Capítulo 8

42 3 0
                                    

El silencio que siguió fue aplastante. Las palabras de Rio seguían resonando en la cabeza de Agatha, formando un tejido de recuerdos y revelaciones.

— No puedes ser la muerte — murmuró Agatha, su incredulidad palpable —. La muerte no crea vida. Tú me has dado lirios, me cuidas… eres gentil conmigo.

Rio sonrió con tristeza.

— Corazón, huyamos. No quiero pasar más décadas sin ti — susurró Rio, extendiendo su mano. De su palma brotó un humo negro, denso pero etéreo, que se deslizó suavemente hacia el rostro de Agatha. El humo envolvió su cuerpo y mente, rompiendo los antiguos hechizos que Evanora había lanzado para ocultar la verdad, liberando los recuerdos que yacían dormidos en lo profundo de su ser.

Agatha frunció el ceño al principio, confundida por la bruma que parecía llenar su mente, pero en un instante, todo cambió. Parpadeó un par de veces, y de repente, sus ojos se llenaron de claridad. Miró a Rio con una expresión que se suavizó, una mirada que ahora estaba llena de amor, el mismo amor que había sentido en otra vida. Como si la niebla que nublaba sus recuerdos se disipara por completo, una sonrisa, llena de ternura y pasión, apareció en sus labios.

— Rio... — susurró, antes de inclinarse hacia ella y besarla. Fue un beso eterno, profundo, que trajo consigo una oleada de memorias perdidas, un torrente imparable que revelaba cada detalle de su vida juntas, cada risa, cada lágrima. La conexión entre ellas se sentía más poderosa que cualquier magia que Agatha hubiera conocido.

— Memento vitae, memento nostri amoris... — murmuró Rio (Recuerda la vida, recuerda nuestro amor), mientras el poder de sus palabras liberaba a Agatha de las cadenas invisibles que su madre había tejido con tanta crueldad.

Agatha, ahora consciente de todo, dejó escapar un suspiro ahogado. Sus ojos, llenos de lágrimas, reflejaban por el dolor de los años perdidos. La verdad, después de tanto tiempo, se desplegaba ante ella con una claridad dolorosa.

— No me dejes otra vez — susurró Agatha, con una súplica en su voz, mientras apretaba la mano de Rio con fuerza. Sentía que no podía soportar perderla otra vez, no después de recordar lo que habían sido.

— Nunca más, mi corazón — respondió Rio, atrayéndola hacia su pecho, envolviéndola en un abrazo que prometía protección y devoción. A su alrededor, el mundo comenzaba a disolverse, las paredes parecían desvanecerse como si la realidad misma cediera ante la fuerza de su unión.

La luz de la luna, filtrándose a través de la ventana, bañaba la habitación con un resplandor plateado. Mientras sus labios volvían a encontrarse en un beso lleno de promesas, la atmósfera cambiaba. La magia flotaba en el aire, palpable, vibrante, como si cada hechizo, cada palabra antigua, despertara ante el poder de su amor.

El aire olía a misterio, a poder antiguo, como si los dioses estuvieran observando desde las sombras. Las velas parpadearon, iluminando sus rostros con una luz cálida, pero tenue. La luna era testigo de lo que estaba sucediendo, y en algún lugar más allá del velo de la realidad, los espíritus susurraban.

Agatha podía sentir la energía latente en la habitación, una fuerza ancestral que se estaba liberando. Tomó aire y habló en el idioma de las brujas, la lengua de su linaje:

— Vinculum aeternum, nunc renovatur — dijo con voz firme (El vínculo eterno, ahora se renueva). Era un hechizo de unión eterna, una promesa sellada por su voluntad.

La magia se encendió en el aire como chispas invisibles, y en ese momento, las sombras que antes acechaban en sus corazones desaparecieron.

Agatha, uniendo ambas manos en vertical para formar una bola de humo morado, giró su muñeca con destreza. Sentía el poder fluir a través de ella, pulsante y vibrante. Miró a Rio, quien la observaba con una mezcla de amor y admiración. Sosteniendo la esfera con una mano, continuó moviendo su otra mano en círculos. Con una sonrisa que iluminaba su rostro, tomó la mano de Rio y, con un gesto decidido, lanzó la bola hacia el cielo.

Solo AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora