CAPITULO 7: Cansancio.
AUSTIN PROUM:
Odio esa sensación, odio sentir eso, aun mas cuando se trata de mi propio hogar. Desprecio el hecho de llegar a casa, a pesar de que estoy tan cansado del entreno que los pies me palpitan y los ojos me pesan. Quisiera poder quedarme afuera de casa todo el día y no tener que lidiar con una triste realidad que construyó mi madre y que me toca afrontar a mi solo como si fueran mis problemas.
Deje de llamarme desagradecido por la repugnancia a mi casa, luego de ver a mamá deshacerse de sus responsabilidades como madre con tanta facilidad que puso su amor en un hilo de duda casi invisible. Pero una razón mucho mas grande vive bajo ese techo, siendo mi motivación para llegar a casa, la única en realidad. Estaciono la moto en el pequeño garaje de la casa y entro a la casa.
No me preocupa disimular la cara de asco que da el olor a alcohol en la sala, impregnado en cada mueble y pared como fieles a amigos de mi madre y un historial de un fracaso. El pequeño detalle, de que ella no este sobre el mueble bebiendo hasta desmayarse, hace que frunza mi ceño. Camino por el pasillo hasta que la voz de mi madre, que suena mas animada que nunca, aumenta mi confusión.
¡Esto debe ser una maldita broma! Respiro varias veces intentando calmar el fastidio.
Al fondo esta Alan hablando con mamá y como cosa rara, ella lo mira con tal admiración que logra ofenderme.
—Hola —Hablo una vez que ellos notan mi presencia— ¿Qué ocurre?
No era por ser grosero, a pesar de que lo ultimo que quería en mi día era tener a mi perfecto primo en mi comedor, pero Alan casi nunca viene a mi casa. De repente esa especial risilla mejora a gran escala la situación y aun mas cuando el se baja de las piernas de mi primo para correr en mi dirección con sus bracitos abiertos.
—¡Papi!
Tiro el bolso al piso a la misma vez que me agacho a recibirlo en un abrazo y ponerme en pie con él en brazos. Beso su cabecita y él se apoya en mi hombro.
—No le hablas a si a tu primo.
Intensifico mi mirada en ella, queriendo que entienda el mensaje para que no me hable con tal autoridad no merecida.
—Vine a hablar sobre cierta pelirroja —Susurra el rubio, distrayendo al niño en mis brazos con unas pequeñas cosquillas—. Te espero en el patio.
Alan desaparece por la puerta trasera luego de despedirse y me siento inquieto por que el nombre a cierta chica con la que eh estado hablando luego de aquellas hamburguesas.
—Papi —Lo observo atentamente, siendo acogido por sus ojos del mismo color al mío—. El tío Alan me trajo un dulce ¿Puedo comerlo?
Voy a la cocina y reviso las ollas que antes estaban llenas, totalmente vacías. Sin decir nada a mamá, salgo al jardín donde yace mi primo mirando su teléfono y le hago un gesto para que espere un poco más.
—Puedes comerlo, siéntate y no mastiques mientras corres.
Aclaro poniéndolo en el suelo, carca de una vieja silla y su respuesta es una enorme sonrisa. Camino por el pastizal acercándome a Alan.
—Jackson es un niño muy educado —Me cruzo de brazos y asiento lentamente con mis labios apretados en un intento sin esfuerzo de sonreír. Ambos miramos al susodicho que come de su paleta con júbilo—, estas haciendo un excelente trabajo.
—Eso espero, no es nada fácil —Alejo la mirada de Jack y presto mi atención en el—. Bueno ¿Y entonces? ¿Qué pasa con Emma?
La relación que tengo con Alan es tan complicada como enseñarle a Jeremith dar un pase decente, y eso es realmente difícil. Mi primo y yo nos criamos como hermanos, claro, hasta que mi vida se fue al carajo y mi hogar empezó a carecer de un equilibrio saludable, evidentemente ya no es lo mismo.
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Solo Una Apuesta Más
RomanceModa, fotografía, campo, responsabilidad y, para terminar, madurez. Las pasiones con las responsabilidades muchas veces no se llevan de la mano y ambos jóvenes tendrán que encontrar una manera de que sus más grandes anhelos, no interfieran con sus m...