Capítulo 28

10 4 0
                                    

El aire entre ellas se cargó de electricidad, las miradas se volvieron más intensas, y la tensión entre ambas parecía imposible de ignorar.

— ¿Puedes recordármelo? — jadeó Ágatha, envuelta en deseo, mientras tomaba nuevamente los labios de Río entre los suyos.

El calor entre ellas se intensificaba a cada segundo. Ágatha, a pesar de haber dado a luz recientemente, sentía cómo su cuerpo respondía al toque de su esposa. Después de todo, ambas eran poderosas, y la capacidad de sanar rápidamente les permitía disfrutar de estos momentos sin limitaciones.

Río, con una sonrisa llena de picardía, respondió al desafío en los ojos de Ágatha.

— ¿Cómo quieres que comience? — murmuró Río al oído de Ágatha, mientras jalaba suavemente su cabello hacia atrás, dejando su cuello expuesto. Sin esperar respuesta, comenzó a besar lentamente su mandíbula, descendiendo hasta su cuello y clavícula, dejando suaves mordidas húmedas, marcándola con pequeñas huellas de pasión.

Los suspiros de Ágatha se mezclaban con los besos de Río, mientras la intensidad aumentaba, ambas sumergiéndose en el deseo, olvidándose del mundo exterior y perdiéndose la una en la otra. La parca se desprendió rápidamente de la ropa de su esposa y continuó su descenso, sus labios cálidos recorriendo la piel suave de Ágatha. Se detuvo en su clavícula, dejando suaves mordiscos que provocaban escalofríos en el cuerpo de su amante. Con cada roce de su lengua, Ágatha se entregaba más al momento, sintiendo cómo el deseo se intensificaba en su interior.

— Oh, Río... — susurró Ágatha, su voz entrecortada por el placer, mientras Río se movía hacia abajo, besando su pecho y acariciando sus pechos con ternura. La pasión entre ellas era palpable, y Ágatha se aferraba a las sábanas, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

— ¿Te gusta, amor? — preguntó Río, levantando la mirada con un brillo provocador en sus ojos. Con una sonrisa traviesa, bajó aún más, dejando que sus labios trazaran un camino húmedo por el abdomen de Ágatha. Cada beso estaba impregnado de deseo, cada caricia llenaba el aire de electricidad.

Ágatha sintió cómo su cuerpo se encendía con cada movimiento. — Más, por favor... — suplicó, sintiendo la necesidad desbordarse. Quería que Río explorara cada rincón de su ser, llenándola de ese amor y pasión que solo ellas compartían.

Con un suspiro de complicidad, Río se posicionó entre las piernas de Ágatha, sintiendo el calor de su intimidad. La miró una vez más, buscando su permiso, y Ágatha asintió, perdida en el deseo.

Río se inclinó hacia adelante, dejando que su lengua trazara un círculo suave alrededor de la entrada de Ágatha, jugando con los labios de su sexo mientras sus dedos se deslizaban sobre su piel, sintiendo la humedad que la esperaba. El gemido de Ágatha fue un canto de adoración, y Río sonrió ante el poder que tenía sobre ella.

— Eres perfecta, amor — susurró Río, antes de sumergir su lengua en el calor de Ágatha, explorando cada centímetro de su intimidad con destreza y devoción. Cada movimiento era meticuloso, cada caricia una promesa de placer.

Ágatha se dejó llevar por el ritmo, sus caderas moviéndose involuntariamente al compás de las caricias de Río. Sus gemidos llenaban la habitación, un eco de su placer y deseo, mientras Río la llevaban cada vez más cerca del clímax.

— ¡Río, no pares! — gritó Ágatha, sintiendo cómo la tensión crecía en su interior, su cuerpo estaba al borde de la explosión. La combinación de la lengua de Río y sus suaves mordiscos la empujaba a un lugar de euforia, un rincón donde solo existían ellas.

Finalmente, con un último embiste de lengua, Ágatha se rindió a la ola de placer que la envolvía, dejando escapar un grito de satisfacción que resonó en el aire. Río, sintiendo el clímax de su amante, se acomodó junto a ella, abrazándola mientras Ágatha recuperaba el aliento, disfrutando de la conexión que solo ellas compartían.

Solo AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora