Capítulo 25

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Mientras el sol se ponía, las sombras se alargaban dentro de la casa de Agatha y Río. Estaban en la cama, compartiendo una bolsa de palomitas mientras veían una película romántica. La trama era simple, pero había momentos en los que se tocaban temas más profundos.

— Río... — Agatha llamó la atención de su esposa con voz suave, como si lo que estuviera a punto de decirle fuera delicado.

— ¿Qué pasa, amor? — respondió Río, llevándose otra palomita a la boca sin despegar los ojos de la pantalla.

— Ayer... lo que pasó con Wanda… — Agatha se detuvo, nerviosa. No estaba segura de cómo abordar el tema, pero había algo que no podía dejar de pensar.

— Corazón, sólo dilo — contestó Río, dándole poca importancia, sin siquiera sospechar lo que venía.

Agatha tomó aire y soltó la pregunta de golpe.

— ¿Te gusta Wanda?

Río giró la cabeza lentamente, con una sonrisa incrédula.

— ¿Qué? — preguntó, soltando una pequeña carcajada. — No seas tonta, amor... — contestó entre risas, tratando de quitarle peso a la conversación.

Pero Agatha no podía dejarlo pasar.

— Pero... parecía que querías besarla... — dijo, justo cuando en la pantalla los personajes comenzaban a besarse apasionadamente.

Río negó con la cabeza.

— Sabes que a Wanda le gusta bromear con esas cosas, pero no quería besarla. — Se inclinó hacia Agatha, acariciándole la mano. — Nunca besaría a otra mujer que no fueras tú.

Sin embargo, justo en ese momento, la película se intensificó. La escena romántica en la pantalla se tornó más atrevida cuando un tercer personaje se unió al beso. La tensión subió, no sólo en la película, sino también en el aire que las rodeaba.

Agatha, distraída por la imagen en la pantalla y por los pensamientos que no podía alejar, preguntó en voz baja:

— ¿Y si... nos besamos entre las tres? — repitió Agatha, su voz titubeando entre el deseo y la duda. No podía evitar sentirse nerviosa, su corazón palpitando mientras observaba de reojo la reacción de Río.

Río levantó una ceja, claramente sorprendida. La pregunta había golpeado con fuerza, descolocándola por completo.

— ¿En qué estás pensando, Agatha? — preguntó, sin poder ocultar el asombro en su tono. No había esperado algo así de su esposa, y la pregunta se sentía peligrosa, como si abriera una puerta a lo desconocido.

Agatha tragó saliva, sabiendo que estaba adentrándose en terreno resbaladizo.

— Sólo... es una idea. — Dijo en voz baja, insegura de si debía seguir adelante. — Me preguntaba si... — Agatha hizo una pausa, mirándola directamente a los ojos — ¿Estarías de acuerdo en abrir la relación, pero solo con Wanda, y solo en ocasiones? No lo sé... siento que ella ya forma parte de nosotras de alguna forma.

Río se quedó en silencio, y aunque sus labios formaron un "no" casi inmediato, Agatha sintió cómo su cuerpo se tensaba ligeramente bajo sus dedos. El silencio se prolongó más de lo que esperaba, y Agatha comenzó a percibir un ligero cambio en la respiración de Río, su pecho subiendo y bajando con más rapidez.

— No, no creo que sea una buena idea — dijo Río finalmente, con un tono firme, aunque Agatha notó que la respuesta no había sido tan segura como parecía. Pero lo que más la sorprendió fue sentir el latido del corazón de su esposa, acelerado, casi desbordando. No podía ignorar lo que su instinto le decía.

Solo AgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora