14.- Fantasma

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The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Miyamoto Shigeru, Tezuka Takashi y Nintendo.
Palabras: 1117.

14.- Fantasma

Tras despertar prácticamente desnudo en el santuario de la vida, Link, se había aventurado a aquel mundo desconocido guiado por la voz de una mujer que le resultaba familiar, pero que no recordaba. No sabía qué se suponía que tenía que hacer, ni a dónde tenía que ir.

Se topó con un anciano desaliñado que le explicó que estaba en la meseta de los albores, también que el edificio alto que había llamado su atención era un templo destinado a grandes ceremonias. Algo sobre el corazón del reino de Hyrule, algo llamado Cataclismo y varias risitas burlonas.

No sabía quién demonios era aquel anciano ni de qué iba aquello, pero era lo único que conocía en aquel lugar, tal vez por eso entró en su juego y exploró la meseta pese a saber que le estaba tomando el pelo haciéndole ir de un lado a otro. Haciendo promesas que luego no cumplía.

Derrotó monstruos, exploró la meseta, cazó, pescó, asó manzanas, durmió junto a las hogueras y completó las pruebas de los cuatro santuarios de la meseta. Y cumplió la última petición. Encontrarse con el anciano en el templo.

Al entrar se dio cuenta de que no estaba allí. Sólo había una estatua que brillaba, a pesar del fantasmal aspecto de la imagen se acercó a ella. La estatua habló al llegar ante ella, le concedió su bendición y le pidió que cumpliera con su misión. Bien, lo haría, si al menos supiera cuál era esa misión...

La risa del anciano se oyó a sus espaldas, pero al girarse no estaba allí.

—Vaya, vaya... Parece que la bendición de la Diosa te ha fortalecido —declaró, la voz venía de arriba, lo localizó en el maltrecho tejado del templo, observándole como le había descubierto la primera vez—. Estoy aquí arriba. Date prisa y sube.

Más juegos, empezaba a estar cansado de todo aquel periplo que no parecía llevar a ningún lado. Salió y subió por la escalera de metal anclada al lateral. Trepó por el tejado y avanzó despacio deseando que no se desplomase a causa de su peso. El anciano le esperaba en la torre más alta del edificio rodeado de un resplandor verdoso. Volvió a reír cuando llegó hasta a él. Empezaba a molestarle tanta risita y misterio.

—No esperaba menos de ti —pronunció con orgullo—. Supongo que ha llegado el momento de mostrarte mi verdadera identidad. Mi nombre es Rhoam Bospharamus Hyrule —soltó como si ese nombre tuviera que decirle algo—. Yo fui el último monarca de Hyrule, un reino que existió hace muchos años.

Muchos años, no le parecía tan viejo como que hubiesen pasado tantos años. Del farol que pendía de su bastón salió una luz cegadora que le obligó a cerrar los ojos, cuando pudo volver a abrirlos, el anciano había cambiado totalmente su aspecto. Su piel era más clara, su barba estaba bien arreglada, sus ropas eran elegantes y una corona relucía adornando su cabeza. Y... sus pies ya no tocaban el suelo, estaba flotando unos diez centímetros por encima de la tarima.

—El gran cataclismo devastó mi reino y a todas sus gentes hace cien años, como ya te conté antes. Fue entonces cuando perdí la vida, mas conseguí que mi espíritu permaneciera anclado en este mundo.

»Contarte toda la verdad al despertar sólo te habría confundido más... así que asumí otra identidad para poder guiarte. —Miró por el espacio que tiempo atrás habrían ocupado unas vidrieras y fijó la vista en el horizonte—. Discúlpame. Ahora ya estás preparado para saber qué ocurrió hace cien años.

Link permaneció inmóvil mientras le hablaba de Ganon —fuera quien fuese—, su maldad. Una profecía que hablaba de él y que se había transmitido generación a generación. Narró que le dieron credibilidad, que excavaron para dar con las bestias divinas y unos soldados mecánicos conocidos como guardianes. También habló sobre la princesa con poder sagrado y el caballero elegido por una espada legendaria que había confinado a Ganon en el pasado.

El fantasma ante él, con aire ausente continuó explicando que cien años atrás existió una princesa con el mismo poder y un caballero excepcional. Quisieron repetir el plan de sus ancestros, desenterrando las bestias divinas y los guardianes. La princesa se convirtió en la líder del grupo y nombró elegidos a los destinados a conducir las bestias divinas y al caballero. Estaban seguros de la victoria. Sin embargo, Ganon les superó. Se hizo con el control de los guardianes y las bestias divinas, y aniquiló a los habitantes del castillo, así como a los elegidos que pilotaban las bestias. El caballero también cayó malherido defendiendo a la princesa.

—Y fue así como el Cataclismo, Ganon, acabó destruyendo el antiguo reino de Hyrule —pronunció con voz profunda el rey Rhoam—. No obstante, la princesa logró sobrevivir, y tuvo que enfrentarse a Ganon en solitario.

»Esa princesa es Zelda... y era mi hija. Y el caballero que la protegió hasta su último aliento... ese eres tú, Link

»Ese día estuviste al borde de la muerte. Pero te trajeron al santuario de esta meseta, donde has estado dormido durante cien años. Al despertar has oído una voz que intentaba guiarte en tu empresa, ¿verdad? Esa voz es la voz de Zelda, que sigue luchando en el castillo de Hyrule para contener a Ganon. Mas el poder de mi hija pronto se agotará. Cuando eso ocurra, nuestro enemigo quedará libre y destruirá esta tierra de una vez por todas.

»Link, lamento enormemente tener que colocar esta carga sobre tus hombros —dijo, pero no sonó como si lo lamentase realmente—. Pero aun así debo pedírtelo. Derrota a Ganon, te lo suplico. Salva a nuestra gente y a mi hija... pero debes saber que Ganon aún controla a las cuatro bestias divinas. Del mismo modo, varios guardianes siguen activos en el castillo de Hyrule. En tu estado actual, entrar en el castillo sería una temeridad. Te sugiero que primero visites una aldea que se encuentra hacia el este.

Link se atrevió a acercarse. El fantasma del rey Rhoam señaló al horizonte.

—Se llama Kakariko. Ve hasta allí y busca a una mujer llamada Impa. Ella podrá guiarte en tu misión.

Le entregó la paravela que le había prometido el primer día y se desvaneció sin dejar rastro.

Había pasado casi una semana siguiendo el juego de un fantasma. Iría a ver a aquella tal Impa, que deseaba no fuera también un fantasma. Lo haría porque tampoco tenía nada mejor que hacer y porque si lo que le había contado el fantasma era cierto, la princesa Zelda estaría esperando a que apareciese alguien que la ayudase. Él la ayudaría, sentía que debía hacerlo.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Recuerdo empezar BotW y pensar, que buena gente el rey Rhoam, quedándose anclado al mundo de los vivos para guiar a Link al despertar, preocupándose por su hija. Echo de menos sentir eso por él, así que por eso le he sacado en este oneshot.
Mañana más.


Lluvia y ruinas. Fictober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora