18.- Refugio

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The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Miyamoto Shigeru, Tezuka Takashi y Nintendo.
Palabras: 1394.

18.- Refugio

—¿Qué crees que oculta Link? —soltó Zelda en mitad de la comida. Le había costado reunir el valor suficiente como para preguntarle a Urbosa—. Está muy extraño, ¿no crees?

—Bueno, es un chico extraño.

—Me refiero a que no se alegra de estar de vuelta en casa. Está tenso y... —Suspiró y soltó el tenedor dispuesta a tragarse las bromas que desatasen su curiosidad—. Hemos entrado a una tienda, la dueña es su madre y estaba, no sé, petrificado. Es como si quisiera huir de ella.

»Después nos hemos encontrado a una sheikah que era su vecina y su comportamiento ha sido el opuesto al que ha tenido con su madre.

—No todo el mundo tiene buenas relaciones familiares. ¿Le has preguntado?

—¡No! No va a contestarme, nunca lo hace. Le he sacado el tema de su infancia muchas veces y él siempre lo esquiva. No quiere hablarme de ello.

Y el que fuera así le hacía desear, aún más, saber qué era lo que ocultaba.

—Estoy preocupada por él.

Urbosa apuró el vino hyliano que restaba en su copa y la miró fijamente. Podría puntualizar que no se mostraba preocupada, si no que se le veía curiosa, pero no lo hizo. Estaba admitiendo en voz alta, por primera vez, su interés por él, no iba a estropearlo con puntualizaciones.

—Habla con Mipha —le sugirió—. Link y ella se conocen desde hace mucho tiempo. Estoy segura de que sabe qué es lo que le ocurre.

Preferiría no tener que recurrir a ella, sin embargo, Urbosa tenía razón. Si había alguien que pudiera darle la información que necesitaba esa sería la princesa de los zora.

Para cuando hubieron acabado de comer Link ya la esperaba en la puerta de la posada, con expresión seria y el cuerpo en tensión.

—Tenemos que recoger el equipaje. —Link disintió con suavidad—. ¿Lo has llevado todo tú solo?

—Con Daruk.

Bien, al menos no se había sobresforzado como siempre.

Pasearon por el pueblo, Link le presentó a algunos de los ciudadanos, la mayoría ancianos con los que parecía tener mejor relación que con su madre. Quería preguntarle muchas cosas, pero no preguntó ninguna.

Al llegar a la casa empezaba a oscurecer. Gerte les esperaba con una abundante cena sobre la mesa. Link que siempre devoraba la comida se pasó más rato removiendo la comida de un lado al otro del plato que comiendo. La mujer era simpática, pero el ambiente era tenso.

Gerte la condujo a la planta de arriba y la invitó a estirarse en la enorme cama. Estaba agotada, por lo que aceptó sin preguntarse dónde dormirían ella y Link.

Se acurrucó bajo la manta logró conciliar el sueño casi de inmediato.

Se despertó sobresaltada y empapada en sudor. Una pesadilla, sólo era una pesadilla. Se levantó y abrió la ventana, el aire fresco la tranquilizó. Se asomó para contemplar las estrellas y así acabar de calmarse. Había una hoguera crepitando en el lateral y alguien acurrucado, supo que era Link incluso sin acercarse.

Zelda rebuscó en su equipaje y extrajo una gruesa chaqueta de punto que se puso antes de bajar las escaleras. La madre de Link dormía tan profundamente, en la cama improvisada en el comedor, que no la oyó abrir la puerta y salir.

—Link —susurró acercándose al crepitante fuego—. Hace frío. ¿Qué haces aquí fuera?

Él se sentó frotándose un ojo adormilado y la miró aturdido.

Lluvia y ruinas. Fictober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora