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Taehyung permanecía inmóvil, observando en silencio como el doctor revisaba pacientemente sus exámenes. Había algo en la forma en que el hombre inclinaba la cabeza, en el modo en que sus manos temblaban apenas mientras sostenía las hojas, que le recordaba al señor Ryu. Ese mismo porte sereno, la calma que transmitía sin esfuerzo. 

Por un momento, al ver aquel rostro marcado por el tiempo, se sintió en la sala de la casa del señor Ryu y casi pudo escuchar la última conversación que habían tenido… 

—Tal como lo imaginaba —La voz del médico rompió el hilo de los pensamientos de Taehyung, que durante un segundo había estado sumido en el pasado. Dirigió su mirada hacia el mayor; él le dedicó una sonrisa cálida—. Los exámenes están en perfecto orden y como lo anticipé, tu movilidad mejoró en pocos días. 

»Tu recuperación va de maravilla. No será necesario un seguimiento. Pero si sientes algo fuera de lo normal, no dudes en llamarme.

Taehyung inclinó la cabeza, murmurando un agradecimiento lleno de alivio; era reconfortante saber que estaba fuera de peligro. Antes de abandonar el consultorio hizo una reverencia hacia el mayor. 

Afuera, el aire era más ligero. Se permitió sumirse en la sensación de la brisa sobre su piel y antes de comenzar a caminar dejó salir un pequeño suspiro. 

A medida que sus pasos se alejaban de la habitación y avanzaban por el pasillo, sus pensamientos lo llevaban a otro lugar… Cada paso resonaba en el suelo como un eco de la decisión que aún no había podido tomar. ¿Debería volver a casa? O... ¿debería continuar en aquel lugar? 

Era sofocante la sensación de vacío que le rodeaba; nunca sería una decisión fácil de tomar… 

—¡Taehyung! —Resonó la voz de Yúa; rompiendo la bruma que le rodeaba. 

Taehyung dirigió su mirada hacia la Efí; ella caminaba en su dirección, avanzaba con paso ligero y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. A su lado, una niña de no más de seis años, fijó su mirada en él. Ella llevaba su cabello oscuro atado en una pequeña coleta y sus ojos avellana tan profundos como la tierra mojada, lo observaban como si intentaran descifrar algo que sólo ella veía.

Taehyung sonrió, pero antes de que pudiera decir algo, la pequeña habló primero.

—¿Tú eres el eterno? —cuestionó con la inocencia y franqueza que solo los niños poseen. No había miedo en su voz, solo una profunda curiosidad.

—Nari… —murmuró Yúa, casi como una disculpa, mientras la pequeña mantenía su atención fija en él. 

—Está bien —respondió Taehyung con suavidad, encontrando en la curiosidad de Nari algo dulce y familiar. Se agachó a su altura, buscando su mirada más de cerca—. Es un placer conocerte, Nari. Yo soy Kim Taehyung. —Extendió su mano hacia ella. 

Nari, soltó la mano de Yúa y con una sonrisa tímida tomó la suya. Taehyung miró la unión; la pequeña palma se aferraba a sus dedos con firmeza. Sonrió enternecido. Al elevar su mirada se encontró con Nari escudriñando cada uno de sus detalles, como si tratara de entender por qué todos hablaban de él como si fuera algo extraordinario. 

—No pareces diferente a mí. —dijo en voz baja, más para sí misma que para él.

Taehyung rio suavemente, reconociendo la verdad en sus palabras. 

—Puede que no lo parezca, pero… —Bajó la voz, dándole un toque de misterio— Si miras con más atención...

Taehyung vio a Nari parpadear sorprendida cuando, de repente, una cola esponjosa con patrones atigrados se asomó juguetonamente sobre su hombro. Los ojos de la niña se iluminaron con una mezcla de asombro y fascinación. 

Recuerdos de lo efímero y lo eterno | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora