podría desenterrar de su alma? Alastor sonrió para sí mismo, imaginando nuevamente un escenario eufemista, donde ella estaba dispuesta para él y no dejaba brecha a la imaginación.

En otro momento momento se hubiera escandalizado del giro de sus propios pensamientos, pero considero mucho más fácil aceptarlos, viendo como aquella criatura frágil y sensible, era algo singular entre todos los demas seres existentes.

Cuando sus miradas se encontraron, una chispa recorrió el aire. Ella se agachó, como si quisiera esconderse, y Alastor sintió una oleada de satisfacción. ¿Por qué debería avergonzarse de sus deseos? La moralidad era una prisión, y él estaba decidido a romper las cadenas. Jamas le intereso ser partícipe de las limitantes ejercidas por dios, el solo quería disfrutar de la ignorancia de las masas y el estatus que ese rol confería. Pero una ínfima voz, suave y temblorosa, lo había engatusado al punto de que le era difícil mantener la compostura. Aun así, parecía no ser el único, él podía ver a través de su fachada. La fragilidad de su ser lo atraía, pero había una energía mucho más potente englobandolos a ambos. La forma en que se ruborizaba, cómo evitaba su mirada, todo eso lo alimentaba. Ella era un enigma, y él estaba decidido a desentrañarlo.

—Oh, señorita Charlotte, es un placer verte nuevamente —dijo, su voz suave y seductora, disfrutando de la forma en que se sonrojaba.

Ella tartamudeó, intentando encontrar palabras que no llegaban. Alastor se deleitó en su confusión, en la forma en que su nerviosismo era una señal de la atracción que latía entre ellos. Mientras hablaba, podía sentir cómo la tensión se acumulaba, como un hilo tenso a punto de romperse.

Divino pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora