Capítulo 22

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Queridos amigos...

Mientras algunos se contentan con susurros a la luz del día, Lady Midnight ha decidido iluminar las noches de Londres con la verdad completa y sin adornos. Si Lady Kennt prefiere esconderse detrás de insinuaciones, nosotros, en La Gaceta susurrante, no tememos dar un paso al frente y exponer lo que otros solo se atreven a insinuar.

"La Gaceta susurrante" se presenta como la fuente más confiable y reveladora de chismes aristocráticos, diferenciándose por su tono incisivo y directo. A diferencia de Lady Kennt, quien insinúa y deja cabos sueltos para que los lectores llenen los espacios, yo prometo entregar la verdad completa y sin censura. Esta revista se compromete a desvelar los secretos más oscuros y las intrigas más impactantes que se esconden tras los muros de las mansiones nobles, sin dejar lugar a la especulación.

¡Bienvenidos a la era de la verdad sin censura!

La Gaceta Susurrante de Lady Midnight.

Ni Evelyn ni Delphina comprendieron el comportamiento tan extraño de Claire al retirarse de manera tan ofuscada.

-¿Sabes qué le pasa a tu madre, Albert? -preguntó Delphina. Albert solo se encogió de hombros en respuesta.

-Creo que enterarse de que Lucianne no es en realidad su hija la ha afectado mucho -opinó Evelyn mientras bebía de su jugo.

-¿Crees? Mi madre solo regresó a Londres para encontrar a su hija perdida -expresó Albert-. Imagina lo que se siente saber que alguien jugó con ese sentimiento y que tu verdadera hija sigue desaparecida.

-Debe ser... asfixiante -musitó Evelyn, dirigiendo una mirada penetrante a Delphina, pero esta solo desvió los ojos-. ¿No lo cree, Lady Delphina?

Delphina tragó grueso ante la pregunta de Evelyn y solo pudo asentir con la cabeza.

En ese momento, la puerta del salón se abrió de golpe, sobresaltando a todos los presentes. Evelyn observó a Anthony acercarse a ella como un león con su presa en la mira.

-Anthony, ¿qué te pasa? -preguntó Delphina, levantándose de su asiento, seguida por Albert, pero Anthony no respondió. Se detuvo frente a Evelyn, que aún permanecía sentada en el sillón.

-¿A dónde fuiste? -preguntó Anthony con tono brusco.

Evelyn suspiró ligeramente antes de levantarse para quedar frente a su esposo.

-Solo fui a dar un paseo con Albert -respondió con serenidad.

-¿Un paseo? -repitió él, sin dejar de mirarla-. ¿A Berkeley Street?

-Sí -contestó Evelyn, sin entender por qué Anthony gruñó al oír su respuesta. Después de unos segundos, sus ojos se abrieron de par en par al recordar que el documento que la acusaba de traición afirmaba que el supuesto hombre vivía en Berkeley Street. Rápidamente, levantó las manos para tocar el pecho de Anthony, tratando de calmarlo, pero él se alejó-. No es lo que piensas, Anthony.

-¿Y qué es lo que estoy pensando, Evelyn? -gruñó Anthony-. ¿A quién fuiste a ver?

Evelyn negó con la cabeza, frunciendo el ceño, incapaz de creer que Anthony dudara tanto de ella, sobre todo ahora que esperaba a su hijo.

-Solo fuimos a ver a Montford, un gran artista. Yo quería conocerlo, y Evelyn solo me acompañó -intervino Albert, frunciendo el ceño.

-¿Evelyn es ahora tu niñera? -replicó Anthony, lanzándole una mirada furiosa a Albert.

El precio del amor (Saga #4 de Amores Encadenados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora