CAP 34: Señor Enzo

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CAPITULO 34: Señor Enzo

EMMA DOM:

Bajo de la camioneta, luego de que Austin sacara a Jackson de los asientos de atrás y todavía, sumada en mis pensamientos, aseguro el auto entre tanto que el niño sale corriendo la entrada del restaurante luego de unas cortas palabras con su papá.

—¿Segura que estas bien? ¿Hice algo que te molesto? —Cuestiona el, poniéndose la chaqueta de mezclilla.

Suelto una risa por la forma en la que busca mi rostro y no me deja mirar para otro lado, igual que un niño pequeño. Con el ánimo de tranquilizarlo, pongo mi mano en su mejilla acercándolo hasta darnos un corto beso.

—Solo ando pensando en Martina y el Señor Harry, es todo.

La verdad es esa. Desde la corta conversación con mi padre y la noche anterior que pase en casa de Miley, no he podido dejar de cavilar sobre el montón de cosas que ocurrieron y de las que me entere sin querer.

La cosa es que ahora, frente al restaurante italiano de mi suegro, debo dejar meditar acerca de aquello y más bien, dar mi mejor sonrisa para poder presentarme y dar una buena impresión. Austin acaricia mi cuello, justo en mi lunar y señala el local con la cabeza

—¿Estas lista? Papá nos espera.

Estúpidos nervios.

—¡Claro!

Mi voz sale extraña y Austin ríe por eso. Da dos toques a mi mano, le muestro la palma y el resguarda nuestras manos con firmeza, adentrándonos al bonito restaurante.

Hay unas lámparas rustica alumbrando a cada mesa como un reflector y suena música de ambientación a un tono moderado, permitiendo que el ajetreo de la cocina también se escuche, dándole un toque distinto. Las paredes están pintadas con recetas italiana y dibujos referentes, además de varias banderitas que contornean el camino dentro del lugar hacia las mesas.

—Qué bonito —Murmullo.

—Lo sé —El saluda a una mujer cohibida que pasa por nuestro lado—. Cuando papá se retiro de la milicia, empezó a idear este restaurante junto con el padre de Alan y con sus ahorros de toda la vida. Así, cumplió su sueño de experimentar con el mundo gastronómico.

—No sabía que tu padre fue militar.

—Si, se retiró unos meses antes de su divorcio —El suspira y su exhalación es tan larga que me permite ver que el tema es un punto débil para Austin—. Ven, por aquí.

No tardamos en llegar a una mesa cerca de la cocina, allí ya está sentado Jackson enseñándole el llavero azul que le regale a un hombre de barba y cabello oscuro salpicado con algunas canas, que está usando un delantal con el cartel del restaurante estampado en él. Con que de ahí vino el atractivo de Austin.

El nudo en el estómago reaparece por los nervios.

—Papá —Saluda mi novio llamando la atención del hombre al instante—. ¡Hola!

El se pone en pie y siento encogerme en mi puesto de lo corpulento que es, a pesar del tierno delantal. Me mira detenidamente, casi que entrecerrando los ojos con intenciones indescifrables para mi y al contacto visual con Austin, sonríe tanto para el como para mí.

—¡Bienvenida! ¡Es un placer conocerte! —Acerco mi mano y es el quien la aprieta en una fervorosa presentación—. ¡Enzo, para servirte!

Me contengo de soltar un suspiro muy dramático del alivio que me da que su actitud seria haya sido desarmada.

—Muchas gracias, yo también tenía muchas ganas de conocerlo.

—No creo que tantas como las mías —Él nos señala las sillas a un costado de la mesa redonda y todos tomamos asiento—, Jackson y Austin te presumen todo el tiempo.

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