Lluvia y ruinas. Fictober 2024

22.- Lealtad

The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Miyamoto Shigeru, Tezuka Takashi y Nintendo.
Palabras: 624.

22.- Lealtad

El ambiente en los barracones de la guardia real era tenso. Link se mantenía alejado de los demás, con la espalda recargada contra una de las paredes. Entendía cuál era el problema, sin embargo, no compartía el drama que se había montado en un momento.

El Cataclismo se acercaba. Cada vez había más monstruos y eran más violentos. También llovía con mucha más frecuencia. Los habitantes de Hyrule estaban cada vez más preocupados y el ejército acumulaba una tensión que amenazaba con estallar.

Link no quería estar allí rodeado de tanta gente, debería de estar con Zelda en su laboratorio ayudándola con su investigación. Él ya no era un soldado, era un elegido, pero le habían convocado y consideró que era más prudente presentarse que ausentarse.

—Esto no funciona —bramó uno de los altos cargos. No le conocía demasiado, cuando él entró en el ejército aquel hombre estaba destinado en Akkala y al regresar ya era el caballero de la princesa y no dormía con el resto en los barracones. Sólo sabía lo que le habían contado y no era demasiado bueno—. La familia real no está cumpliendo con su cometido. —Hubo un murmullo de apoyo que le infló el pecho con orgullo—. Nadie está haciendo nada para detener el Cataclismo. Serán nuestras vidas las que se pierdan.

»Sólo oímos promesas sobre unos poderes que nadie ha visto.

—La princesa es apenas una niña —soltó alguien con tono conciliador.

—Al Cataclismo no le importa qué edad tenga —retomó exaltado—. Ni siquiera su majestad el rey Rhoam confía en la capacidad de la princesa Zelda.

Link se forzó a no decir nada. Sabía que la tendencia del rey a reñir y minimizar todo lo que hacía Zelda la perjudicaba de cara a los demás. Deseaba poder decírselo, pero no quería acabar en la horca por enfrentarse al rey. Podría enumerarle a todos aquellos soldados todo lo que hacía Zelda para salvar Hyrule, también cuántas lágrimas había derramado creyendo que no había nadie para verla u oírla. La princesa se esforzaba al máximo y nadie parecía valorarlo nunca.

—¿Sabéis qué pasará? ¡Yo os lo diré! Cuando la princesa fracase, que lo hará, nos enviarán a morir por ellos. La princesa huirá como una rata.

Se mantuvo allí, inmóvil y en silencio. A pesar del tono vehemente de aquel hombre, la mayoría de los allí reunidos no parecían estar de acuerdo con sus palabras, eso le tranquilizó. Zelda era una buena persona y muy valiente, apreciaba a la gente del reino, jamás enviaría a soldados a morir y, desde luego, nunca huiría.

Continuó hablando exaltado, teorizando, amenazando hasta que, sin aliento, paseó la mirada por todos los allí reunidos. Hubo algunos comentarios con poco entusiasmo.

—Tú, Link. No has dicho nada. ¿Estás con nosotros o contra nosotros? ¿Para quién es tu lealtad?

—Hyrule —contestó apartándose de la pared—. Y la princesa Zelda.

—Una princesa sin poderes que...

—Lo conseguirá —interrumpió. Por supuesto que lo haría, Link confiaba totalmente en su capacidad y estaba seguro de que, si no lo había logrado aún, era por toda la presión que depositaban sobre sus hombros sin cesar—. La princesa sellará el Cataclismo.

—El perro faldero de la princesa —gruñó alguien desde el fondo.

Esperó a que se desatase una revuelta, pero no ocurrió. No le importaba que le llamasen así. Era el más joven y su nombramiento como caballero de la princesa aún encendía los ánimos entre el resto de soldados. Él no había pedido ese ascenso, se lo había ganado con su esfuerzo y habilidad. Tampoco había escogido portar una espada de leyenda. Las cosas, simplemente, seguían su cauce y llegaban o se marchaban sin más. Lo único inamovible era su lealtad hacia Zelda.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Un poco de exaltación entre soldados y un elegido dejando claro cuál es su bando le pese a quien le pese.
Mañana más.