Capítulo 26

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Agatha empujaba el carro del supermercado con movimientos lentos, agotada por el avanzado embarazo de Nicolás. El nacimiento estaba a la vuelta de la esquina, y aunque Río seguía inmersa en su trabajo, Wanda se había encargado de cuidar de Agatha en su ausencia. No era algo que Agatha hubiese pedido, pero la bruja era insistente y siempre encontraba la forma de estar presente.

— No entiendo para qué necesitas venir a un supermercado sabiendo que con solo chasquear los dedos puedes tener lo que quieras. — comentó Wanda mientras pasaba sus manos por los productos en los estantes, su tono burlón y travieso. — Y me uno a eso.

Agatha soltó una risa suave mientras escogía unas latas de la estantería. — Porque es aburrido no hacer nada, y por lo menos esto me distrae. Además, es divertido convivir con los mortales de vez en cuando, aunque cansan.

— Si tú lo dices… — Wanda respondió con un brillo travieso en los ojos, inclinándose hacia el carro de compras, e insistió. — Aunque creo que sería más interesante repetir aquel beso. Nadie me ha besado como tú, Agatha, y los deseos se cumplen, la bruja de mi corazón me besó.

Agatha, distraída, siguió revisando los productos. — En otra vida, Wanda, solo fue un pequeño juego.

— ¿En otra vida? ¿Estás segura? — replicó Wanda, acercándose más, sin perder su tono provocador.

— La verdad es que no. En todas las vidas estoy con Río, tenemos un pacto de sangre. — Agatha la miró de reojo, esbozando una sonrisa. — Y, siendo sinceras, Río no liberaría tu alma, Wanda.

Wanda sonrió con descaro, con una pizca de desafío en su mirada. — Ella me ha llegado a querer más de lo que te imaginas, Agatha.

Agatha detuvo el carro un momento, mirándola con una mezcla de diversión y seriedad. — Quizás, pero tú y yo sabemos que eso solo la haría más posesiva. Y no soy de compartir lo que es mío, simplemente lo elimino. — Su tono era firme, dejando claro dónde estaban los límites, aunque una chispa de humor brillaba en sus ojos. — ¿No querrás eso, verdad?

El ambiente entre ellas fluctuaba entre la tensión y la broma, pero ambas sabían que había una línea que no podían cruzar… al menos, no todavía.

— Ya veremos… — susurró Wanda con una sonrisa traviesa. Agatha alzó una ceja, entretenida por la persistencia de su amiga.

— Admiro tu tenacidad, Wanda. — comentó Agatha, con una ligera risa.

— Sabes, Agatha, hay un universo al que aún no has ido… y en ese, tú y yo estamos juntas. — insinuó Wanda con tono provocador, sus palabras llenas de misterio.

Agatha negó con la cabeza, aunque el brillo en sus ojos no desaparecía. — Créeme, eso no es cierto.

Wanda la miró fijamente, inclinándose hacia ella. — Lo es. — La seguridad en su voz hacía que, por un breve momento, Agatha se preguntara si realmente había alguna verdad en sus palabras. Pero antes de que pudiera responder, ambas retomaron su paseo, dejando la conversación suspendida en el aire como una promesa nunca cumplida.

Después de terminar las compras, mientras iban en el auto, Agatha miró de reojo a Wanda y comentó con aparente despreocupación:

— Sabes, hace mucho tiempo he querido contarte sobre un hechizo antiguo. ¿Sabías que, con algunas runas colocadas en círculo y una bruja en medio de ellas, puedes robarle sus poderes?

Wanda arqueó una ceja, interesada. — No lo sabía… Nunca había oído de esa magia. ¿Pero eso no haría que yo también pierda mis poderes si estoy dentro del círculo?

Agatha esbozó una sonrisa misteriosa, jugando con el volante como si fuera un detalle insignificante. — No, querida. Porque la persona que hace el hechizo es la que tiene el poder... y la intención, bruja.

Solo AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora