Capítulo 17

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Luego de aquella discusión entre Agatha y Rio, todo había vuelto a la normalidad. Aunque Rio seguía un poco nerviosa por la situación, confiaba en Agatha, pero no tanto en Wanda. A su vez, Agatha, aunque algo más tranquila, no podía evitar notar lo incómoda que se sentía cuando veía a Rio interactuar con Cordelia, pero trataba de no mostrarlo.

Un día, Agatha y Wanda estaban en la oficina del FBI, trabajando en un caso difícil sobre un pedófilo que andaba suelto. Era uno de esos casos que te dejaba una sensación amarga, ya que las víctimas eran siempre los más vulnerables: los niños.

— Vamos, Agatha, tengo una pista que puede ayudarnos a resolver esto. Solo confía en mí — insistía Wanda, mientras Agatha revisaba una serie de fotografías sobre su escritorio.

Agatha frunció el ceño, claramente incómoda con la idea.

— Ya te lo dije, no es seguro ir a ese lugar. Investigué y podría ser peligroso para nosotras. — Agatha no despegaba los ojos de las fotos, tratando de mantener la concentración, pero la presencia insistente de Wanda empezaba a desgastarla.

Wanda, siempre con una chispa de picardía en los ojos, no estaba dispuesta a darse por vencida.

— Vamos... Solo confía. No te arrepentirás. — insistió, con ese tono seductor que siempre utilizaba.

Agatha dejó escapar un suspiro y levantó la vista para encontrarse con los ojos brillantes de la pelirroja. Sabía que Wanda había ganado, como siempre.

— Está bien, tú ganas. Vamos. — dijo Agatha, tomando su abrigo antes de salir de la oficina.

Pero, para sorpresa de Agatha, Wanda no la llevó a la pista que había mencionado. En su lugar, llegaron a una pastelería pequeña y acogedora, de tonos rosados y decorada con luces suaves.

— Wanda... ¿Qué estamos haciendo aquí? — preguntó Agatha, confundida y algo molesta.

— No puedes estar tan estresada todo el tiempo, Agatha. Además, el bebé necesita dulces. — respondió Wanda, bajando del coche con una sonrisa cómplice.

— Cállate. — Agatha bajó también, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa cuando el delicioso aroma a pasteles recién hechos le llenó las fosas nasales.

Una vez dentro, Agatha no pudo resistirse. Su apetito estaba por las nubes y su embarazo hacía que sus antojos fueran incontrolables.

— Quiero todo. Tengo hambre. — murmuró Agatha mientras sus ojos recorrían los estantes llenos de tartas y pasteles.

Wanda sonrió, complacida de haber acertado con la sorpresa.

— Sabía que te gustaría — dijo Wanda, acercándose demasiado mientras tomaba la mano de Agatha.

Agatha, que no solía ser tocada por otros que no fueran Rio, rápidamente se apartó.

— No hagas eso, niña. — le dijo en tono seco, entrando sola a la pastelería, mientras Wanda se reía suavemente detrás de ella.

Dentro de la pastelería, el aroma a azúcar, canela y chocolate envolvía el ambiente. Agatha se sentó en una mesa junto a la ventana mientras Wanda, siempre con su sonrisa confiada, se acercaba con una bandeja llena de pasteles, tartas y todo tipo de delicias. Agatha estaba fascinada por la comida, su estómago rugía con fuerza, y no podía resistirse.

— Sabía que esto te haría feliz — comentó Wanda, dejando la bandeja frente a Agatha, quien no tardó en elegir uno de los pasteles más grandes. — Deberías sonreír más seguido, te ves aún más bonita.

Agatha, siempre reservada y seria cuando no estaba con Rio, levantó una ceja mientras tomaba un bocado de pastel. Sus ojos mostraban una pequeña chispa de diversión, pero su boca se mantuvo seria.

Solo AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora