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¡No lo puedo creer! A mis manos llegó un telegrama donde me revelaba que lady Lucianne, no es la verdadera hija de lady Claire. A engañado a todos y principalmente a jugado con las emociones de una madre que ha vuelto a Londres solo para encontrar a su hija, además, le quitó el derecho a otra joven de reencontrarse con su madre. Eso es ser muy cruel, lady Lucianne.
Imagino que con este gran escándalo, el vizconde de Berkeley anule su responsabilidad con la dama, ya que después de todo, fue ella misma quien terminó haciendo todo para atrapar al vizconde.
Pero ahora solo quisiera saber la reacción de lady Claire, y aún más, quien es la hija perdida.
Revista de sociedad de Lady Kennt.
Dos días después, Anthony estaba en su habitación mirando por la ventana, aún era temprano, el sol apenas estaba saliendo, pero dormir parecía imposible cuando tenía tantas preocupaciones en su cabeza. Primero estaba Evelyn y luego el hijo que esperaban. Nunca pesó que casarse con la mujer que amaba lo haría tan miserable.
Él había pensando que una vez estuviera lejos, podría olvidarla y rehacer su vida. Pero debía dejar de engañarse a sí mismo, pasó siete años creyéndola lejos y aún así no pudo olvidarla.
¿Y quien me garantiza que podré hacerlo ahora que la tuve una vez más junto a mí? -se preguntó él.
Y ahora tendrían un hijo, sonrió al pensar en ese hecho. Cuando el medico había confirmado el embarazo no supo que sentir en ese momento, todas las emociones, positivas y negativas estaban revueltas en su interior, era una mezcla de alegría, miedo, incertidumbre, e incluso una punzada de dolor que lo habían dejado aturdido. Pero ahora, después de días de reflexión, había comenzado a aceptar la verdad: se alegraba de que Evelyn estuviera esperando a su hijo a pesar de que muchas veces habló sobre usar un método anticonceptivo.
Porque la realidad era, que Anthony no se veía teniendo un hijo con ninguna otra mujer, a pesar de la mentira que le había dicho a Evelyn de que buscaría una mujer para tener a su heredero, él solo lo dijo para lastimarla, para que ella sintiera aunque sea un poco el mismo dolor que él sentía.
Anthony suspiró y se alejó de la ventana, y como cada mañana desde que había alejado a Evelyn de su lado, cruzó la puerta que dividía sus habitaciones y se acercó a la cama de ella con pasos silenciosos para no despertarla, no quería crear una confusión entre ellos si ella despertaba y lo veía en su habitación.
Se quedó junto a la cama, su mirada recorrió el rostro sereno de su esposa, quien dormía profundamente, ajena a su presencia en la habitación. Las facciones femeninas estaban relajadas, libres de la tensión que Anthony había visto en ella en los últimos días. El cabello largo y castaño de Evelyn se esparcía sobre la almohada como un manto suave, enmarcando su rostro con una belleza natural que Anthony nunca había dejado de admirar. No importaba cuántos años hubieran pasado, Evelyn seguía siendo la mujer que había capturado su corazón desde la primera vez que la vio.
Sus ojos descendieron por su cuerpo, observando las curvas que la sábana apenas lograba ocultar. Recordó cuán familiar le era ese cuerpo, cuántas noches había pasado enredado en sus brazos, deseándola, amándola con intensidad. Había extrañado cada parte de ella, desde el suave contorno de su cintura hasta la calidez de su piel. Extrañaba la manera en que su respiración se acompasaba con la de él, cómo sus cuerpos parecían encajar perfectamente, como si hubieran sido hechos el uno para el otro.
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El precio del amor (Saga #4 de Amores Encadenados)
Historical FictionDisponible en Amazon Kindle Lord Anthony Ross, duque de Beaufort es un hombre orgulloso, vive feliz pensando que su vida no puede ser mejor, pero se da cuenta que no es así cuando es abandonado días antes de su boda por la mujer con la que pensaba...