The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Miyamoto Shigeru, Tezuka Takashi y Nintendo.
Palabras: 798.15.- Atractivo
—¿Os habéis fijado?
Zelda se detuvo al reconocer la voz de una de las sirvientas que su padre le había asignado y que ella preferiría que no tener.
—Hoy Link está guapísimo.
—El uniforme le sienta... ¡uf! ¡Me encantaría quitárselo y ver qué se esconde debajo!
Localizó al corrillo de sirvientas que reían como idiotas, asomadas por la balaustrada, mirando fijamente el patio de entrenamiento. Reprimió el impulso de asomarse. No le tenía pegado y no pensaba mirarle. Continuó caminando con la espalda bien recta y la barbilla alta. No quería saber nada del elegido por la Espada Maestra, ya no.
—Esos pobres diablos no tienen nada que hacer.
—¡Urbosa!
—Ah, majestad, venid a presenciar la mayor derrota de la historia de Hyrule.
Zelda se le acercó, justo de frente vio a las sirvientas emocionadas contemplando el patio de entrenamiento y supo que Urbosa miraba lo mismo que ellas, pero desde una óptica diferente. No quería ver a Link, pero tampoco quería ser desagradable con alguien tan importante para ella como lo era Urbosa, así que se asomó.
En el centro del patio estaban cuatro de los mejores instructores del ejército de Hyrule y dos guerreras gerudo junto con Link. No llevaba puesta su túnica del elegido, llevaba su uniforme de caballero, el mismo con el que le había conocido. La armadura y las grebas pesaban, al menos, treinta kilos. Zelda no entendía como podían moverse con algo tan pesado encima.
—¿Por qué lleva una espada de madera? —preguntó Zelda al ver el arma de juguete y la Espada Maestra enfundada a su espalda.
—Porque es una demostración, no una masacre.
Se sintió inquieta. Link llevaba una espada de madera, pero los instructores y las gerudo blandían armas reales. Podían herirle.
—Link, no se dejará ganar tan fácilmente —susurró Zelda. Urbosa rió—. ¿Qué?
—Cuando hablaba de derrota no me refería a la suya.
La lucha empezó. Link se dedicó a esquivar con aquella facilidad insultante, ni siquiera estaba usando el escudo para protegerse. Sólo esquivaba.
Las sirvientas cotorreaban al otro lado. Zelda captaba alguna de las palabras y todas eran bastante subidas de tono. Frunció el ceño disgustada.
—Es atractivo, para ser un hyliano, no podéis esperar que el resto de jovencitas ignoren ese hecho porque estéis enfadada con él por tener la Espada Maestra.
—No estoy enfadada por la espada —se defendió.
—Zelda, te conozco desde que eras poco más que un bebé —declaró recuperando el trato cercano y maternal que empleaba cada vez que se sentía mal. A Urbosa le encantaba saltarse el protocolo y tratarla como a cualquier chica del reino—. Tu madre te traía a la Ciudadela Gerudo y tú te dedicabas a corretear como un demonio por cada rincón y a intentar trepar por las vías de agua. Recuerdo haberte pescado un par de veces.
Las mejillas de Zelda se encendieron. Le encantaba la Ciudadela Gerudo. Allí, donde sólo entraban mujeres se sentía libre, aunque le diese vergüenza admitirlo, el hecho de que su padre no pudiera entrar marcaba la diferencia.
—Te conozco bien. Puedes engañar a los demás, puedes engañarte a ti misma, pero no puedes engañarme a mí.
—No sé de qué me hablas.
Link dejó de esquivar. Modificó el agarre de la espada de madera y se lanzó al ataque. ¿Cómo podía alguien ataviado con un equipo que le sumaba casi treinta kilos brincar y moverse con semejante agilidad? Realmente, era un fuera de serie. Tenía sentido que fuera el elegido hyliano.
—Me pregunto si tendrá la misma energía para todo —murmuró Urbosa divertida.
Zelda frunció el ceño sin entender a qué se refería y por el tipo de risa supo que los demás sí que habrían entendido el comentario de estar allí.
—Sólo es una espada —declaró aplaudiendo cuando las dos gerudo acabaron por el suelo—. Tiene un nombre pomposo y brilla, algunos dicen que habla, pero sólo es una espada. No cambia a la persona que es. Mírale, sigue siendo como un cachorrito, lleno de energía y saltarín. Dale un charco y se pondrá a chapotear feliz. Dale comida y la devorará como si alguien fuese a robársela.
»Con espada o sin ella. El día que llegó al castillo u hoy. Es el mismo chico de siempre.
No quedaba nadie en pie. Link dejó la espada de madera en el suelo y ayudó a sus rivales a ponerse en pie. Las sirvientas aplaudían y vitoreaban a Link.
Era guapo, recordaba haberlo pensado la primera vez que le vio. Y admitía que no le resultaba indiferente, aquel aura de nobleza y misterio que siempre le rodeaba.
—Atractivo —repitió Urbosa como si la hubiera oído pensar y esquivar la palabra.
Zelda puso los ojos en blanco. Sí, lo era, pero no iba a admitirlo en voz alta.
Fin
Notas de la autora:
¡Hola! Me encanta la relación que tienen Urbosa y Zelda y el que siempre esté dispuesta a decirle las cosas claras incluso cuando la princesa no quiere oírlas.
Mañana más.
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Lluvia y ruinas. Fictober 2024
FanfictionHistorias cortas sobre Link y Zelda. Lista de palabras en la introducción. #Fictober2024