Capítulo 26

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Lan Zhan, con su mirada concentrada, observaba el agua serena que reflejaba el resplandor de la luna. A su lado, Wei Ying parecía estar más interesado en las grandes hojas verdes que emergían del agua, que en la belleza del paisaje.

- Tengo hambre - rompe el silencio.

- ¿Pararse? - pregunta Lan Zhan.

Wei Ying sonrió, sin quitar la vista de las hojas.

- No hay mucha gente por aquí, pero sé exactamente dónde ir - respondió, gesticulando hacia un grupo de hojas de loto que se mecían suavemente en la brisa.

Wen Ning, siempre dispuesto a seguir a su maestro, recogió el remo y giró el ferry hacia la dirección que Wei Ying señalaba. El sonido del agua al chocar contra el borde del bote se mezclaba con el canto lejano de los pájaros, creando una atmósfera mágica.

A medida que se adentraban en el lago, las hojas de loto se arremolinaban a su alrededor, creando un laberinto verde. Wei Ying, con su característica alegría, comenzó a acercarse a las hojas, como si cada una de ellas escondiera un tesoro.

- Mira, Lan Zhan - exclama, su rostro iluminado por la emoción- . ¡Vainas de semillas!

Lan Zhan lo observaba con una mezcla de aprehensión y diversión. Aunque sabía que Wei Ying no tenía hambre, lo veía emocionado, y eso le daba una extraña satisfacción. Sin embargo, no podía evitar preocuparse.

- Wei Ying - llamó, su voz sonando más suave de lo habitual- ¿Hay un dueño de este lago?

Wei Ying, sorprendido, se gira. Su expresión era completamente honesta.

- Por supuesto que no.

La respuesta lo hizo reír, pero Lan Zhan no se dejó engañar. Sabía que Wei Ying había crecido en estos lagos y que, aunque no quería admitirlo, tenía una pequeña historia con cada uno de ellos. Wei Ying había robado vainas de semillas de loto y castañas de agua tantas veces que casi parecía un ritual para él. El omega había escuchado muchas cosas sobre la propiedad de las tierras y los lagos, y aunque la idea de robarle a alguien le desagradaba, no podía negar la alegría que iluminaba el rostro de su compañero.

- He escuchado que todos los lagos de loto tienen dueños - la voz de Lan Zhan es ligeramente tibia, casi como un reproche.

- Jajajajajaja, ¿realmente? - respondió Wei WuXian, dejando escapar una risa despreocupada-. Eso es muy malo. Ni siquiera he oído hablar de esto. Vámonos entonces.

Avergonzado, estaba a punto de levantar el remo, cuando Lan Zhan, toma una decisión que lo sorprendió, extendió la mano y arrancó una de las vainas de semillas.

- No hay una próxima vez -Lan Zhan dice firme, mientras le entrega la vaina a Wei Ying.

Wei Ying lo mira con sorpresa, la sonrisa aún dibujada en su rostro.

- ¿Estás seguro?

- No hay razón para no hacerlo - responde, desafiando las normas que había seguido toda su vida.

Con una energía renovada, Wei Ying comienza a recoger tantas vainas de loto como puede, llenando el pequeño ferry hasta casi desbordarlo. Las vainas verdes brillaban bajo la luz del amanecer, como joyas escondidas en un océano de hojas.

Mientras Wei Ying se sumía en su labor, Wen Ning se sentó en la proa, pelando las vainas con destreza. Lan Zhan observaba, su mirada suave y contemplativa, disfrutando del momento. La risa del alfa llenaba el aire, cada vez más rica y genuina.

-¡Mira esto! -exclama Wei Ying, sacando una vaina particularmente grande. Sus ojos brillaban-. ¡Es un verdadero tesoro!

Las manos de Wei Ying se movían rápidamente, despojando las vainas de su cubierta marrón para revelar las semillas, blancas y suaves como la nieve. Al probar una, su expresión se iluminó.

- ¡Son deliciosas! - dijo, mientras le pasaba una a Lan Zhan- ¡Prueba!

Lan Zhan esta por tomar la semilla con sus dedos pero el alfa se lo acerca hasta su boca, Lan Zhan se sonroja un poco pero se deja ser alimentado por su compañero, sintiente el frescor en su boca, no era solo el sabor; era la alegría de compartir ese momento con Wei Ying lo que lo hizo sonreír levemente.

- ¿No deberíamos compartir esto con alguien más? - preguntó Lan WangJi, aunque su tono indicaba que ya sabía la respuesta.

Wei Ying, con una risa traviesa, sacudió la cabeza.

- No hay que preocuparse por eso. Solo estamos disfrutando de este momento.

Finalmente, después de horas en el agua, el ferry llegó a los muelles de la ciudad de Yunping. Wei Ying mira hacia atrás, al lago de loto, sintiendo que había capturado un pedazo de su infancia y lo había llevado consigo en el viaje. Lan Zhan, a su lado, representaba todo lo que había anhelado tener: compañía, amor, y la libertad de ser uno mismo.

Con las manos llenas de semillas de loto y el corazón lleno de felicidad, ambos se prepararon para desembarcar, sabiendo que cada pequeño momento compartido se convertiría en un recuerdo eterno en sus corazones.

Wei Ying y Lan Zhan se encontraban en la bulliciosa ciudad de Yunping, donde Wen Ning decidió separarse para evitar la multitud. Tras recordar un destino, Wei Ying llegó a un imponente templo Guanyin, sorprendiendo a ambos por su presencia en la ciudad. Al entrar, exploraron los patios llenos de incienso y el sonido de bloques de oración, y se encontraron con un monje que les explicó la importancia del templo para quienes buscan paz interior.

Después de la visita, Wei Ying llevó a Lan Zhan a un callejón, donde dibuja un esquema del templo en el suelo, sugiriendo que algo esta siendo suprimido en su interior. Decidieron que lo mejor era actuar de noche, cuando la multitud se dispersara, y acordaron buscar un lugar para descansar primero.

Encontraron una posada acogedora, tras asegurarse de que la habitación era adecuada, pidió comida y algo de licor. Lan Zhan expresa su preocupación sobre la estrategia de Jin GuangYao y su comportamiento inusual. Ambos concordaron en que era necesario investigar más a fondo la situación en el templo.

Wei Ying, acompañado por Wen Ning, se dirigió al Templo Guanyin, al llegar, notó que había una barrera que bloqueaba su acceso. Wei Ying y Wen Ning se ocultaron en el techo del templo y observaron una escena sorprendente: el patio estaba lleno de monjes y cultivadores armados, protegiendo a Lan XiChen, quien estaba en el centro, sin restricciones.

Wei Ying, alarmado por la situación, envia a Wen Ning a buscar a Lan Zhan. Mientras tanto, escucha ladridos de un perro, lo que lo llena de temor al pensar en el peligro que eso podría representar, especialmente porque el perro pertenecía a Jin Ling, quien llega al templo. Jin Ling, se acerca hasta la entrada del templo, toca un par de veces pero nadie responde, así que decide subir por uno de los muros, cuando es descubierto por los cultivadores, se produce un momento crítico.

Wei Ying, intentando protegerlo, lanza su flauta para desviar una flecha que amenazaba a Jin Ling, pero su acción revela su propia posición y atrae la atención de los cultivadores.

En ese instante, aparece Jin GuangYao, quien se encuentra con Jin Ling y se muestra preocupado por la situación. Wei Ying, viendo que todo parecía complicarse, intenta mantener la calma mientras reflexiona sobre lo que estaba sucediendo.

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