XIV

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—Bien, prueba de embarazo en sangre: negativo.
Charlie suspiró, llena de alivio. La tensión que había estado acumulando se disipa lentamente, y una sensación de tranquilidad la envuelve.
Se encuentra en el consultorio de la doctora Christine Daves, una vieja amiga de Ángel, quien también atendía a Cherry regularmente. Christine, o "Criminy", como le gustaban llamar sus amigos, era un par de años mayor que ella. Su cabello largo está recogido en una cola, y su sonrisa es cálida, aunque su sentido del humor es notablemente oscuro.
Mientras revisa el resto de los exámenes de Charlie, la doctora comenta que todo está bien. La voz de Criminy era reconfortante, y la escritora siente que está en buenas manos. La doctora le explica que puede recetarle un anticonceptivo oral sin problemas, y le indica los posibles efectos secundarios, asegurándole que no deberían ser un inconveniente.
—Y recuerda, Charlie —añade con un tono juguetón—, es mejor que te mantengas alejada de los encuentros sin globito si no quieres tener un embarazo o una enfermedad venéreA ¿Está bien?

El rostro de Charlie se enrojece al escuchar esto, pero asiente, sintiendo que la calidez de la risa de Criminy aligera la carga del momento. La doctora le da unas últimas indicaciones, asegurándose de que Charlie entienda cómo tomar la píldora y qué esperar.
Una vez que ella termina sus orientaciones, Charlie se levanta despidiéndose afectivamente y sale del consultorio, sintiendo un peso menos en su pecho. Se lleva la mano al vientre, recordando que no está embarazada. Es un alivio, porque ahora no es el momento para tales complicaciones. Sin embargo, sabe que empezar a tomar anticonceptivos no significa que deba lanzarse a la locura.
Mientras camina hacia la salida, su mente divaga. Se sonroja al recordar todo lo que Alastor y ella ya han hecho en apenas un mes. La intensidad de sus encuentros la sorprende; se siente como si hubiera avanzado tanto que ya no se reconociera a sí misma. Eran como conejos, le dijo Ángel cuando la vio salir otra noche mientras él se quedaba descansando en su apartamento.
Charlie sonríe para sí misma, aunque una parte de ella se siente un poco abrumada. Ya tenía una buena parte de los borradores para las siguientes historias de su revista, todo marchaba en popa. El único problema que podría decir era que no estaban avanzando nada en el proyecto del aniversario de la iglesia. Se habían reunido varias veces para trabajar sobre los aspectos relacionados a la fundación de la misma y los hitos históricos más importantes para hacer una especie de línea de tiempo, pero en el instante que sus cuerpos se acercaban más de la cuenta, el intrépido obispo llevaba una de sus manos por debajo de la mesa, acariciando sus muslos. No importaba si no estuviera vestida para la ocasión, Alastor simplemente tomaba sus labios y la desvestía para tomarla en su sala o directamente la llevaba hasta su habitación. El resultado, no avanzaba nada y tenía que mentirle a su editora con que Alastor aún estaba recopilando todos los archivos históricos de la iglesia y que tardaría en comenzar a ordenar toda la información que podrían utilizar. Pensó que lo mejor que podría hacer sería tomar algunos testimonios de algunas personas del pueblo, por lo que estuvo pensando en ir el día de la misa dominical y tomar algunos feligreses al azar. De ese modo podría adelantar alguna cosa o en el peor de los casos, tendría que decirle que se reunieran en un lugar público.
—¿Charlie?
La mujer volteó al escuchar quien la llamaba, encontrando a Vaggie detrás de ella. De inmediato, sonrió caminando hacía ella.
—¡Vaggie! Que bueno verte ¿Qué haces aquí? —pregunto.
—Estoy haciendo un encargo de Sir Pentious, tenía que llevarle unos documentos a su abogada —explicó.
—¿A Miss Carmine? —preguntó, Vaggie asintió. Eso le pareció extraño. Normalmente, Sir Pentious era lo suficientemente metódico para llevar sus asuntos legales por su cuenta, era abogado y economista, por lo que estaba muy bien versado en la materia. Sin embargo, para ocasiones en las que requería de una opinión más imparcial, tenía una abogada muy competente que pertenecía al mejor bufete de abogados del pueblo. Mis Camila Carmine, una mujer con más de 15 años de experiencia en el área de la abogacía y con experticia en temas civiles y contables. Era una persona muy profesional e incluso, estricta y apegada a la ley. Charlie solo la había visto una vez y fue cuando Sir Pentious le pidió ayuda para formalizarse como su apoderado en la dirección de la fundación, de ese modo, podría tener autonomía y tomar decisiones más fácilmente sin necesitar la firma inmediata de Charlie, aunque por supuesto, para grandes situaciones aún tenía que tomar su opinión por escrito y dejarlo consignado en acta.
—¿Todo está bien? —no pudo evitar preguntar.
—Es por una oferta de alianza muy importante con otra fundación activa perteneciente a la familia Von Eldrich —explico.
La mención de los Von Eldrich hizo que una sombra de inquietud cruzara el rostro de Charlie. La familia, que había sido un pilar en su vida durante su infancia y adolescencia, ahora despertaba en ella una serie de preguntas inquietantes. ¿Por qué volvían a aparecer en escena? ¿Qué intenciones podían tener al buscar una alianza con Sir Pentious?
—¿Los Von Eldrich buscan de nuevo la alianza? ¿Por qué motivos? —pregunto esperando que su amiga tuviera la respuesta.
—No sé bien los detalles a decir verdad —indicó, rascando su nuca con duda—. Lo único que sé es que Sir Pentious se volvió como loco cuando llegó su carta formal solicitando una reunión para discutir los detalles de un contrato y que podría incluir igualmente al orfanato.
Mientras Vaggie continuaba hablando, Charlie no podía evitar preguntarse si este era un intento de recuperar el poder y la influencia que habían perdido tras la muerte de sus padres. La familia Von Eldrich eran una familia de alta alcurnia cuyos antepasados consolidaron una gran fortuna que permaneció hasta sus días pero que fue decreciendo durante la generación de su padre, debido a circunstancias adversas por la recesión económica que afectó el país en 1929. Aun así, siempre habían sido conocidos por su ambición, y su salvaje forma de hacer negocios, de modo que tenían ciertas ramificaciones afiliadas con la mafia. Esto no pareció ser un problema para su padre, quien no solo llevaba una serie de fundaciones benéficas sino también lideraba un poderoso bufete de abogados del cual formaba parte también Miss Carmine y Sir Pentious, así como el señor Zestial cuando aun no se había postulado a la política. Hubo un largo periodo en el que las relaciones entre ambas familias fueron muy bien, al punto que incluso quisieron unificarse, preparando un matrimonio concertado entre los  herederos de ambas familias.
Fue así como Charlie conoció a su ex prometido Seviathan Von Eldrich. Crecieron juntos como amigos de la infancia y al principio todo fue bien. Sin embargo, todo cambió con la muerte de sus padres. La tragedia no sólo le arrebato la vida de sus padres cuando apenas tenía quince años,  sino que también reveló las verdaderas intenciones de las familia Von Eldrich. Fue su prometido, quien en un momento de cruel frialdad, le había dicho que ya no valía la pena casarse con ella, porque sin un patrimonio sobre su cabeza que sirviera como dote, no tenía nada que pudiera hacerla interesante para matrimonio. Aquellas palabras, como dagas, habían cortado los lazos que una vez unieron sus vidas.
Sintió un escalofrío por la simple idea de que su antiguo prometido pudiera estar detrás de esta movida. ¿Estaba él también involucrado en este nuevo plan o sería su hermana Helsa? ¿Acaso pretendían utilizar a Sir Pentious como un peón en su juego? La curiosidad se mezclaba con la desconfianza, y cada nueva pregunta que surgía en su mente alimentaba su inquietud.
Vaggie, quien parecía ver con claridad la tormenta de pensamientos que azotaban a Charlie, le sugirió que hablara directamente con Sir Pentious si tenía dudas.
—Si tienes algunas preguntas, puedes ir a preguntarle directamente —dijo, como si eso pudiera disipar todo el malestar que comenzaba a apoderarse de Charlie.
No es como que no pudiera hablar con él y preguntar directamente, con seguridad contestaría todas sus dudas e interrogantes, solo no quería mostrar que estaba interfiriendo en sus decisiones como su apoderado. Ella no tenía una participación activa en la fundación, solo era dueña por nombre, de modo que la idea de confrontar a Sir Pentious, un hombre que siempre había sido astuto y directo en sus tratos, le parecía demasiado incorrecto. Sería como si desconfiara de alguien que le había ayudado tanto. Aún así, la preocupación y la incertidumbre la invadía, pero sabía que necesitaba respuestas.
—No —luego de que su amiga le mirara en silencio por varios minutos —. Confío que en qué Sir Pentious tomara la mejor decisión, además Miss Carmine le está ayudando así que no hay nada de que preocuparse.
Si, no tenía porque ser tan desconfiada, aunque las cosas no terminaron bien para ella en un momento, quizás ahora las cosas serían diferentes.
—¿Tienes algo más que hacer en este momento? Puedo acompañarte a casa si quieres —le ofreció Vaggie a Charlie. Sin embargo, está se negó.
—Gracias, pero aún tengo cosas del trabajo por hacer —expreso. La morena la miró interesada.
—¿Tienes que editar un nuevo encargo del periódico? —pregunto y Charlie rio levemente mientras se veía algo nerviosa.
—Tengo que ir a la iglesia para recabar unos testimonios para un nuevo encargo que nos pidieron —respondió casi en automático, quedándose congelada cusndo noto lo que había dicho.
Vaggie enarco las cejas, confundida.
—¿No eras solo una editora? —cuestiono.
Oh, estaba en un problema.
Jamás le había dicho lo que en verdad hacia dentro del periódico. Nunca tuvo el valor de contarle que la única forma de escribir novelas era siendo la escritura de la revista rosa y desde que empezó a trabajar, solo le hizo incapié que estaba en el departamento de edición. Eso la contento mucho porque significaba que estaba ejerciendo su carrera a diferencia de ella que no pudo estudiar la universidad y solo se dedicó a ser institutriz del orfanato porque muchos de los niños que llegaban allí no sabían leer o escribir. 
Solo Ángel sabía lo que en verdad escribía y fue por un pequeño incidente, porque si hubiera sido por ella, no le hubiera contado jamás, y eso le hacía sentir un poco triste pero no podía hacer nada. No tenía el valor para decirle la verdad.
Pero ahora venía ella y dejaba salir esa información que ponía en duda todas las mentiras que había dicho durante esos años, así que tuvo que poner a su mente a trabajar, pero rápido.
—B-bueno, se me había olvidado contarte, tuve una promoción. No es algo del otro mundo, y quizás no sea por mucho tiempo, pero llegó un gran proyecto y hacia falta gente por lo que me lo dieron a mi —comento con una risa nerviosa mientras trataba de evitar la mirada de su amiga.
Sin embargo, contrario a lo que ella esperaba, Vaggie la abrazo, con bastante ánimo.
—¡Eso es maravilloso, cariño! Por fin reconocen tu gran talento, tienes que decirle a Ángel, quizás podamos reunirnos el fin de semana para celebrar
—expreso con una sonrisa que la escritora tenía mucho tiempo sin ver en ella.
De verdad, estaba muy sorprendida. Charlie creyó que tendría otra reacción. 
—¿No estás enojada porque tengo que trabajar de la mano del Obispo? —pregunto. La morena hizo una mala cara, cambiando su expresión afable por una de desagrado inmediato.
—Ciertamente, es un poco molesto que tengas que interactuar con ese espeluznante Obispo pero una promoción es una promoción y se que hay veces que deben hacerse cosas para avanzar —explico y luego llevo una mano a su hombro—. Pero estoy segura que serás cuidadosa y harás las cosas bien.
—Je…si… Por supuesto.
—No te quitaré más tiempo, recuerda venir a visitarnos para celebrar el viernes —y con esas últimas palabras se despidió de su amiga para cruzar la calle y tomar el autobús que estaba por pasar. Charlie se quedó con la mano levantada, mirando por dónde se fue la morena.
Le dió mal sabor de boca tener que mentirle a su amiga, pero era lo mejor. No quería preocuparla o que la cuestionara sobre las decisiones que había tomado, y mucho menos quería que desconfiara de Alastor, ya de por sí estaban en medio de algo muy cuestionable y conociéndola, sería capaz de amenazarlo con un cuchillo para que no se le vuelva a acercar.
Suspiro mientras empiezo su camino hacia la iglesia. Está vez había traído su auto recién reparado así que solo tuvo que caminar al estacionamiento y luego dirigirse hacia su destino mientras encendía la radio de su auto. Aún faltaba mucho para el día domingo, por lo que gran parte de los testimonios tendrían que esperar, aún así, creía que sl menos podria tomar uno o dos antes de comenzar la misa de ese día.
Llegó a eso de las 3 pm a la iglesia, un tiempo demasiado temprano por lo que aún tendría que esperar dos horas para la misa. Su rostro se calentó pensando que quizás Alastor la invitaría de nuevo a su residencia para esperar o la llevaría a su oficina en el convento, dónde estarían un tiempo prudencial solos ¿Acaso ? No tenía caso, se había quejado de lo mucho que él se desviaba de sus obligaciones en el proyecto que el mismo solicitó pero ella también estaba igual, no quería separarse por nada del mundo.
—Por favor cubrete, estás sobrepasando tus límites.
Charlie escucho la voz azorada de Alastor entre los pasillos de la iglesia, aunque no veía a nadie cerca.
—Es que no puedo aguantarlo más, se que eres un obispo, pero se que tú también me deseas, solo tómame y ya, Al…
—Estás fuera de tus canales, Minzy.
La respiración de Charlie se detuvo al doblar en una esquina y encontrar a Alastor siendo acorralado por una pequeña mujer con un ajustado leotardo y medias de mallas. Sus senos estaban completamente descubiertos, adornados por unos escandalosos piercings en cada uno de los pezones de la mujer. Ambos estaban claramente en una posición comprometedora, pero era el hecho de que fuera Alastor uno de los principales involucrados que hizo que Charlie no supiera qué decir.
Sólo pudo sentir su respiración detenerse y escuchar como algo se rompía dentro de su corazón.

Divino pecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora