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Una sensación de familiaridad envolvía a Taehyung. A pesar de que nunca había puesto un pie en el apartamento de Jungkook, no dejaba de sentirse como si hubiera estado ahí un millón de veces. Quizás era porque el aroma de Jungkook estaba por todo el espacio o quizás porque todo lo que rodeaba el lugar tenía su esencia. No lo sabía, pero le agradaba.

El apartamento era espacioso y todo estaba conectado entre sí; no era difícil ver la cocina desde la sala. Taehyung recorrió con su mirada los pequeños cuadros que adornaban las claras paredes; eran obras hermosas, todas estaban firmadas por nombres que conocía bien: Min Yoongi, Gil Eunjoon, Wang Jein, Jung Hoseok. La voz de Jungkook se escuchó a la distancia.

—Taehyung, por favor, abre la terraza.

Taehyung buscó al Inmar pero no logró visualizarlo.

—Claro…

Taehyung se acercó al ventanal que estaba junto a la sala; tomó entre sus dedos la suave tela de las cortinas para hacerlas correr con cuidado. La puerta corrediza se abrió sin esfuerzo alguno y la brisa besó de manera inmediata su rostro. El aire corrió por el espacio, llevándose el vacío que había habitado el lugar. Una vez más aquel espacio volvía a albergar vida.

—Gracias. —dijo Jungkook suavemente.

—No hay de qué.

Taehyung dirigió sus ojos hacia el lugar de donde provenía la voz. Al encontrarse con Jungkook, en su rostro se dibujó una sonrisa llena de ternura; el menor llevaba puesta una pañoleta blanca sobre su cabello dándole un aspecto adorable. El Inmar se había cambiado de ropa y sostenía varios utensilios de limpieza entre sus manos.

—¿Qué? ¿Por qué estás viéndome así?

—No, no es nada. —Taehyung trató de ocultar su sonrisa.

—Mientes, ¿qué? ¿Qué pasa? —Jungkook le miró con ojos juzgadores.

Taehyung rio nervioso y fijó sus ojos en lo que Jungkook cargaba entre sus manos.

—Déjame ayudarte —Se acercó a Jungkook y tomó entre sus manos algunos de los objetos—. ¿Debería comenzar por allá? —dijo tratando de desviar el tema mientras caminaba hacia la cocina.

—Taehyung. —La voz de Jungkook sonaba seria. 

Taehyung cerró los ojos y mordió su labio nerviosamente antes de darse la vuelta. Trató de guardar la compostura y volvió su mirada llena de seguridad hacia Jungkook.

—Es solo que te ves adorable —señaló la pañoleta—. Te queda bien. 

—Yo…

Taehyung vio en el rostro de Jungkook un atisbo de vergüenza; sus mejillas se habían coloreado de un bonito color rojo; eso solo le hacía ver aún más adorable. Quiso llevar sus manos hacia el rostro de Jungkook y apretar sus mejillas tal como lo había hecho Eunjoon una semana atrás, pero se detuvo así mismo.

—¿Tienes algo que pueda usar? —señaló su ropa mientras sonreía.

—Sí —dijo Jungkook entre balbuceos, tratando de reponerse de la confesión del mayor—. Te dejé un cambio de ropa en la habitación de invitados. Es la segunda puerta a la izquierda.

—Segunda puerta a la izquierda —repitió Taehyung a modo de recordar—. Perfecto. 

Jungkook miró como Taehyung se perdía en el pequeño pasillo. Suspiró profundamente y tomó su cara entre sus manos. Nunca esperó que Taehyung le dijera que se veía adorable. Sintió el calor subiendo por su rostro una vez más, al recordar. Comenzó a dejar pequeñas palmaditas en sus mejillas tratando de disipar lo avergonzado que se sentía. 

Recuerdos de lo efímero y lo eterno | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora